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Tessa

El chico que resultó ser mi acosador personal hizo que todos los hombres que me estaban mirando como si fuese un pececillo en un tanque con tiburones saliesen de la habitación.

Cuando todos subieron las escaleras y desaparecieron de la estancia el se volvió a sentar en su sitio, dándome la espalda de nuevo. Yo me quede quieta sin saber muy bien que hacer. ¿Debería sentarme? ¿Hablar? Miles de pensamientos estaban atravesando mi mente. Me encontraba en la misma habitación que un chico realmente guapo pero que a la vez era el loco de las notas mágicas.

-Nada me disgustaría más que interrumpirte mientras vuelas con tu unicornio por mundos apasionantes pero, tú no tienes toda la eternidad. -El chico se giró levemente y me indicó con la mano la silla que tenía enfrente. -Si no es mucha molestia, siéntate.

Caminé hacia donde me había indicado con pies de plomo. Sentía que mi corazón comenzaba a acelerase cada vez que daba un paso, acercándome a la mesa de negocios. Me senté y miré durante unos segundos a mis zapatillas negras, sentía su mirada clavada en mi rostro fija, sin moverse , esperando a que reaccionase.

Dirigí mis ojos hacia el frente y me encontré con los suyos automáticamente. Tenía una expresión seria pero aún así, había una pizca de diversión en él. Estaba apoyado totalmente en el respaldo de su silla mientras que sus largos dedos tamborileaban en la mesa. No sabía muy bien que decir, ni menos aún como comportarme.

-Ya que parece que tú no vas a tomar la iniciativa en esta conversación voy a ser yo quien lleve los pantalones en esta relación. -Dijo mientras me lanzaba una sonrisa de medio lado y me guiñaba un ojo. -Veras Tessa, puedo llamarte Tessa ¿verdad? Bueno a lo que quiero llegar es que he estado indagando sobre tus orígenes y esas cosas aburridas. Te necesito a ti y a tus truquitos mágicos.

Si ya estaba confundida antes, ahora mi cerebro se encontraba en un vórtice de continuas dudas, no podía asimilar absolutamente nada ni entendía el porqué de la situación. Volví a mirar al techo en todas las direcciones buscando la cámara oculta que no había encontrado en la biblioteca. ¿De que trucos estaba hablando?

-Perdona pero es que no te entiendo. Creo que te has confundido o alguien te ha dicho algo que no es...

-Tú nombre es Theresa y naciste el 13 de octubre del 2001. Tus padres se conocieron de vacaciones en Egipto cuando eran jóvenes y vaya, años más tarde naciste tú. Tu abuela es una buena mujer, se llama Támara y de pequeña te leía muchas de las leyendas egipcias. -Rodó los ojos mostrando que estaba cansándose de hablar conmigo. - ¿Quieres que siga? Tessa conmigo no tienes que ocultarte, ya lo sabes.

-¿Quien eres? ¿Has estado espiándome? Mira, no sé de qué me estás hablando y no estoy ocultando nada. No te conozco de nada y de pronto empiezas a mandarme notas hablando de no sé qué don. Me quiero ir de aquí. -La voz me temblaba y el me estaba mirando fijamente y cada vez estaba más asustada.

-¿Por qué pareces que no sabes nada? ¿Me ves cara de mundano o que te pasa? -Dijo echando la cabeza para atrás mientras estiraba la espalda, se estaba desesperando al escucharme y yo no sabia porque.

-Porque no sé de qué me estás hablando ya te he dicho que te has debido confundir de per...

-¡Silencio! -Golpeó la mesa con el puño y observé con asombro que había dejado una marca con la forma de su mano. - ¿Como te atreves a reírte de mi de esa manera? Sabes perfectamente que no me conocen por mi suprema paciencia, ese en mi hermano, no yo. -Dijo mientras se levantaba.

Yo me quede sentada, paralizada ante el repentino cambio de humor del chico. Él se acercó y se paró justo a mi lado, me observo durante unos segundos en silencio y acto seguido con sus dedos largos agarró suavemente mi mentón, obligándome a mirarle directamente a los ojos.

- ¿Por qué eres tan rebelde? No me malinterpretes, me encanta que me retes de esa manera pero esto es serio. -Sus dedos seguían en mi mentón, dejando una sensación de frío en el lugar en el que me estaba tocando. -Venga brujita, si tú me ayudas serás recompensada, ¿que es lo que más deseas en el mundo?

Fue entonces cuando me desborde por completo, estaba loco. El nudo que se encontraba en mi garganta desde que había entrado en aquel bar se deshizo por completo y un suspiro salió de mi, acompañado de una lágrima. Él chico me miro con cara de no entender absolutamente nada y eso solo hizo que me sintiese peor. Estaba loco de remate.

-Yo no sé de qué estás hablando de verdad, ¿quien eres? -Dije mientras intentaba que ninguna lágrima más saliese de mis ojos. -Te prometo que no se nada, si supiese con que necesitas ayuda lo haría, pero no entiendo que estás diciéndome.

Se separó de golpe y vi como sus ojos aumentaban de tamaño, reflejando sorpresa. Peinó su pelo de forma nerviosa mientras seguía mirándome como si fuese un extraterrestre.

-Me estás diciendo la verdad pero ¿como es posible que no te hayan enseñado nada? -Susurró mientras comenzaba a caminar de forma nerviosa de un lado a otro. - ¿Como es posible que tú madre no te haya enseñado nada? Según el linaje tu debes de ser la siguiente. No tiene ningún sentido. -Seguía paseándose pero había dejado de dirigirse a mi, estaba hablando para el mismo.

-¿Podrías decirme quién eres? -El había sacado su teléfono móvil y estaba marcando rápidamente el número de alguien. Con un dedo me indicó que esperase.

-Anubis, soy yo. Tenemos un problema y de lo gordos. No sabe nada de los nuestros. -Se quedó en silencio mientras se mordía el labio ligeramente. - Nada de nada. ¿Que vamos a hacer? Es la última de su estirpe. -Otro silencio recorrió la habitación mientras comenzaba a caminar de nuevo. -Si, en el Snakeroom, ven ya.

El chico suspiró mientras guardaba el teléfono en sus vaqueros negros. Volvió a mirarme de esa manera que hacía que mis nervios se desbordasen. ¿Anubis? ¿Qué clase de persona llama a su hijo así en pleno siglo veintiuno? El joven comenzó a caminar hacia mi de vuelta, me cogió la mano con su gran mano y se flexionó levemente ya que estaba sentada.

-Soy Seth y también tu nuevo mentor de magia egipcia. -Dijo mientras besaba suavemente el dorso de mi mano.

SethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora