Capítulo 21: Ponerse al día

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Los primeros días había intentado mantener la calma. Sin embargo, el martes seguía sin haber noticias de Beto y yo ya estaba empezando a desesperarme y a enojarme con mi madre.

—¿Cómo pudiste haber sido tan negligente de no dejarle agua ni comida? –le pregunté esa mañana, alborotado, detrás de mis mocos, y ella simplemente me respondió:

—Perdón, hijo, ya va a aparecer.

¡Ahhh! ¡Lo dijo como al pasar! ¡Como si se me hubiera perdido un adorno, un objeto sin importancia! ¡Tenía ganas de romper todo! Pero me sentía muy débil como para eso, ¡maldita sea! ¡Me sentía atrapado en este cuerpo enfermo! Todavía no terminaba de curarme de mi gripe.

Y justo en el momento en que mi madre se fue, como si tuviéramos algún tipo de conexión, Guada me mandó un mensaje:

—¿Cómo estás? ¿Apareció Beto?

Sentí sus palabras y su interés como un abrazo a mi alma.

—De salud estoy un poco mejor –le escribí—. Y no, Beto aún no aparece. ¿Cómo estás vos?

—Ow, ¡espero que aparezca pronto! Yo estoy mejor también –me respondió—. Ahora estoy por entrar a clases pero sucede que siempre quiero hablar contigo, tengo que aprovechar que no estás en el campo. ¿A ti te pasa?

Sonreí, claro que me pasaba eso.

—Sí, siempre te extraño cuando no tengo internet.

—Al menos estás en tu casa. –Creo que intentó hacerme sentir mejor—. Yo tengo que asistir a esta cárcel de colegio.

—Sí, faltar unos días no está mal, pero hoy van a venir Bruno y Santiago a traerme toda mi tarea atrasada y voy a tener que ponerme al día.

—Uff pobre de ti –me envió emojis estudiando—. Ya debo entrar a clases, te hablo enseguida.

Y se desconectó. ¿Qué me pasaba? ¿Por qué si aparecía Guada y me decía algunas palabras mi estado cambiaba completamente? Hablar con ella me encantaba, y sentía algo tibio dentro de mí al saber que a ella también le gustaba pasar tiempo conmigo.

Encendí la computadora y decidí que jugaría a Magnus solo, quería ver si podría conseguirle un cetro mágico nivel 10 para su maga Lutina.

Resultó que era más difícil de conseguir de lo que yo creía, y me llevó toda la mañana de asesinar zombies, esqueletos, demonios y otras criaturas del inframundo. Hasta que al fin me enfrenté al maligno Hechicero que se encontraba en el último piso de una torre muy tétrica y tenebrosa, la famosa Torre de Magos.

Este juego lo tenía todo, lograba hacerte sentir inmerso con facilidad, y eso era justamente lo que necesitaba, desconectarme de la realidad por un rato.

No me di por vencido y aunque morí varias veces, al final logré derrotarlo. Jugar me entretuvo y me distrajo de mi enfermedad y de mi vacío sin Beto.

Quizá en ese entonces no me percaté de esto, pero ahora puedo asegurar que el Magnus había tomado un nuevo significado después de haber conocido a la maga. Ya no solo era divertido per se, sino que ahora era muchísimo mejor, porque jugaba con ella.


***


Después de almorzar, Bruno y Santiago se presentaron en mi casa para ponerme al día con las clases que me había perdido por mi enfermedad. Yo, por mi parte, aproveché para ponerlos al día con mis problemas, mientras ellos tomaban mate y yo me había hecho un té para no contagiarlos.

El amor en los tiempos del internetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora