7. Nada de eso importa

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Jaemin llegó diez minutos antes de la hora acordada y como no quería que nadie los viera llegar por separado, se quedó esperando a Jeno una cuadra de donde se encontraba la residencia de sus padres.

   La única manera en la que podía controlar sus nervios para evitar colapsar era sujetando con fuerza la bolsa de regalo de bodas que llevaba para Jungwoo. No era nada ostentoso, dado a que no tenía mucho dinero, necesitaba ahorrar para la universidad. Pero se había esforzado en buscar algo simbólico: dos pájaros blancos de papel con sus picos juntos como si se dieran un beso, en una jaula dorada llena de corazones y flores. 

   Jeno llegó cuando faltaban cinco minutos para la hora acordaba en su lujoso Mustang rojo. Jaemin sabía que odiaba ir en aquel auto, pero sus padres insistían con que lo usara y sólo en reuniones familiares les daba el gusto. En días normales tomaba el metro o el autobús con él. 

   Jaemin no quería reconocerlo dadas las alturas, pero esa era una de las cosas que tanto respetaba de Jeno. Lo amoroso y complaciente que era con su familia y lo sencilla que le gustaba vivir su vida. 

   Como ya era costumbre, movió la cabeza hacia ambos lados, tratando de desaparecer todo pensamiento que involucrara a su ex. Sin embargo, distraer su atención en ver como venía vestido; de traje, con el cabello negro hacia atrás y un pendiente de estrella en el oído derecho, no fuer precisamente la mejor decisión. 

   —Jae —Jeno bajó el vidrio polarizado y le dedicó una sonrisa—, ¿Qué haces ahí? Sube ya.

   Indeciso asintió y apretó la bolsa aún más contra su pecho.

   Bien, no tiene que ser tan horrible. Sólo trata de no vomitarle encima al hombre y todo va a estar de puta madre.

   Rodeó el auto, bajo la atenta mirada de Jeno que no dejaba de revisarlo de pies a cabeza, a pesar de que había escogido un conjunto sencillo pero presentable; un pantalón blanco y una chaqueta de mezclilla. Puso algo de esfuerzo, no quería que sus ex suegros se llevaran una mala impresión y menos si aquella iba a ser la última vez que los vería. 

   —Hola —fue lo primero que dijo Jaemin cuando estuvo dentro del auto, acomodándose el cinturón para evitar mirarlo a los ojos.

   —Hola Jae —respondió él, sin borrar su típica sonrisa de ojos—. Te ves hermoso.

   Nunca creyó que escuchar esas palabras le fueran a provocar tanto dolor algún día.

   Jeno era la clase de novio que le hacía cumplidos por todo. Al despertar, cuando tenía la cara hecha un desastre y el cabello revuelto, después de correr cuando estaba tan sudoroso que parecía que acababa de llover, o al arreglarse ostentosamente para eventos especiales Jeno le hacía el mismo cumplido una y otra vez. Haciéndolo sentir especial. Emocionado por ser bello ante los ojos de la persona que amaba.

   Pero ahora las cosas eran diferentes. No tenía ningún derecho de aumentar sus esperanzas, ni tampoco de jugar con sus sentimientos. Así que solo pasó de él. Como si no le importara, aunque por dentro se estuviera derritiendo.

   —Le he comprado un regalo a Jungwoo —se aclaró la garganta y con incertidumbre notó como Jeno asentía y bajaba la mirada, como si le doliera que hubiera ignorado su cumplido—. ¿Le trajiste algo? ¿O está bien para los dos con el mío?

   —Traje una botella de vino para brindar con él, en caso de que lo dejen solo, claro.

   Jaemin asintió y puso toda su atención hacia al frente. dando por terminada la conversación. Jeno lo entendió muy bien y soltó un suspiro, para posteriormente arrancar el auto.

Move On |NoMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora