13. Regla número veinticuatro

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Olivia se había despojado de su camiseta llena de sangre con la intención de tomar una ducha fresca y relajante, pero el disparo que escuchó de la planta baja hizo que dejara todo a la mitad para descender las escaleras a una velocidad inimaginable.

Bethan, por su parte, soltó el pedazo de pan que se estaba comiendo y en su remplazo tomó la daga que reposaba tranquila en la encimera de la cocina.

Ambos, Olivia en un sujetador azul llamativo, y Bethan con la daga en la mano, salieron a la parte trasera de la pequeña casa familiar para encontrarse a Oliver con el rostro completamente enrojecido por la ira y aquella vena que le sobresalía de su frente. Delante de él y casi muerta en el suelo, se encontraba una muchacha desconocida con el cabello más rojo que el de los gemelos y con la piel tan blanca que provocaba que sus heridas se vieran más feas de lo que ya eran.

No tardaron mucho en descubrir que era una loba. Sus ojos brillantes y aquellos tatuajes la delataban. Tenía el cabello sucio y seguramente lleno de nudos. Y a deducir por su expresión, estaba mas que asustada. En su hombro tenía una herida de bala de la cual no dejaba de salir sangre.

Sin duda alguna eso fue cortesía del mayor de los Blossom.

Liv supo en ese mismo instante que ella no era peligrosa, al menos no en ese momento. Se veía demasiado inocente para ser despiadada como los demás. Ella siempre tenía esa desventaja que la hacía creer a primera vista que nadie era malo.

—¿¡Qué crees qué haces, Oliver!? —exclamó casi gritando Liv.

Su gemelo giró la cabeza y aún con la posición de ataque, le miro enfadado. Luego parpadeó y cayó en un hoyo donde lo transportó hacia  la escena de hace algunos minutos.

Eres tú.

Oliver levantó su arma y le apuntó a la cabeza. No pretendía disparar puesto a que estaba herida y en ese momento no parecía una amenaza.

Aquella joven pelirroja estaba en el suelo sosteniendo su pierna derecha con fuerza, seguramente gracias al dolor.

No dispararé solamente porque estás herida. —Habló el muchacho sin bajar el arma. —Vete ahora mismo y te perdonaré la vida.

Eres tu. —susurro nuevamente. Mio.

Oliver no le escuchó.

No pienso repetirlo, maldita loba. Vete y no te haré daño.

Eres mio. Mi alma geme...

Ella intentó mantenerse en pie ignorando completamente el dolor infernal de su pierna, pero en ese momento Oliver reaccionó cumpliendo con su promesa.

Disparó.

—Está herida. —habló Liv, despertando a Oliver de sus recuerdos anteriores.

—Es una loba. Merece morir. —Contestó tajante. Levanto la pistola una vez más. —No importa que esté herida. Es nuestra enemiga.

Liv sintiéndose incapaz de dejar morir a aquella chica se puso frente a su hermano teniendo la pistola a pocos metros de ella. Retándolo. Ella pudo notar como el músculo de su mandíbula se crispaba notoriamente. Eso lo había molestado a un más.

—Regla número veinticuatro: No matarás a un inocente. —Recitó ella de manera tranquila. —No vas a matarle. Estarías rompiendo una regla.

—¿Que te hace pensar que es inocente? ¿Quieres que te recuerde que hasta hace menos de tres horas estuvimos en guerra contra ellos? Apartate, Olivia. —Liv lo desafío con la mirada. Dura y persistente. —¡He dicho que te apartes maldita sea!

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⏰ Última actualización: Jul 08, 2020 ⏰

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∞Mount Station || ALMAS GEMELAS: 1. La Guerra del Sur∞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora