Esa misma madrugada, Matew somnoliento olió un desagradable aroma.
—Hmm, ¿qué es...? —Levantó su cabeza del regazo donde estaba reposando—, ¿dónde...? —Las fuertes luces amarillas del salón del edificio lo aturdio al instante. No estaba en su departamento, ni siquiera habian subido las escaleras hacia este.
Se sentó con pesadez, observando dónde se hallaba: en uno de los muebles negros del salón principal, junto a un calentador que aquel edificio proporcionaba a los recidentes ahí.
—¿Tomás? —Volteó con los ojos entrecerrados a su lado, para preguntarle a su amigo por qué no estaban en el departamento—, ¿que hora...? ¡MIERDA! ¡¿QUÉ HACES ACÁ?! —Gritó aterrado al notar que en lugar de Tomás, tenia a otro sujeto a su lado.
—No grites —murmuró el mismo sintecho de hace unas horas, comodamente sentado en el mueble, con la cabeza recostada.
—¡QUE DEMONIOS! —De un sobresalto se levantó al instante—, ¿dónde está Tomás? ¿Qué hiciste con él, bola de trapos?
El síntecho, sin siquiera mover un musculo, guardó silencio.
—¡Oye! ¡Oyeme! —Insistió Matew furioso.
Relajado, abrio uno de sus ojos oara verlo.
—¿Quién es "Tomás"?.
Con una mueca irritada, giró los ojos, sin soportar esa calma del sintecho.
—No puedo creerlo—Musitó frotándose el rostro—, eres insoportable, bola de trapos.
—Tú eres el que anda gritando como perra loca, no yo —Contraído el pobre.
Quedó perplejo y aún mas irritado ante ese comentario.
Estaba furioso; aquel pobre en lugar de defender a Matew simplemente habia huido. Pero... Lo recogió cuando estaba por desmayarse del frío, y lo dejó dormir sobre su regazo.
Un desorden de odio y agradecimiento se mezclaban en la mente de Matew... Pero el odio ganaba.
—¿Por qué huiste?
Ante aquel inesperado comentario, en un tono tan serie pero calmado, hizo sentar al síntecho.
—Por qué tú me defendias.
Parado en frente de aquel oloroso pobre, Matew quedó confuso. "¿Eh?" dijo.
—Me salvaste, a pesar de ser pequeño y escluinque —Se levantó del mueble, mostrándose su notable altura a comparación de Matew—, te preocupaste por mi vida, asi que me asegure de estar a salvo, pues eso deseabas.
De nuevo, hizo una mueca, wsta vez más asqueado.
—¡¿Qué?! ¡No, no! No confundas las cosas —se apresuró a decir—, simplemente no me gusta la violencia.
Haciendo un incomodo contacto visual, hubo unos instantes de incomodo silencio.
—¿No te gusta la violencia, pero golpeaste al señor?
Otro silencio incomodo...
—Eso no te incumbe, metiche de mierda —Se dió la vuelta, ya exhausto, pretendiendo el irse a dormir a su departamento.
"2:40 am", Matew notó la hora del reloj de la pared.
A pesar de que deseaba discutir las cosas con el síntecho, prefería descansar de una vez por todas, en su comoda cama.
—¿A donde vas? —Lo siguió el pobre—, ¿te sientes mejor?
—A dormir, ya lárgate. Te echaran del edificio en algun momento.
Insistió en seguir a Matew, pero este se negaba, soportado el instinto de insultarle.
—Ya aléjate, olvidaré lo que pasó de acuerdo? No quiero que me vean contiguo —Se percató de nuevo del olor del pobre —. ¡Qué puto asco! Y hueles a cloaca.
Subiendo las escaleras, todavía detras de Matew, este se detiene, volteandose.
—Mira, síntecho, estoy demasiado cansado. Necesito que te vayas de una puta vez, en serio hueles a porquería. Pronto se daran cuenta, y esta vez si re pueden matas ¿entiendes?
Matew, a unos escalones mas arriba que él, parecía tener la misma altura. Los ojos de aquel pobre estaban carentes de esperanza alguna, agotados, debilitados. Sus cabellos, desaliñados, con varias capas de mugre, sobre lo que parecía ser cabello gris. Tras un suspiro desalentador, comentó:
—¿Y a dónde voy?
Matew quedó en silencio.
—Soy un Síntecho —Recordó con su profunda y calmada voz—, cuando salga, regresaré al frio invernal, aquel del que te salve a ti.
La culpabilidad estaba consumiendo a Matew. ¿Qué se supone que hiciera? No podia estar mucjo tiempo con ese pobre pues lo perjudicaría a él frente a la sociedad.
Sin ganas, casi como si denuna obligación moral, Matew preguntó :—¿Y qué mierda esperas que haga?
Con sus ojos esperanzadosnde nuevo, casi como si viera un angel, el síntecho sonrió casi imperceptiblemente.
—Déjame dormir contigo.
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Puedes irte cuando quieras
Jugendliteratur"En realidad lo nuestro no fue una novela, se sintió como el más absurdo de los cuentos". Matew es un desastre, pero al conocer a ese chico de las calles, se dió cuenta que existen personas que la pasan peor que él. Ahora conciente de ello, se...