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Tessa

Allí estaba yo, una chica adulta sentada en una silla en contra de su voluntad pero que tampoco hacía mucho por escapar de sus secuetradores, quienes por cierto eran supuestos dioses realmente apuestos. Para nada había que recalcar el pequeño detalle de que me encontraba en el sótano de un bar a las dos de la madrugada con una camiseta de Harry Styles.

Seth y Anubis, el chico de sonrisa entrañable, se habían separado unos metros de donde me encontraba para cuchichear seguramente de mí y de mi poder oculto. Rodé los ojos por lo surrealista que estaba siendo esta noche pero una parte de mí se estaba creyendo toda esta situación de magia egipcia y me sentía realmente estúpida. Dirigí la vista hacia Seth y le observé, apreciando su fuerte cuerpo y su rostro de chico popular que, aunque me costase adimitir, me atraía.

En la conversación parecía realmente despreocupado, sus gestos me trasmitían tranquilidad pero su ceño fruncido en algunos momentos me decía todo lo contrario, algo iba mal pero estaba intentando disimular. De pronto, sus ojos se dirigieron a mí, mirandome de lado y, como era obvio, me pilló de lleno espiándole a escondidas. Levantó las cejas y me sonrió sin enseñar sus dientes, sentí un sentimiento que me recordó a ternura cuando sus hoyuelos se hicieron presentes en su pálido rostro.

Noté como mi cara se tornaba cada vez más roja y él aún seguia haciendo contacto visual conmigo, asintiendo a lo que Anubis le estaba diciendo pero sin prestarle la suficiente atención. Fue entonces cuando me guiñó un ojo y retorno a la discusión en la que se encontraba. Sentía que mi corazón palpitaba más rapido, acelerando notablemente y de pronto recordé el accidente pasado con nuestras piernas. Fue entonces cuando los dos chicos volvieron a donde me encontraba, me revolví en mi asiento y me apoyé en la mesa que tenía delante.

-¿Podeís dejaros de tanto secretito y contarme para qué narices me tenéis aquí? Son las dos de la mañana y me gustaría volver a mi casa, concretamente a mi cama que es donde debería estar. -Dije mirando a Anubis pues aún no me había recompuesto de la anterior escena con el señor sonrisas.

-Vale, iremos a tu cama si es lo que quieres. Me encantan las chicas directas. -Me susurró Seth mientras me miraba de forma divertida. Puse mi mejor cara de indignación y entonces volvió a ponerse relativamente serio. -Vale brujita, no me mires así que me asustas. Te lo diremos, pero antes tenemos que ir a mi casa a por unos cuantos documentos bastante delicados.

-¿Puedes parar de llamarme brujita?, espera, tu no habrás robado... -Fue entonces cuando todo me cuadró, todo lo raro que estaba pasando últimamente, solo había un motivo y ese era Seth.

-Yo no he robado nada, ese papiro me pertenece desde hace tanto tiempo que incluso te asombrarías. No es mi culpa que a los mundanos les guste apropiarse de cosas y exponerlas en esos aburridos museos. -Dijo mientras se encogía de hombros y me miraba aburrido. Perfecto, ahora soy cómplice del atentado, todo está yendo de maravilla.

-¿Podéis parar ya? Tenemos que ir a por el papiro, Seth. Te recuerdo que no nos sobra mucho tiempo de más. -Anubis me recordaba a Pepito Grillo, parecía que jugaba el papel del angelito en el hombro derecho de Seth. -Ahora Tessa, cuando subamos no mires a nadie y sigue a Seth sin hacer nada raro.

Guardé silencio ante las palabras del chico de pelo castaño. Para qué engañarnos, me había asustado un poco pero, por una extraña sensacion que desconozco, confiaba en Seth y no sé si esa es la mejor opción que podía tener.

-Tío Anubis, te ha faltado el: ¡Manos arriba esto es un atraco! No se lo tengas en cuenta brujita, siempre se pone nervioso cuando esta con chicas. -Dijo Seth mientras comenzaba a caminar dejándonos atrás. Miré a su amigo y noté como parecía que estuviese sonrojándose.

Anubis me hizo un gesto con la cabeza para que fuese con Seth y caminé rápidamente hasta ponerme a su lado. Al llegar a la puerta ambos nos paramos y entonces me miró para asegurarse de que estabamos todos listos. No me había fijado en lo alto que era Seth hasta ahora que lo tenía a mi lado. El posó su mano en mi espalda y de nuevo noté las pequeñas corrientes eléctricas que sus dedos estaban dejando en mí. Él me agarró levemente la camiseta y entonces, abrió la puerta haciendo que todos los hombres que se encontraban en el local se giraran.

Seth saltó por la barra con elegancia y me ayudó a bajar con cuidado. Todo el ambiente desprendía tensión y el silencio era realmente incómodo. Yo seguí la orden de no mirar a nadie y entonces, cuando nos estabamos encaminando hacia la puerta nuestra misión que parecía ir a la perfección se fue al traste.

-¿No nos vas a presentar? -Dijo a mi espaldas una voz que por alguna razón me era conocida.

Levante la cabeza desobedeciendo a Anubis y miré a mi alrededor. Todos los hombres que se encontraban en el local estaban llenos de tatuajes y vestidos de cuero como si perteneciesen a un club de moteros que se negaban a afeitarse.

Noté como Seth se pegaba más a mí y de un movimiento me acercó completamente a él, de tal manera que mi cabeza estaba casi apoyada en su pecho. Mi piel se había erizado al aumentar el contacto con las notables corrientes que su cuerpo y el mío producían. Su agarre en mi espalda se había intensificado y su posición era absolutamente defensiva, sin embargo, parecía que en cualquier momento comenzaría a pelearse con todos esos hombres.

-Bill... -Dijo Seth en tono de advertencia.

Mis ojos chocaron de nuevo con el hombre que ya había visto en el sótano y su mirada me estaba poniendo los pelos de punta. Mi cuerpo me estaba mandando avisos y todos ellos indicaban que saliese corriendo o... que confiase en Seth y no sé por qué, pensaba que la última era la mejor opción.

-No seas egoísta chico, comparte a la dama con dones para nada convencionales. No querrás que la Orden... -No acabó la frase pues había quedado clara su amenaza.

El hombre sabía lo de mi "don". En realidad todo el mundo parecía saberlo excepto yo. Bill me quería y por un momento pensé que mi acosador obsesivo me cumpliría el deseo. Noté a Seth tensarse a mi lado y fue entonces cuando dejé de sentirme segura, transformando la confianza en miedo. ¿Dejaría que me quedase con ese hombre? No conocía a Seth pero una parte de mí confiaba ciegamente en él, pero la forma en la que nos habíamos visto por primera vez no era realmente la más indicada para una amistad sana. Llevé mi mano a la parte baja de su chaqueta negra y la agarré con fuerza, trasmitiéndole todo lo que estaba sintiendo en ese momento.

Busqué con la mirada a Anubis y vi su pelo ondulado cerca de la puerta, colocado en una pose defensiva, esperando a los futuros acontecimientos.

Seth retiró la mano que tenía en mi espalda para colocarla sobre mis hombros, abrazándome completamente. Mi corazón se aceleró y no sabía si era causa de la adrenalina o por su roce tan familiar.

-Espero que eso no haya sido una amenaza querido mercenario chapuzas. Solo te voy a decir esto una vez Bill... Ni se te ocurra ponerle ni uno de tus sucios dedos encima, está conmigo. Ahora si lo deseas, puedes ir corriendo a llorarle a la Orden como un niño. Solo te voy a recordar que quien manda aquí soy yo, no ellos. -Seth había utilizado un tono tan cortante y frío que incluso parecía otra persona. -Vamos fuera. -Dijo ahora mirándome con sus ojos verdes, suavizando sus gestos.

Me agarró del brazo con firmeza y siguiendo a Anubis salimos de aquel infierno.

SethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora