Capítulo 3: We Like it Loud

45 5 9
                                    

Ambas chicas andaban viendo al techo mientras se aburrían, pues ninguna había pronunciado palabra alguna, lo sentían absurdo mientras se estaba tratando de buscar el asesino de su amigo.

O peor aún, el asesino podía estar en esa habitación.

Habían visto que Pablo salió, pero hace más de media hora que no lo habían vuelto a ver. Tampoco tenían noticias de Jeisson, y mucho menos de Regina si es que la chica que vieron se trataba de ella.

Tenían miedo de que alguna de ellas fuera la siguiente en ser interrogadas, pues un oficial les había confesado que eso era lo que estaban haciendo, al menos por mientras. Y en caso de que después terminara el interrogatorio, ¿qué iba a pasar? ¿Iban a dejarlos libres así como si nada? ¿Volverían a interrogarlos en caso de que no hayan encontrado al asesino? Nadie lo sabía, y lo único que esperaban era salir de ahí lo más rápido posible.

Incluso si el asesino era alguien de su antigua confianza.

La celda comenzó a ser abierta llamando la atención de ambas chicas, quienes abrieron levemente tanto ojos como boca al ver que cierto colombiano era transportado a su celda. Ambas chicas miraron confundidas al oficial respecto a tener cierto inmigrante con ellas.

—Estaba suplicando porque lo cambiara con ustedes. —fue lo único que respondió ante tales miradas confusas y se fue.

Liz veía de forma enojada a Jeisson, porque sí, seguía molesta con él y el colombiano lo sabía más que bien, por eso no quería ver a la oaxaqueña durante años, además de que tampoco se armaba de valor para visitarla.

Sin embargo, Tamia analizaba a su antiguo amigo. Se veía ansioso, pero no tanto como Pablo; se veía mucho más delgado de cómo lo recordaba, claro, seis años de no verse hacen una gran diferencia.

El trío de conocidos estaba en silencio, al parecer no querían hablar de absolutamente nada, pero era obvio que la curiosidad terminaría matando al gato, ¿no?

—¿Dónde te casaste? —terminó preguntando Liz mientras veía el suelo.

—Me casé aquí. —Tamia lo miró confundida. —B-Bueno, no literalmente aquí en la cárcel, me refiero a...

—Sí entendí, baboso. —dijo Liz.

—Pero... Nora no es de la ciudad. —dijo Tamia algo desconcertada.

Liz asintió viendo a Jeisson por una respuesta, mientras que este último simplemente frunció el ceño para ver a ambas chicas y luego reír fuertemente por lo que ambas estaban asumiendo.

—¿Ustedes piensan que me casé con Nora? —volvió a reír por ese pensamiento. —¿Por eso estás enojada, Lizeth? ¿Por qué creíste que me casé con Nora?

—Bueno, no es como que alguien más te quisiera. —frunció sus labios.

—Primero que nada: auch. —hizo una mueca. —Y segundo: ¿qué te hace pensar que me casé con ella? —arqueó una ceja. —¡Peor! ¡Ambas lo pensaron! No entiendo.

—Tal vez porque lo último que supimos de ti es que volviste con ella. —dijo Liz. —No lo sé, creo que es una opción, ¿no?

—Además, no te comunicabas con nosotros y Nora tampoco. —se alzó de hombros la chica de lentes.

—Bueno, pues con Nora no fue. —miró su anillo de compromiso. —Ella y yo... terminamos casi después de que hayamos vuelto. —relamió sus labios. —De hecho, sí planeaba casarme con ella. —miró a sus antiguas amistades con nostalgia, como si ese asunto le doliera. —Después me acusó de que le fui infiel. —se alzó de hombros. —Pero creo que al final resultó mejor que no me casara con ella, la quería... pero creo que ella no me quería de la misma forma.

Temptation.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora