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     Un insufrible canto provenía de la cocina en aquella mañana.

     Enfurecido, Matew salió de su cuarto sin poder tolerarlo más.

¡Lie, lie, lie lie, lie to mehhhh!

¡¿Pero qué problema tienes, mal nacido?!

—¡Ah, no me toques, basura enana!

     Con puñetazos en el hombro y un leve empujón pretendió callarlo por fin.

¡Lie to mehhh!  —Pero nada le cohibiría tanto talento a Tomás.

—¡Los vecinos ya deben estar hartos!

—Berta no —Respondió con un extraño puchero.

     Dándose por vencido, salió de la cocina para sentarse en la mesa para desayunar.
     Tomás, aún tarareando, sirvió el desayuno.

—Jenny tiene una amiga muy linda —comentó Tomás de repente, llevando un exagerado bocado de masa a su boca.

—Tu novia conoce a mucha gente —Agregó, sin importarle a qué quería llegar con el tema.

—Sí, idiota, pero lo que quiero decir es que su amiga está soltera.

     Matew no había prestado mucha atención a sus palabras...; era asqueroso como la comida se le caí de la boca a su amigo.

     Permanecieron en un largo silencio.

—¡Contestame! Soy muy lindo como para ser ignorado —Reclamó Tomás, otra vez con un, extraño, puchero infantil.

     "¿Qué?", preguntó estático y aburrido.

—¡Mierdahhh! Jenny tiene una amiga muy guapa, y está soltera. Tú eres soltero, ella es soltera. ¡¿Te lo explico con plastilina o qué?!

     El cerebro de Matew pareció activarse al instante.

—¿Pretendes que yo salga con ella?

—¡Aleluya!

     Estando repentinamente nervioso, le explicó que no deseaba salir con amigas de Jenny, puesto a que sí eran como ella estarían locas de remate.

—¡Trato de ayudarte, Matew! ¿Acaso no querías una novia? —Chasqueó los dedos en su rostro, obteniendo así que lo mirase—. Es chaparra, es rubia, ¡Y está muy buena!... —Pausó un instante analizando sus propias palabras—, no le digas a Jenny que dije eso.

     Pasando su mano por sus cabellos oscuros, irritado, quedó pensativo ante la propuesta de Tomás.

—Solo acepta y ya —Agregó en tono cansado—, no será nada serio, creeme. Solo es: "llegas, obtienes lo que quieres, y te vas".

—¿"Obtengo lo que quiero"? —Interrogó curioso.

     Decepcionado, Tomás llevo una mano a su propio rostro, bufando.

—Virgensita santa, ¡Dame paciencia!

     Matew frunció el seño, queriendo terminar con ese tema lo antes posible.

—Tú, y la amiga de Jenny, ¡harán cosas divertidas! —Explicó en un tono digno de un diálogo para niños pequeños—, después de haber hecho cosas divertidas, ¡Se acabó!: Sin compromiso, sin estrés. ¡¿Por qué no entiendes?!

—¡Sí, ya, ya! Ya entendí. No soy pendejo.

     Otro silencio incómodo.

—Pero no quiero apresurarme —Comentó Matew en baja voz, mirando a su plato—. Esperaré a encontrar el amor yo sólo.

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