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Observé frente a mí y me hallé con la más dura e incesante soledad. Las tenebrosas sombras del exterior se reflejaban como figuras deformadas, logrando que me sintiera acompañado de solo la brisa nocturna y el pausado movimiento de los árboles.

Después de aquel primer encuentro entre aquel danzante de cabellos dorados, cuyas mejillas sonrojadas se mantenían vivas al contacto del frío y el latido de su corazón seguía un ritmo tranquilo, no dudé en espiarlo cada noche. Sus ojos brillaban como dos luceros, sus ropas eran nuevas y con hermosos diseños, pero no dejaban de ser humildes.

Sus pasos tenían la intención de ser sutiles e impredecibles, pero siempre terminaba fallando en eso. Mi audición era perfecta y nunca dejaba pasar el sonido de sus pasos por el camino en dirección a mi castillo. A pesar de las enredaderas llenas de espinas a los costados, de la nieve friolenta o la lejanía de mi hogar, no existía día en el que no apareciera en medio de mi jardín y robara rosas.

— ¿Algo de bueno tienen mis lágrimas, pequeño rayo de sol? — Musité mientras lo observaba — ¿Te satisfacen de alguna manera?

Verlo desde mi ventana era un completo deleite. Su cuerpo era pequeño y delgado, su cabello castaño y rizado me hacía recordar a los rayos del sol que me eran prohibidos observar desde que adopté esta forma monstruosa. Me preguntaba constantemente si debía acercarme a él y preguntarle personalmente la razón detrás de sus robos, pero me sentía tan impropio de su belleza y su palabra que siempre me quedaba detrás de mi ventana y desaparecía entre las sombras para que sus ojos no se enfocaran en mí.

Mi rutina no era mucha. Salía a buscar mi propia cena y la sangre de pobladores malvados que causaban injusticias dentro del pequeño pueblo donde vivía el pequeño rayo de sol. Aunque la sangre de aquellos malhechores siempre tenía un sabor insípido, no me atrevía a probar otra, puesto que no se merecían morir por mi causa. Mucho menos, aquel ladronzuelo que alegraba y acompañaba mis noches.

— Si mañana todo sale como espero, — escuché la voz del pequeño y no dudé en prestarle toda mi atención — podré comer por toda la semana. Además de comprar un poco de ropa y pagar las deudas de mi padre.

Su rostro se iluminaba con aquella dulce sonrisa y mis ojos no podían dejar de observarlo. ¿Cómo podía una persona poseer una belleza tan espléndida? ¿Por qué sus movimientos eran delicados y su voz era una maravillosa melodía nocturna? Si tan solo tuviera el valor de acercarme un solo segundo y observarlo de cerca, podría decirle que mis pensamientos han sido invadidos por su presencia y que mi vida ha encontrado un pequeño espacio colorido, dentro de tanta obscuridad.

— Papá tendrá sus medicinas por fin, — seguí escuchando — si él se recupera, yo... yo... no me quedaré solo.

Pequeñas lágrimas descendieron por sus mejillas, un fino y delicado fluido que terminaba sobre algunas de las rosas de mi jardín. Él no fue capaz de observar el poder que sus lágrimas tenían sobre las mías, no era capaz de observar como el color obscuro de la rosa empapada iba cambiando a un color azul tan similar al mar que me sorprendió por completo.

Lo vi salir del jardín, las rosas negras descansaban en su pequeño canasto y sus pequeñas y rechonchas manos iban limpiando sus mejillas de la humedad anterior.

Su última petición perduró en mi corazón.

Soledad.

Él también le tenía miedo a la soledad.

Él también necesitaba de alguien para sentirse seguro y feliz.

Él me necesitaba inconscientemente.

Porque la muerte era el causante de una separación inevitable y del estancamiento en esa dolorosa soledad y cruel monotonía.

Yo era inmortal.

Yo nunca lo dejaría, me quedaría con él hasta que su respiración se pausara para siempre y sus ojos no volvieran a ver la luz del sol.

Nuestra inmortalidad tiene una desventaja, Zayn. Podemos vivir eternamente, pero, ¿a costa de qué? De ver morir a nuestros seres queridos y no recuperarlos.

¿Esas palabras eran sacadas de tu propia experiencia, hermano? ¿Por eso decidiste convertirme en un vampiro? ¿Por qué no querías verme morir?

Por eso, no te encariñes con ningún mortal... porque tarde o temprano tu existencia perdurará más que la suya y sufrirás por ello.

¿Fue por eso que le propusiste a Shawn huir de aquel lugar y convertirlo en vampiro? ¿Por esa razón lo obligaste a ir contigo en aquel viaje y regresaste con el corazón hecho pedazos?

Si yo pudiera acercarme al pequeño ladrón, si pudiera decirle que puedo ocupar el lugar de su padre y no dejarlo solo, ¿él lo aceptaría?

No.

Mi imagen sería despreciada por él, nunca más volvería y entonces todo volvería a ser oscuridad. Todo mi ser demuestra ser un horrendo defecto de toda la grandeza natural que existía, no era más que un ser despreciable que merecía desaparecer de aquí.

No puedo darle eso.

No a él.

¿Por qué nunca te tuvo miedo? Él es humano y los humanos nos detestan. ¿Por qué Shawn no?

Porque usé una máscara para acercarme a él. Lo engañé y jugué con sus sentimientos hasta que yo fui el que cayó por él. Tal vez esta separación es mi castigo por creer que él nunca descubriría quien soy en realidad.

Una máscara. Necesitaba aquella máscara que me permitiera acercarme al hombre. Necesitaba aquel medio entre él y yo, que pudiera preguntarle por su nombre y pudiera entablar una conversación larga y tendida con él, algo que yo nunca podría realizar, puesto que era un cobarde.

Salí de mi castillo después de verlo desaparecer, me acerqué lentamente hacia el lugar donde las lágrimas de aquel joven habían caído y me hallé con dos pequeñas rosas de color azul, algo casi inaudito de ver. Una maravilla siendo creada a partir del dolor humano, un pequeño recuerdo del miedo que sentía al encontrarse solo.

Lo siento, bello joven, pero no puedo verte frente a frente.

No quiero asustarte.

Pero, si requieres de un amigo que pueda consolarte en aquellos momentos débiles, podría conseguirlo para ti.

Porque no deseo ver más aquellas lágrimas descender por tus mejillas, no quiero ver como aquella hermosa y radiante sonrisa se desvanece.

Quiero cuidarte y deseo que vivas una vida feliz.

Porque, a pesar de estos sentimientos confusos que has despertado dentro de mí, no quiero que termines como mi hermano.

No quiero que desaparezcas, mi dulce esperanza.

The truth untoldWhere stories live. Discover now