Con la miel en los labios (Caché) *Historia en revisión*

Capítulo 13 - Cartas de amor

"La luna hizo esto despacio a su manera, logró que se encendiera mi corazón, al cielo le agradezco brindarme su ternura, la luna me hechizó. Yo nunca creí poderme enamorar, la luna logró hacerlo realidad, hoy mi mundo eres tú, la luna hizo esto fue culpa de la luna, la luna lo hizo así..." Warren

Daniela Pov.

Estaba llegando ya a casa de los Garzón, me siento triste, sé que Poché notará esto así que no le ocultaré mi desolación a ella, no quiero mentirle, odiaría que ella me ocultara algo o descubrir alguna mentira de su parte, por ello debo ser clara lo más honesta que pueda.

María José está en su portal, mi corazón está descolocado, late tan fuerte, que tengo que suspirar para controlar mi respiración y los tamborileos que me resuenan en mi pecho, no sé si hay un límite de suspiros pero en poco mi carro se ha llenado de estos; acompañado de ello, una sonrisa que se pintó en mi cara de tal forma que me siento una idiota, mi estómago es un nudo pero no se siente mal, es cálido, armonioso, me gusta y más por tener la consciencia de que todo este descontrol es producto del amor que siento por Poché.

Bajo del carro, en ese momento toda mi tristeza se va a otro plano y ella corre a mis brazos con la misma sonrisa que yo voy portando, su abrazo me da mil años de vida, como si esas hectáreas que nos dividen fuera kilómetros que nos hubieran separado por mucho tiempo, aun cuando sólo han sido unas cuantas horas.

-Me estoy muriendo por besarte- Susurra en mi oído-.

En automático mis mejillas se ruborizan y escondo mi rostro en su cuello, un abrazo no es extraño de ver, sé que no podemos besarnos y aun así, de una forma discreta, antes de sacar mi cara de su escondite, le dejo un beso en su cuello.

Entramos y saludo a la familia, me cuestionan si he desayunado y al confirmarlo, mi amor me dirige a su cuarto, como ya ha realizado las tareas mañaneras, no tenemos tanto embrome más allá de cuadrar los detalles de nuestro nuevo proyecto.

Nada más entrar, ella cierra la puerta y me acorrala, se nos está haciendo costumbre darnos encerrones bruscos, salvo que no me besa, pone su rostro cerca al mío, tanto como para compartir el mismo aire, me mira, siento como detalla mi rostro y roza su nariz cariñosamente con la mía.

-Eres tan hermosa, no puedes ser real.- Me dice bajo y me mira con profundidad.

Entonces la beso, lento, codicioso, fino, me aventuro a abrir mis ojos y la detallo, los cierro, ella coloca sus manos en mi rostro tirando mi mandíbula abajo con delicadeza, siento su lengua en mi labio inferior y le permito ahondar en ese beso, tiro de su cintura hacia mi cuerpo para pegarla a mí tanto como puedo y entonces contra mis labios una respuesta grata a mi cuerpo, un gemido leve, apenas perceptible pero candente, incitante.

Sin despegar nuestros labios la llevo hasta topar con su cama, sé que siente el borde porque ante la sensación del límite ambas abrimos los ojos, como comprendiendo lo que implicaría seguir con lo que habríamos iniciado pero a su vez con el entendimiento de lo pronto que sería para ir más allá, ahora ella baja su rostro hacia mi cuello, no ha retirado la mano de mi rostro y aprovecha a manejar a placer mi barbilla, me guía delicadamente a levantar mi rostro y al exponer mi cuello me besa en esa zona, suaves besos que acompaña con la calidez de su lengua rozando apenas, es erótico pero es tierno, ahora a mí se es escapa un suspiro, un gemido silencioso y ella vuelve a mi boca, deseosa, agresiva y tenaz.

Sin afán de cortar el rollo de golpe, empiezo con calma a bajar la intensidad del beso, con la poca fuerza de voluntad que tengo permito que la prudencia me controle pues no pienso arriesgar, así que, empiezo a depositar cortos besos en sus labios, a su vez que muevo mis manos de su cintura a su abdomen para hacerle cosquillas. Melodía para mis oídos ella ríe, deja de besarme pero igual me mira y sus ojos ahora se ven oscuros con sus pupilas dilatadas, me pregunto si mis ojos se verán de la misma forma.