Era viernes, mi hermanastra del campo, Juli, acababa de mandarme un mensaje confirmándome que el sábado podíamos festejar mi cumpleaños junto con el de Victoria, otra amiga de ella que cumplía ese día y que haría una fiesta en su casa. Me terminó convenciendo de aceptar, puesto que sonaba a una idea mucho mejor que pasar el día solo en casa de mi padre junto a él y su pareja. Se lo comenté a la maga mientras jugábamos.
—Maca va a aprovechar para besarte mucho –me escribió seguido de unas risas.
—Eso espero –le respondí—, me gusta besarla.
—Te entiendo –me retrucó ella con velocidad—, a mí también me gusta besar a Gus. Creo que sus besos son adictivos.
Ok, de nuevo comencé a sentir celos. ¿Por qué ese bueno para nada de Gus podía besar a Guada? Recordé que ella me había insinuado querer ir más allá de los besos con él y mis celos aumentaron al máximo. Debía tranquilizarme, ella solo era mi amiga y merecía tener una vida normal besando a Gus y haciendo lo que ella quisiera.
—Me alegro por ustedes –le escribí. Por suerte estábamos escribiendo y no hablando con nuestras voces, o la mía hubiera sonado extremadamente falsa.
—Y yo por vos y por Maca, y por tu cumpleaños –me respondió ella—. Felices dulces 16 años, ya sos todo un señorito.
—Qué graciosa –me reí.
—Después cuéntame los detalles –me pidió—. No sé por qué, pero esa tal Victoria suena a que sabe armar una buena fiesta. ¿Ya te vas a animar a beber alcohol al fin?
—Claro que no –le respondí entre risas—. No hasta que tenga 18.
—¡Qué amargado! –se rió ella.
Ese día, mi padre llegó un poco más tarde de lo habitual, por lo que Guada y yo pudimos despedirnos y charlar sin estar apurados esta vez.
—¡Ahora tengo un celular inteligente! –exclamé—. ¡Seguro voy a poder hablarte aunque esté en el campo!
—¡Woohooo!
***
Cuando mi padre vino a buscarme, me saludó con un beso y un abrazo, cosa que nunca hacía, por lo que me extrañó bastante.
—Feliz cumpleaños, hijo –me dijo después.
—Ah, cierto –reaccioné entonces—. Es que no es hoy, fue el 24.
—No pude llamarte ese día, perdón, estuve con mucho trabajo.
—"Como todos los años" —pensé, pero no se lo dije.
—¿Vamos? Noelia y yo tenemos tu regalo en casa.
En cuanto nos despedimos de Darío y de mi madre y nos subimos a su auto, mi padre entró en modo mudo, como siempre que manejaba durante las horas que duraba el viaje a su casa. Saqué entonces mi nuevo celular de la mochila, ¡ahora podría charlar con la maga!
Abrí whatsapp y nos pusimos a conversar y a reírnos sobre banalidades. Le mandé fotos del paisaje aburrido y verde que nos rodeaba en la carretera. También le envié una foto de mi padre manejando y nos reímos de su cara de serio. Pero la señal se cortaba durante varios y largos tramos de nada, y yo me quedaba pensando en ella, mirando el chat sin señal.
Esta chica me despertaba muchos sentimientos, eso ya no podía negarlo. Necesitaba expresarlo, necesitaba liberarme de ellos de alguna manera. Miré por la ventana y de alguna forma, el paisaje llano y verde comenzó a inspirarme. Abrí un block de notas de mi celular y comencé a escribir, a dejar que simplemente mis pensamientos y sentimientos se desbordaran con libertad, la escritura siempre había sido mi aliada y ahora la usaría para descargar todo esto que estaba sintiendo.
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El amor en los tiempos del internet
Romantik¡Vamos, conéctate! ¿Qué es lo peor que podría ocurrir? ¿Enamorarte de una extraña a miles de kilómetros? ¡Por favor, qué imaginación! Él es argentino. Ella, mexicana. Ambos se conocen a través de un videojuego. Pero el amor que comenzará a nacer ent...