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     Ropa, colonia, e incluso afeitadoras usadas habían por el suelo de su  cuarto. Parecía prostíbulo barato. Pero la verdad es que ninguna chica había pisado su departamento.
      Ni siquiera había rozado la piel de una mujer a sus veintitres años. ¿Por qué?: por su estatura. Esa estatura, con voz varonil, lo hacia parecer umpa lumpa; según su compañero de cuarto Tomás, el cual orgullosamente poseía una estatura normal. "Lo que te falta de estatura lo tienes de puto", le decía. No estaba del todo equivocado al acusarlo de esa manera, puesto a que Matew, siendo muy lejano a relaciones con mujeres, gozaba de varias con hombres. Sin embargo, ahora eso se había acabado..., o eso creía Matew.

—Con... ¿mujeres? —Preguntó Tomás con una mueca algo chistosa.

—Ajá —Estaba convencido, nada lo haría cambiar de opinión.

—Oye, pero —Aguantando una rizotada, prosiguió—, ¿sabes al menos como se lo introdu...?

—Oye, marico, ya cállate. ¿No vez que estoy comiendo? —La sopa con espaguetis sabían a gusanos ahora que Tomás tomó el tema tan a la ligera.

     Sin aguantar más, escupió por fin su carcajada poco amigable.

—¡Matew, ¿en serio tu crees que...?! —Su incontrolable risa no le dejaba ni quiera terminar su frase. Aunque en realidad nunca parecía tener algo relevante que comentar

     Incluso saliva tiró en el almuerzo de su amigo.

—¡Mano, ya deja de menear la mesa ¿quieres?! Pareces carajito, de pana —Advirtió Matew, frustrado.

—Es qué —Recuperando al fin la respiración poco a poco prosiguió—, lo dices como si una chica se fuera a interesar en tí.

     Ante ese pesado comentario, no hizo más que bufar, esperando se callase de una vez.

—¿Iras a un prostíbulo? No tienes dinero ni para tí, ¿cómo esperas tener para una mujer?  —Se estiró sobre la silla, con un brazo sobre la espalda de esta.

—No iré a ningún lugar de esos —Dijo, casi incomprensible por la comida en su boca.

—¿Entonces qué planeas?, ¿secuestrar a la vecina Berta? —De nuevo, empezó a reirse cual desquisiado.

—Berta tiene cuarenta, asqueroso.

—Y tú veintitres, y no has tocado a una mujer —Como si le echara leña a una fogata; sus propios comentarios solo lo hacian reir aun mas, como si lo que dijera fuese en serio destornillante.

     Ya harto del poco apoyo de su amigo, decidió levantarse sin aún haber terminado la comida.

—¡Ya respeta, coño! ¡Nunca te puedo contar algo porque te ries como gallina loca!

     Tomás, secandose las lágrimas de gracia, se calmó un poco, intentando ahora tomarse sus palabras mas seriamente.

—Bueno, bueno, pero no te levantes; eso no hace que te respete más —Aún sonriente, tomó la cuchara de su amigo para sorber un poco de esa sopa—. Así que, ¿qué haras para cumplir tu meta, señorito Mat?

     Matew, cruzado de brazos, ojeó a su alrededor, pensativo. En realidad no tenía plan, solo un objetivo.

—Hmm, no sé. Pero una chica se enamorara de mí —La firmeza y decisión era clara.

     Una pícara y maliciosa sonrisa fue ampliandose en el rostro de Tomás.

—¿Qué tipo de chica?, ¿pitufina?

     La sala fue inundada una vez más de las estruendosas risas de aquel castaño insufrible.

—¡Ya, jodete! —Furioso, se alejó por fin de la mesa, refunfuñando—. ¡Nunca se puede hablar contigo sin que comienses con tus babosadas! —Se encerró en su cuarto tal como un adolescente colérico, incomprendido por sus padres.

—¡Babosada la que ofreceras en la cama, señorito! —Sus rizotadas seguro podían ser oidas por Berta.

~*~*~

     Empezaba la estación fría del año para los habitantes de Transéburg; una ciudad no muy bien administrada economicamente por el país. En cualquier puente, por más pequeño que fuera, se podían hallar grupos de vagabuendos escondidos como ratas; solo unos pocos tenian el "coraje" de sentase en las aceras de las calles a pedir dinero a quien fuese generoso.

     Esa ciudad, siendo considerada "una porqueria en educación" estaba repleta de personas intolerantes a lo diferente, o solo a aquellos menos afortunados; siendo capaces de agredir a los vagabundos, tambien conocidos ahí como "Síntechos"; proveniente de "aquellos sin techo" como los llamaban el gobierno.

     Era irónico: el gobierno les daba incluso nobre a esas personas, pero ningun tipo de ayuda. Era como crear dos "sociedades": "los tránseburgueses", y los "síntechos".
     En serio patético.

     Por el miedo a ser atacados, los síntechos rara vez tocaban las calles; únicamente en las noches, para buscar basura la cual ingerir, o von la cual trabajar sus patéticos intentos de casas.

     Entre los síntechos, estaba uno que nunca creyó en la posibilidad de quedar atrapado en ese grupo: Zyen, un chico muy valiente, o quizas muy estúpido, como para sentarse en las aceras, a pedir limosna; cosa quizás normal en otras ciudades..., pero posiblemente mortal en Transéburg.

—Me mostró una foto de unos chicos bien gays —Le comentaba Tomás mie tras caminaban a una tienda para comprar la cena—, después me preguntó: "¿quién es más guapo?", a lo que yo dije: "¡no mames, esos chinos son todos iguales, mujer!"...

     Un grupo de personas parecían estar rodeando algo, o a alguién en frente de ellos, bloqueando así el paso.

—¿Qué estarán viendo? —Interrogó Matew, acomodandose la molesta bufanda que parecía asfixiarlo.

—¡Seguro un artista callegero! Vamos a ver —Casi trotando, apresuró el pasó, obligando así a Matew a acercarse más deprisa

     Uniendosé así al conjunto de gente, vieron a síntecho sentado en el suelo, con un pedazo se carton que decía "tambien somos tránseburgues", junto a un pote completamente vacío.

     Las personas rodeandolo no le hacian daño alguno, es más: intentaban convecerlo de que no era seguro estar en las calles a esa jora del día, debía irse, o alguien podría lastimarlo.

     El síntecho, sucio y barbudo, se negaba, con una expresión neutral y carente de frases.

—Solo un síntecho —Comentó Tomás siendo escuchado unicamente por Matew—, no será un problema—Se dió media vuelta para seguir el camino de nuevo—. Mañana amanecera destripado.

     A Matew no le agradó el comentario, aunque fuese algo completamente posible. Aun así, no le importaba en realidad la vida de ese síntecho, pues despues de todo, ¿por qué llegaría a ser importante? Según la sociedad: ningún síntecho lo era.

    

Nota de autor

¿Qué tal? Esta historia ha sido creada junto a las ideas creativas de Rebecca, aunque es, en gran porcentaje, obra original mía. Gracias por leer.

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