No sabía cuantas veces había experimentado esa sensación ya. Solo tenía siete años, y la humillación pública era algo a lo que estaba mas que acostumbrado. En su casa, ya no hablaba con nadie. Su madre estaba demasiado ocupada y estresada, cualquier cosa que le dijera la tomaba a mal. Su padre, ni siquiera estaba disponible. En su intento por sobrevivir, se aisló un poco de su familia.
Pero eso no era todo, Richie Tozier no tenía buena fama en el colegio, oh no, por supuesto que no. Era escoria, basura. No debía estar ahí, y sus compañeros de clase se lo hacían saber constantemente. Cada insulto, cada empujón. Se clavaban en el como una estaca, aún así, nunca perdió su sonrisa. Y eso, era lo que mas molestaba a sus acosadores. El acoso comenzó el mismo año de la muerte de su abuelo. Todos lo aislaron, pues habían empezado rumores sobre el y su familia. Todo el que se juntara con el correría la misma suerte, así que en poco tiempo pasó de ser alguien popular, a ser totalmente aislado, como si tuviera algún tipo de enfermedad contagiosa y mortal. Pasaba los recreos jugando solo, correteando por los patios entre risas. Perdiendose en su mundo. Pero esta fantasía no le duraría mucho. Se percató de que cuando pasaba cerca de algunas personas, le insultaban. Le tiraban piedras, basura, lo que estuviera a su alcance. Y el no entendía por que ese grupo de niños lo odiaba, no comprendía que había hecho. Pensaba que el tenía la culpa, y trató por todos los medios acercarse a ellos, estar con ellos y hacer todos los recados que quisieran, ser su esclavo personal, con el que podrían desquitar su odio. Y el solo sonreiria y aceptaría ese maltrado, porque creía que lo merecía. Si su madre lo hacía, ¿Por qué debía ser diferente con sus compañeros? El dejaba que le golpearan o insultaran, lo merecía, ¿Verdad?
Y así pasó dos años, yendo de grupo en grupo, dejando que las agresiones físicas y verbales continuaran. Hasta que llegó a topar con cierto chico y sus amigos.
Tenían ya casi diez años, y conoció a Eddie Kaspbrack. Richie tenía las rodillas ensangrentadas a causa de los empujones que su grupo de "amigos" le habían dado. Eddie vio al chico caminando así a la salida del colegio, alarmandose al verlo tan tranquilo. En comparación a los otros niños del colegio, Richie volvía solo a casa.—¿Como puedes caminar con las rodillas así? ¿No te duele?- Preguntó curioso el chico mas pequeño, haciendo que el de cabellos oscuros se alarmase por su presencia, dedicándole una sonrisa antes de contestar.
—En realidad ya estoy acostumbrado, y tampoco duele tanto, mi madre dice que soy de acero.
—Si lo dejas así se te infectará, dejame ayudarte.
Y dicho eso, tomó la mano del mas alto, llevándolo casi a rastras a través de la gente, caminando a algún lugar menos transitado donde pudieran sentarse y limpiar la herida. Para la sorpresa de Richie, pararon en la casa que sería del mas pequeño, pues no quedaba realmente lejos de la escuela y Eddie pensó que su madre podría ayudar.
El joven de grandes gafas se presentó educado a la madre de Eddie, quien le curó las heridas y le dejó merendar con su hijo. Eran nuevos en aquél pueblo, no sabían nada de la fama de Richie, pues quedó en el pasado y ya apenas se recordaba. Aún así, el acoso seguía y no parecía que a nadie le importase lo suficiente como para pararlo.Ese día fue el día en el que mejor se lo había pasado con diferencia. Llevaba demasiado tiempo sin reír tanto. Eddie se preocupaba por el, por su bienestar, le cuidaba lo mejor que podía y se la pasaban riendo. Eddie le presentó a Stanley Uris, Bill Denbrough, y a Ben Hanscom. Ellos le defendieron cuando aquél grupo de acosadores querían a su "esclavo" de vuelta. No permitirían que Richie volviera a eso, y el no podía estar mas agradecido.
Aún así, los abusos en casa no pararon.
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Suicide boy. -Reddie-
Não FicçãoRichie Tozier, un chico de 17 años que, tras una serie de sucesos traumáticos, decide que no forma parte de este mundo. Esta historia lleva un tiempo en mis borradores y la voy a publicar así sin revisarla jaja salu3.