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Meses atrás...Noche uno.

Me duchaba, dormia, incluso al estar en mi propia casa me sentía vigilada, a dónde quiera que fuese, mi propia rutina se había convertido en mi mayor pesadilla, ya que sin importar la hora que fuese ni el lugar en el que estuviera, esa mirada oscura sin nombre era como una sombra aferrada a mi, me ha comenzado a seguir desde la ciudad hasta aquí... Y solo se dos cosas de ella:

Siempre está acechando. Esperando...

Podría decir que mi historia es simple, chica sobresaliente en los estudios, con una vida realitavame normal en lo que cabe, que vive con la esperanza de un día poder aspirar a ser alguien. ¿Suena bastante bien si lo digo así no?

Me gustaría creerlo, encerio que si, pero esa no es la realidad en la que vivo, y aún menos, la clase de historia con la que describiría, las últimas semanas de infierno que han pasado por aqui.

Las cosas se han vuelto tan distantes a como creía conocerlas,

Y esta vez no es la única y puedo apostar no será la última en la que observó por la ventana, y tengo esa sensación de que esta ahí mirando, acechando en lo oscuro, cada vez que un árbol cruje por el viento, o que la luna se oculta dejando todo en tinieblas, entre esas densas capas, puedo sentir que esta ahí.

¿Que? ¿Quien? ¿Porque?

No lo sé.

Estoy en mi habitacion e incluso ahí, temo, las ventanas están cerradas de par en par, igual que las cortinas blancas que yacen ahí, todo esta en silencio y sin embargo aún así dudo sobre desvestir me, incluso ante la luz amarillenta de la bombilla sobre mi cabeza, cambiar tan solo de ropa empieza a parecerme un lujo que hace mucho tenia y perdí hace dos semanas. Apartir de ahi, hago todo a prisa, corro y nunca me detengo, siento la presión por esconderme, en esta enorme ciudad, mi casa a las afueras parece locura, hay vecinos, casas con colores alegres, amarillo a rosa, pero parecen ser solo ilusiones, están tan lejos y solo pienso que se desvaneceran.

Son vacaciones e incluso aquí no puedo descansar, tengo pesadillas y en todas aparecen los mismos ojos cafés, miro el techo por las noches intentando encontrar consuelo más nada me tranquiliza, ya que solo quiero huir, asi me tome toda la noche o mil años, pero necesito escapar.

En cada sueño veo esa misma mirada, pero tengo la vaga sensación de que por más que la persiga nunca la atrapare. Corro detrás, me sumerjo en lo profundo del bosque, entre las frondosas ramas, solo sonrió - Ya se el recorrido - Cada noche camino por el mismo solitario camino, pero esta vez es distinto, está vez escucho una voz, la flama de la vela que llevo entre manos se apaga, eso nunca sucedía.

Vete... Dice mi mente.

Acércate... Me dice un deseo incontrolable.

-Ya es tiempo...

Le escucho susurrar, giro y miro en todas direcciones. Nada.

Grito pero no soy oida, mi cuerpo se siente tan débil en cuanto intento correr no puedo evitar caer, el espacio se vuelve más grande, los árboles se abren a mi alrededor formando un círculo en la tierra polvosa en la que estoy tirada, no caigo en cuenta del momento en que me es imposible el tan solo hacer un movimiento, mis muñecas y tobillos arden. Miro. Son amarras, y todas solo se ajustan dejando a la soga volverse un dolor insoportable. Siento pánico, incluso creo que he dejado de respirar, mi corazón se ha detenido.

-Te encontré...

Lo escucho decir.

Enmudesco, esto es horrible, me deshago por dentro, suelto un berrido de dolor puro, aun así parece que no hay respuesta del sujeto, la sombra nisiquiera se inmuta.

No eres el chico buenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora