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capítulo ocho

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capítulo ocho.
“amabilidad”

Llegué al alquiler y dejé que pase el tiempo, tenía pensando cambiarme de ropa para después ir al bar, dónde le expliqué a Rafa, pero no quería parecer que quería estar demás arreglada para vernos y que se como un “encuentro” cuando en realidad sólo estaba siendo un encuentro por la amabilidad del colombiano de escucharme.

Y lo agradecía muchísimo.

El tiempo pasó, entonces decidí ir al lugar, como le había contado a Rafa nunca había muchas personas y hoy no fue la excepción, me ubique en unas de las mesas del fondo a unos metros de las ventanas, tampoco quería exponerlo a Borre a mucho, así que creía que ese lugar era el mejorcito, decidí solo pedir agua mientras lo esperaba.

Al irse la chica que me tomo lo que quería, la puerta se abre y notó a un Rafa Borré algo exhausto, con la cabeza alta mirando el lugar hasta que me encuentra cierra su boca y sonríe apretado, con cuidado cierra la puerta y se dirige hacía a mi con su celular y llaves en las manos.

—¿Demore mucho? —cuestiona y sonrío, no estaba acostumbrado a un demoré o otras palabras que habitualmente usaba el y que yo no.

Niego, entonces el se sienta en frente mío dejando sus pertenencias en la mesa, suspira algo soltándose y mira hacia la barra, entonces admiro ese perfil. Su nariz, labios, ojos y cabello.

—¿Quieres algo? Invito. —propone girandose a verme cuando la misma chica que me atendió volvía.

—Ya pedí agua con eso estoy bien.

—¿Segura? —duda viéndome, asiento varias veces y el finalmente entiende.

Le pide una agua saborizada después de dudar unos segundos aunque finalmente decide por jugo exprimido si tenía, lo que la chica responde que si, sin más la mujer se va no sin antes sonreír al jugador y mi vista vuelve a Borre.

—Bien, que ya estamos... —suspira y sus ojos se enfrentan a los míos, su cara se relaja y parece comprensivo—. ¿Que anda sucediendo para que casi llorarás en frente mío, Alana?

Incluso mi nombre pedorro suena mejor saliendo de su persona/boca. Trato de sonreír entonces recuerdo mis días en los de mis viejos, mis pesares y lo que me venía atormentando y lo único que realmente pensaba era que si me ponía a llorar como una nena de 6 años en frente de Rafael me mataba.

Claramente, cerca de eso llegué.



-

Dos días después.

—Hola Alana.

Me sobresaltó al escuchar mi nombre de golpe y dejó de leer el libro para ver a Tomas, el chico de la confitería viéndome con una sonrisa. Me alivio pasado el susto y le sonrió amable.

—H-hola.

—¿Como estas? —pregunta y sin previo aviso se sienta en la silla disponible frente mío, me extraña que el pudiera hacerlo, aunque al estar vacío la confitería a estas horas de la mañana medio que era obvio, con confianza suelta—. No te veía hace rato por acá... Pensé que el amor de mi vida se había ido.

Lo miró y no pudo no lograr no soltar una risa, se había ido la timidez por un momento, pero por un momento me parece un poco brusco, Tomas solo me había acompañado hasta mi departamento una vez y una que otros saludo cada vez que venía acá a pensar o tener un poco de paz linda.

—Sos tremendo había sido. —suelto mirándolo de reojo y vuelvo mi vista a mi libro.

El suelta una carcajada y se retracta.

—Solo estaba jodiendo... Es que te veo muy dura ahí.

Vuelvo a mirarlo y sonreírle negando con la cabeza, admito que ese día su cabello estaba peinado de una forma distinta, linda.

—¿Vos cómo andas? —me atrevo a preguntar.

No quería que me viera como esa antipática, además después yo me quejaba que estaba sola acá y no me hablaba con nadie, así que debía empezar a no ser cerrada con los demás.

—Bien, trabajando más de lo tranquilo, por eso bien.

Le dedicó una sonrisa y el se me queda mirando en silencio por unos momentos, como no sé qué decir, bajo nuevamente mi mirada para seguir mi línea de lectura.

—¿No trabajas hoy?

—No, los chicos están en Ezeiza así que no me toca, al menos eso es lo que me avisaron ayer. —le cuento con confianza, agregando—. Quieren que me encargue más o menos solo de los entrenamientos de acá... Y creo que capaz me saquen los días de partidos, igual rogó que no sea así.

Tomás asiente y me dice que el también esperaba que no fuera así porque veía o mejor dicho notaba que amaba y que lo único que tenía era eso... Muy lejos no estaba de mi realidad, me siento mal por ese momento pero decido que no me iba a poner a contar mis cosas nuevas. Ironía, se lo conté a Rafael pero no a él que parecía más confiable y normal, pero claro a mí me gustaba el colombiano tenía su razón.

De la nada el chico pregunta algo que no me esperaba.

—¿Querés hacer algo?

Frunzo mi ceño pero sonrío de lado viéndolo.

—¿Cómo qué?

—¿Salir a comer algo mañana por la noche?

—¿Me estás invitando a salir? —pregunto directa y me rio para afirmar—. Es obvio que si.

Tomás se ríe y se levanta de la silla diciéndome que debía volver a su lugar de trabajo pero antes me mira esperando una respuesta.

—¿Y? ¿Te gustaría Alana?

Por dentro, siendo sincera, una sensación de adrenalina con otra cosa se enfrentan y no puedo negarme a su cara y mini sonrisa confiable aunque una parte de mi decía que diga no, pero termino agarrando la mayor parte que decía que diga que si, y despejarme un poco.

—Claro, me encantaría.


Pasiones | RB. [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora