Epílogo

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- ¡Louis Edwards-Thirlwall, ven acá en este mismo instante! - la mujer rubia gritó desde la sala de estar de su enorme casa.

De inmediato, un pequeño castaño de ojos azules apareció en la habitación con un puchero en sus labios.

- ¿Y ahora que hice mami? - preguntó el niño poniendo los ojos de cachorro.

- No hiciste nada campeón, solo necesitaba que llegaras rápido - explicó la rubia poniéndose de cuclillas para quedar a la altura de su pequeño hijo - ¿Donde está tu hermana?

- Ella estaba conmigo antes de que me llamaras - explicó Louis encogiendose de hombros.

- Ok... ahora, necesito que te tapes los oídos ¿está bien? - el pequeño asintió con la cabeza e hizo lo que su madre le pidió - ¡Samantha Edwards-Thirlwall, ven acá en este mismo instante! - gritó por segunda vez la rubia.

Casi a la misma velocidad que su hermano, una pequeña niña, de pelo castaño con mechones rubios y ojos color miel, apareció en la puerta de la sala.

- ¿Qué hicimos ahora mami? - preguntó la pequeña al ver a su hermano menor también en la habitación.

- No han hecho nada princesa, sólo necesitaba que llegaran rápido - explicó Perrie a su hija.

- ¿Y qué sucede? - preguntó el castaño con intriga.

- Cómo saben, hoy es el cumpleaños de mamá Jade - comenzó a explicar la ojiazul - Necesito de su ayuda para hacerle el mejor cumpleaños del mundo ¿están conmigo?

- ¡SIII! - gritaron los pequeños de cinco y seis años.

Empezaron a planear todo. La rubia le explicó a sus dos hijos que la tía Ellie vendría a la casa y que ambos la ayudarían a hacer un pastel para Jade. También les explicó que ella se llevaría a mami Jade a un lugar especial mientras ellos cocinaban con la tía.

Una hora más tarde, la prima de Perrie ya había llegado a la casa de los Edwards-Thirlwall.

- Me los cuidas ¿eh? - le advirtió Jade mientras abrazaba a sus dos pequeños.

- Si, si, ahora vayan a divertirse - dijo Ellie rodando los ojos y empujando a la morena hacia la puerta, a cambio, recibió un fuerte golpe en el hombro - Jade, no te preocupes, los cuidaré como si fueran mis hijos.

- Eso espero Hemmings - le dijo entrecerrando los ojos y mirándola desafiante.

- Apresurate, mi prima te está esperando en el carro - dijo la rubia para deshacerse lo antes posible de su cuñada.

- Bien - se rindió Jade - Adiós mis preciosos - se despidió de sus hijos lanzandoles besos al aire - Adiós rubia - se despidió de Ellie con un beso en la mejilla.

Unos minutos más tarde, la feliz pareja ya estaba en el auto. Eran las nueve de la mañana y la castaña aún no sabia a dónde se dirigían tan temprano.

- ¿A donde me llevarás? - preguntó Jade mirando a su esposa al volante.

- Es una sorpresa - respondió Perrie en un tono burlón - Pero tranquila, te harás una idea más adelante viendo el camino - le aseguró con una sonrisa triunfal.

- Oh vamos, eso no es justo - se quejó la morena, cruzó sus brazos sobre su pecho e hizo un lindo puchero con su labio inferior.

A pesar de la edad que tenía, seguía actuando de manera infantil. Era una de las muchas cosas que enamoraba cada día más a la rubia.

En el bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora