6.| La sorpresa de las almas gemelas

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Estando tomados de la mano como si de un candando fuese, Bethan y Olivia corrían por el campamento cortando caminos para poder llegar rápido hasta su casa con la intención de tomar sus armas y ayudar contra la lucha.

El resto de los cazadores iban en dirección contraria a ellos dos. Directamente a la zona de guerra; los Lobos. En el aire se podía sentir la sensación de que muchos irían  a una muerte segura, y otros, a una victoria. El final lo dictaría solamente el destino. Y aveces solía ser muy hijo de puta.

Frente a la puerta de la casa Blossom, Oliver se encontraba allí, en alerta y preparado con las armas de Bethan. Mas no con las de Olivia. El pelirrojo llevaba una chaqueta de cuero marrón y un cinturón del cual donde disponía de armas pequeñas.

—¿Y mis armas? —Fue lo primero que preguntó la chican, con gran indignación en su voz. Sabía exactamente lo que pretendía su hermano gemelo.

—Tú no irás.—Dijo él sin dudar. —Esto es peligroso y no pienso arriesgar tú vida. No está noche.

—¿Es una broma, no?

—No, no lo es. —se cruza de brazos.

Olivia puso los ojos en blanco.

—Déjame decir una cosilla , hermano. —lo mira mal. —¿¡Para que mierdas entreno todos los días si al final no puedo participar en una guerra!? ¿¡De que carajos está hecho tu cerebro!?

Y aunque la rabiosa pelirroja protestó de todas las formas posibles, no recibió ninguna tregua por parte de su hermano gemelo, el cual no daba ninguna señal de querer ceder. Y es que para el, Olivia era su única familia  con vida, familia que no pretendía perder por nada del mundo. A la que se prometió proteger hasta de sí mismo.

Bethan también insistió en que su buena amiga fuera también a la guerra ya que para él su única compañera de batalla era ella. Ambos se coordinaban y protegían perfectamente. Eran un dúo letal. Siempre luchaban juntos, espalda con espalda, protegiéndose el uno al otro.

—Entra a la casa.  —Ordenó Oliver con voz severa y dura.

—No. —Contestó Liv de manera determinante.

—Hago esto para protegerte Liv. Eres la única familia que me queda en este mundo. No voy a dejar que participes de una lucha cómo está. No hoy. Entra ya y deja de ser infantil.

—He dicho que no, idiota.—pisoteó con fuerza.

—¿No? — Preguntaron Bethan y Oliver a una sola voz, solamente que cada quien con un tono distinto.

El de Bethan fue una voz más chillona y asustadiza ya que las peleas a las cuales el el más temía ser partícipe eran las de los gemelos. Solían ser muy largas y pesadas.

Por otro lado, la voz de Oliver fue de más sarcasmo y y molestia.

—Voy a pelear con ustedes dos. Quieras o no.

Oliver alzó una ceja y sonrió de manera irónica. Luego hizo un movimiento rápido y la tomó entre sus brazos para meterla dentro de la casa. La adolescente gritaba como una loca endemoniada.

En otro momento las miradas no se hubieran hecho esperar, pero estar literalmente delante de una guerra a nadie le importaban los dramas ajenos.

—¡Abre la puerta! —Chilló, dando golpes y patadas contra la puerta a lo Pedro picapiedra. —¡Abre la maldita puerta, Oliver!

—¿No crees que es algo injusto? —preguntó Bethan creyendo que era injusto no hacer a Liv participe de esto. Ella era mucho más fuerte de lo que Oliver deseaba reconocer.

—Vamos. — lo ignoro.

Bethan volvió a echar una mirada hacia la puerta y esbozo una mirada de desaprobación.

—Tu decides, Blake. —Sentenció Oliver. —O vienes conmigo y luchamos, o bien te quedas con ella dentro de la casa cuidándola en su modo loca. Pero Olivia no va salir de ahí. Y como intentes abrirle la puerta juro que...

—Ya entendí, ya entendí. —Lo detuvo él sin querer escuchar lo último. Que bien podría ser una amenaza contra sus pelotas. El sabía que existía alguien que si cumpliera sus promesas ese era Oliver. Y lo tenía enfrente muy impaciente . -Vamos.

-¡NI SE TE OCURRA IRTE DE AQUÍ, BETHAN! -Gritó Liv detrás de la puerta de madera. -¡No sin mi!

Bethan tensó su mandíbula y a regañadientes empezó a caminar dándose vuelta de vez en cuando para ver si Liv aun seguía allí dentro.

Dentro de la casa, Olivia aún gritaba y daba golpes en la puerta mientras que alguna que otra mala palabra salía de su boca. Estaba muy molesta y indignada.

Cuando ya se dio por vencida y aceptó que su hermano y su mejor amigo se habían ido, dio un último golpe exclamando "maldición" y finalmente subió las escaleras llegando a la segunda planta para poder tomar sus armas.

—Hoy vamos a pasar frío, hermanito. —Masculló para luego dar un golpe al cristal de la ventana con su arma rompiéndose en mil pedacitos. Y saltaba por allí cortándose en el proceso.

Mientras la adolescente desobedecía las ordenes de su hermano gemelo, los lobos avanzaban a un ritmo sobrenatural, sedientos de sangre y venganza. Venganza por su hermana muerta. Venganza por Gyana . Emmanuel iba liderando la horda de Lobos hambrientos, soltando aullidos guturales que erizaba todo a su paso.

Frente a ellos, a pocos kilómetros, los Cazadores se posicionaban manteniendo una pose de ataque. Con armas en la mano y siendo liderados por el Canciller Blick.

Vitoreaban gritos de guerra manifestando que no iban a rendirse, que no iban a retirarse sin luchar. Que iban a ganar.

Había llegado el momento. Ahora no había nada ni nadie que pudiese frenar esta guerra.

―¡MATEN A ESAS BESTIAS Y QUE NO QUEDE NINGUNA VIVA EN MI TERRITORIO! ―Gritó Blick eufórico.

―¡Vamos a tener nuestra venganza! ―Gritó Emmanuel en la mente de todos los Lobos. ―¡Arrebatadles todo! ―Cuando eran trasformados en lobos, tenían el don de poder hablar entre mentes por lo que eso les hacía mucho más fácil su comunicación.

Cuando el sol se posó en lo más alto del cielo, espadas, flechas, dagas, martillos, hachas, colmillos y garras se unieron en menos de treinta segundos haciendo que rápidamente el suelo verde se tiñera de rojo carmesí, dejando ver como los primeros cuerpos caían como un peso muerto. Los gritos se alzaban por las nubes, vocesillas de niños aterrorizados corriendo en grupo tratando de buscar refugio, mujeres embarazadas tratando de mantenerse a salvo y los gruñidos de las bestias matando a Cazadores tanto inocente como culpables.

Los cazadores tampoco se quedaban atrás, habían escogido las mejores armas para ahora utilizarlas contra los Lobos los cuales trataban de defenderse. Todos buscando el mismo fin. La victoria.

Pero los planes de las bestias se fueron a pique en un santiamén cuando poco a poco algunos de ellos empezaron a olfatear olores embriagadores. Chocolate, frutas, flores.

Aromas dulces y maravillosos que hicieron detenerlos durante la guerra , incluyendo al gran y poderoso Alfa, pues ese era el olor que tanto habían estado buscando.

Era el olor de sus almas gemelas.

∞Mount Station || ALMAS GEMELAS: 1. La Guerra del Sur∞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora