2. Superar

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Definitivamente debía estar soñando. Si no, ¿Qué otra explicación existía?

   O, ¿en serio la vida lo odiaba tanto?

   Hola, Jaemin. Había dicho él. Y ya, con eso lo tenía acorralado, con las piernas temblando y la cabeza dándole vueltas. 

   —Hola, Jeno —debía disimular. Si la dignidad lo abandonaba en ese momento entonces definitivamente iba a estar jodido. Muy, muy jodido.

   Su ex novio por suerte, no era fanático de las redes sociales. Tanto así, que ese había sido uno de sus principales problemas durante su relación. Jaemin a veces tenía ganas de publicarle un ridículo vídeo de pareja o etiquetarlo en memes graciosos, pero no podía, porque el muy idiota decía que era una pérdida de tiempo.

   Jaemin lo detestaba por eso. Hasta cierto punto, claro. Pero en ese momento estaba tan agradecido de nunca haberlo convencido de crearse una cuenta en cualquier red social, que le pareció mentira que durante años se molestara por lo mismo.

   —Ya sé que es repentino —Jeno se llevó una mano al cuello y se lo rascó con nerviosismo. El gesto era tan conocido para Jaemin que se sintió mal por sabérselo de memoria—, pero vine por mis libros, ¿crees que pueda entrar por ellos? Será rápido.

   Dividió sus emociones entre sentirse aliviado porque Jeno no había visto las vergonzosas fotos de su culo al aire, y el dolor de saber que él quería llevarse sus cosas para dejarlo sin nada a lo que aferrarse. 

   —Haechan está adentro. Si no te incomoda entonces puedes entrar.

   Jaemin agradeció traer puestas las gafas negras, de lo contrario su ex hubiera sido testigo de cómo patéticamente sus ojos amenazaban con humedecerse.

   —De acuerdo.

   —Bien.

   ¿Cómo dos personas que se amaron con tanta pasión durante tantos años podían terminar hablándose de esa forma?

   Jaemin no lo sabía. Así como tampoco sabía qué más decir. El silencio entre ambos fue tan intenso e incómodo que le pareció mentira. Meses atrás ellos habrían estado riendo, diciéndose cualquier cosa estúpida con tal de tener contacto con el otro. Pero ahora ya no. Sólo quedaban los recuerdos y nada más.

   —Tengo que irme —Jaemin informó, para huir de la situación—, puedes tardarte lo que quieras. No voy a regresar hasta la noche.

   E intentó irse. Con el plan en mente de desahogarse en un bar, al lado de una chica bonita que le sonriera y le dijera que llorar por un chico era de perdedores. Jaemin había descubierto el amor verdadero en un hombre y después de años de relación dejó de funcionar. O más bien, él dejó de hacerlo.

   Entonces quizás si era un perdedor.

   Pero, precisamente ese chico que le había roto el corazón y que lo había orillado a experimentar uno de los peores dolores de su vida, lo detuvo. Colocando una mano sobre su brazo y bajando lentamente sus dedos, como si fuera una pequeña arañita trepando por las paredes.

   —Jae, ¿estás bien?

   ¿Por el momento? Quizás sí. Cuando fuera al bar y tomara hasta perder el conocimiento él se encontraría bien. Pero, ¿Y después? Jaemin sabía que la universidad estaba a la vuelta de la esquina. Que tenía los días contados antes de iniciar una nueva etapa en su vida y que entonces, aunque no quisiera, debía tomar las riendas y mantenerse cuerdo.

   ¿Podría soportarlo? ¿Regresar al departamento que había compartido con él y sentirse como si nada? ¿Cómo si todo estuviera perfecto?

   Lo dudaba.

   —Claro, ¿Por qué no habría de estarlo?

   Estaba temblando y también, mintiendo.

   Jeno asintió, se mordió el labio inferior y luego, sin poder resistir sus impulsos, continuó bajando los dedos, hasta sentir los de Jaemin entre los suyos. Jugueteó con ellos hasta que sus manos se entrelazaron y las sensaciones que en su momento dejaron de valorar por la monotonía, florecieron. Vibrando en su interior.

   Ahí estaba de nuevo: la electricidad recorriendo sus cuerpos.

   — ¿Seguro?

   Jaemin sabía que esa era una excusa para no soltarlo. Pero, ¿para qué mentir? Él también lo estaba disfrutando, así que extendiendo lo máximo que pudo el momento, sonrió débilmente y luego, simplemente suspiró.

   —No.

   Y lo soltó, de golpe. Sin querer saber nada más.

   Ya era hora de que empezara a superar a su ex.

Move On |NoMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora