Cuarto Lienzo

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Crowley tenía un conflicto, se dio cuenta, cuando se descubrió pensando en donde invitaría a Azira a cenar cada tercer día. El problema se hizo todavía más evidente cuando gastó más de lo que estimo (o considero estar dispuesto), en la planificación y obtención de materiales para un jardín vertical a las afueras de la librería del hombre.

Por supuesto, negó lo mejor que pudo la forma en que estaba influyendo su convivencia con Azira en su comportamiento. Sí, a lo mejor estaba encariñado un poco con el hombre, sin duda estaba bastante preocupado e inquieto por las dificultades del bibliotecario en su día a día derivado de su reciente condición, lo normal; ¿Quién no podría tomarle agrado?

Ignoró sus pensamientos tercos y empecinados en indicarlo lo evidente. Simplemente decidió pasar unas noches con pocas horas de sueño para diseñar el jardín que había prometido a Azira, el más bonito y con las plantas más vivaces de todo Londres, no menos.

Anthony estuvo bastante irritado con sus proveedores que fueron extremadamente lentos para entregar todo lo que pidió. No es que Azira le reclamara, pero el se sentía frustrado posponiendo uno de sus proyectos que mayor inversión emocional estaba poniendo (sin ser muy consciente de eso, por supuesto). El jardín era importante, ¿las razones?, Crowley no hacía mucho aspaviento en eso.

»Querido niño, ¿Cuánto has esperado hasta que to llegue? Sabes que abro a las 9 en punto.

Crowley, que había optado por usar su celular para escribir sus respuestas (siendo mucho más ágil con teclado que con un bolígrafo), frunció sus labios ante la forma en que Azira se dirigió a él en su nota, y le contestó: »Tenía que tomar medidas.

No fue mucho tiempo después, pero sí bastante insistencia de parte de cierto diseñador, que Azira se halló peleando en el aprendizaje de usar un teléfono inteligente, para sustituir la cantidad de papel gastado en su rudimentaria forma de comunicarse. Crowley fue un mentor muy entusiasta para mostrarle las maravillas del autocompletado de las palabras.

El diseñador encontró enternecedor que Azira fuera tan conservador en cuanto a los aditamentos tecnológicos que se permitía adquirir.

Un día, mientras Crowley estaba preparando la estructura de riego y las bases para sostener todo el jardín en la fachada del local, Azira decidió conversar un poco con él, avergonzando al diseñador del genuino interés que mostró en conocerlo.

»¿Cómo es que terminaste en tan peculiar camino profesional? No quiero ser grosero querido, pero tu elección de desarrollo me parece un tanto inusual.

—Ngk —dejó de lado lo que está haciendo, y tras mirar a Azira, notablemente incómodo, mira su teclado, indeciso de como tocar el tema que menos le gusta tratar.

Azira, a unos metros detrás de él notó la expresión reticente de Crowley a hablar de eso, y tocando su hombro gentilmente negó suavemente con la cabeza.

»No tienes que hablar de ello si no te es cómodo. Siento mucho entrometerme.

Crowley suspiró al ver la expresión preocupada de Azira. No pretendía reaccionar de esa forma, pero cuando se trataba de su familia, o algún aspecto de su vida relacionado, era muy difícil evitarlo. Se sintió mal al provocar inquietud en el otro hombre, cuando su pregunta no era en lo más mínimo malintencionada.

Toma su celular, e indica a Azira a sentarse con él en uno de los sofás más amplios de la tienda.

—En realidad, estudié algo diferente —comenzaba la respuesta que tecleo bajo la paciente mirada de Azira—. Estudié música, por presión de mis padres. Ellos fueron músicos, en la filarmónica de Londres y todo eso.

Las estaciones de vivaldi [Good Omens] [Ineffable Husbands]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora