Uno necesitaba un hacker y no creyó que la presencia de aquella joven de baja estatura y caracter peculiar aportaría más que códigos y seguridad al grupo, pero se equivocaba.
Ocho se convirtió en el corazón del equipo, ganándose el aprecio de todos...
Seis y Ocho fueron a un pequeño parque después de comprar sus malteadas.
—¿por qué dices eso?—
—Porque llevamos 40 minutos dando vueltas en este parque.—la chica se detuvo, dando un largo suspiro.
—No quiero enfrentarme a Cuatro, no ahora.—
—Bueno, no me molestaría seguir vagando por ahí contigo pero va a oscurecer pronto y debemos volver.—
—... ven, quiero mostrarte algo.—
El par de fantasmas recorrió las calles durante un buen rato, llegando finalmente a un vecindario en la parte baja de la ciudad. Se detuvieron frente a un gran edificio.
—¿qué hacemos aquí?—Seis miraba confundido el enorme departamento.
—Aquí vivo. Ven, pasemos.—
La chica ingresó un código en el pequeño tablero digital de la entrada, haciendo que la puerta emitiera un leve pitido antes de abrirse.
—Asi que vives en un departamento.—
—Sip. Tuvimos que mudarnos a Estados Unidos por el tratamiento de mi hermano, alquilamos aquí con el dinero de las cuentas bancarias que hackeaba.—ambos subieron al ascensor.
—¿Y cómo terminaste con nosotros?—la chica sonrió con cierta tristeza al recordarlo.
—Cuando Lucas murió... quise suicidarme... entonces Uno me encontró.—Seis sufrió un escalofrío con aquello.
—____...—
—Tranquilo, ya estoy mejor.—le sonrió.
Al llegar al último piso del edificio, ____ abrió la puerta frente al ascensor.
—Es bastante lindo.—soltó con sorpresa el conductor.
—¿qué imaginabas? ¿que vivía en una pocilga?—
—Pues vi tu cuarto en la guarida, eres bastante desorganizada.—la chica rió—. Nos quedaremos aquí entonces...—
—Yo sí... tú no. Volverás al refugio.—Dave estaba por protestar, cuando Ocho le indicó que la escuchara—. Necesito estar sola, espero que lo comprendas.—
—¿segura segura?—la chica sonrió.
—Segura segura.—Seis asintió vagamente.
—Ok, entendido... pero antes ¿podemos pedir una pizza?—
Después de cenar entre anécdotas y bromas, Seis pidió un taxi y se marchó del departamento, aún sin estar del todo convencido de que dejarla sola era una buena idea.
°•°
Uno entró al bar ansioso, buscando con la mirada a aquella castaña que tanto lo había preocupado.
—Buen lugar ¿qué es lo que te gustó de aquí? ¿la cerveza?—
Se sentó frente a ____, quien ocupaba la última mesa del bar donde se conocieron.
—Aquí evitaste que cometiera la mayor estupidez de mi vida, eso lo hace importante.—el hombre sonrió.
—¿la mayor estupidez? No no, esa fue dejar el equipo.—
—Yo no los dejé, solo... no quiero estar en el refugio.—
—Niña, no tienes idea de lo mal que se siente estar en ese lugar sin ti. Es como estar en un velorio... uno que parece durar una eternidad.—la chica sonrió al recordar sus desayunos junto a Dos y Tres.
—Yo también extraño la casa, y apenas fue un día... pero lo que ellos dijeron, Uno... de verdad me afectó.—
—Lo sé, Cinco fue algo impulsiva y-
—Tú prometiste que aquí mi pasado quedaría en el olvido.—
—Bueno... Fuiste tú quien se lo dijo a Cuatro.—
—¡él debía guardar el secreto!—se cruzó de brazos ofendida—. Dijiste que podía confiar en ellos.—
—... estoy sintiendo que tratas de echarme la culpa a mí.—la chica sonrió a labios cerrados.
—Solo un poquito.—
—Si te hace sentir mejor, échame toda la culpa que quieras. Pero dejemos de estar aquí perdiendo el tiempo y volvamos a planear el próximo ataque.—
—Ya te lo dije en la carta, voy a seguir ayudando. Sólo que no volveré al refugio, quiero mantener mi regla de "no matar sin un motivo real" y eso será imposible si me cruzo a Cinco... quiero romperle la cabeza.—
—... guardas mucha violencia en ese cuerpo de duende.—
—Púdrete.—
—Entonces... ¿contamos contigo?—
—Claro que sí.—
El resto de la tarde, Uno y Ocho le fueron dando forma al plan en torno a Dominik. Para el líder hubiese sido mucho mejor charlarlo con todo el equipo, pero comprendía que la chica no estaba lista para volver a verlos, o al menos a dos de ellos.
°•°
—¿viste su casa?—
—Sí.—
—¿y era linda?—
—Bastante.—
—¿es igual de desordenada que aquí?—
—No tanto.—
Seis respondía sin demasiadas ganas las mil preguntas que Tres le hacía.
—¿y dónde vive?—preguntó Cuatro, ganándose una sonrisa socarrona de Seis.
—¿de verdad crees que te lo diré? Pff, sueñas.—
—Necesito hablar con ella.—
—Amigo ¿es que no lo entiendes? Ella no quiere volver a verte.—
Billy tensó la mandíbula antes de retirarse de la sala. Estaba molesto. No con Seis, no con ____. Estaba molesto con él mismo y con...
—Esa cara larga no me gusta.—Cinco alcanzó al rubio—. ¿quieres ir a escalar en la tarde?—
Billy no podía creerlo. La tranquilidad con la que Cinco se manejaba lo asustaba. Todo el equipo estaba de los nervios por saber más de la hacker, pero la doctora parecía pasar de ello, hasta lo disfrutaba.
—¿es una broma? Acabamos de perder a Ocho y tú... ¿piensas en escalar?—
—¿qué tiene de malo?—
El rubio ya no quería seguir con aquello.
—No quiero seguir con esto... lo nuestro. Se acabó.—respondió de mala gana.
Antes de que la chica llegara a protestar algo, Cuatro abandonó el refugio.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.