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Tessa

Cuando salimos de aquel local el frio aire de la noche me azotó la cara y automáticamente note como el gélido viento calaba en mi piel, erizándola. Pasé mis manos por mis brazos para intentar calentarme y fue entonces cuando caí en la cuenta de algo: se me había olvidado la chaqueta en el sótano junto a mi chaqueta rasgada. Palpé nerviosamente los bolsillos de mi pantalón y me relajé al notar que mi móvil estaba en la parte trasera.

Seth estaba con su teléfono escribiendo rápidamente en la pantalla. Sus ojos y los míos chocaron y me sonrió de lado haciendo que volviese a mi esa extraña sensación.

- ¿Estás lista? -Dijo mientras agitaba delante de mi cara unas llaves. Asentí aún nerviosa por todo lo que había pasado hace unos minutos.

Le seguí mientras sentía a Anubis caminando a mis espaldas. Giré la cabeza buscando con la mirada al que podría ser el coche de Seth, sin embargo, se paró delante de una moto negra con aspecto peligroso desconcertándome por un segundo.

-Voy a hablar con el oráculo, cuando le hayas explicado eso avísame, cuanto antes empecemos mejor. -Dijo Anubis de forma despreocupada. -Nos vemos Tessa. -El chico me sonrió tímidamente y sentí como su ternura hacia paso en mí, dejando una sensación de calidez.

-Adiós Anubis. -Dije sonriéndole de vuelta y despidiéndome mientras agitaba mi mano de forma ridícula. El chico con aspecto de surfero se marchó caminando en la dirección opuesta sin mirar atrás y con paso tranquilo.

Seth ya se había subido a la moto negra y todo el emanaba un aura de advertencia como si fuese una preciosa y elegante serpiente que en cualquier momento saltará para envenenarte. Él no parecía peligroso, lo era.

- ¿Brujita? -Dijo mientras arrancaba el motor y este rugía ferozmente. Seth me miró fijamente y yo puse los ojos en blanco al escuchar lo que parece ser que se había convertido en mi apodo.

- ¿Y los cascos? -Pregunte intentando inculcar algo de sentido en toda esta situación surrealista.

La única respuesta que obtuve fue una mirada divertida y una sonrisa de lado cargada de arrogancia. Sentía el frío calar en mis huesos provocando que mi mandíbula castañease violentamente mi cuerpo estaba congelándose lentamente como si me encontrase nadando entre nieve. Seth me recorrió con una mirada confusa hasta que pareció entender que me estaba pasando.

Sin bajarse de ese trasto infernal se deshizo de su chaqueta negra de cuero con rapidez y elegancia con movimientos que me recordaron a un gato. Me la tendió y pude ver los tatuajes que recorrían en uno de sus brazos. la tinta negra cubría toda su mano y se perdía por la manga de la camiseta de manga corta que llevaba. Aunque me doliese rechazar a mi orgullo de mujer independiente que no necesita a un hombre con gestos "románticos" me coloque su chaqueta torpemente para evitar morir de hipotermia.

-Lo que me faltaba ahora, que te murieses de frio. Nunca entenderé lo débiles que sois los mundanos. -Dijo mientras los hoyuelos se hacían presentes en su rostro. Bufé cansada de su sarcasmo y de que provocase sentimientos demasiado raros para describir. Con un gesto me indicó que me subiese, manteniendo su sonrisa.

Aunque la parte consciente que se encontraba en mí estaba gritando que no lo hiciese, me subí detrás de él en esa máquina del diablo. Nunca me habían gustando mucho las motos, me parecían demasiado peligrosas e inestables . No era que me diesen miedo, pero en la única que me había montado era en el scooter naranja de Gia y entre esa pequeña moto y la de mi acosador personal había una diferencia abismal.

Sin esperármelo, Seth aceleró violentamente y me abracé con fuerza a él pues sentía que en cualquier momento me iba a escurrir. Noté como su cuerpo reflejaba lo divertido que le estaba pareciendo verme agarrada cual lapa a su cuerpo, se estaba riendo de mi repentino cambio de chica dura sin miedo a las motos a niña asustada como si estuviese en la peor montaña rusa del mundo.

Pasados los minutos y al adaptarme a la excesiva velocidad que parecía gustarle a mi compañero y al viento chocando contra mi cara me sentí en paz por un momento. Notaba como la enorme chaqueta de Seth me abrazaba y me daba una sensación de protección, fue entonces cuando mi violento agarre se volvió más suave, pero sin dejar de rodear su abdomen.

Lentamente y condicionada por la tranquilidad que estaba sintiendo encima de esa moto apoyé la cabeza en su espalda. Seth reacciono por un momento, tensándose, pero al instante se relajó y yo pude apreciar lo fuerte que era su cuerpo. Había una parte de mí que parecía conocerle de siempre, me daba la sensación de que sus miradas y sus bromas llevaban conmigo mucho más tiempo del que yo creía y todos esos pensamiento hacían que mi estómago se encogiese. Él aceleró violentamente, moviéndonos como un rayo por las silenciosas calles bañadas de la más pura oscuridad.

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Seth abrió la puerta de su piso y junto con el tintineo de las llaves entramos en la residencia del loco obsesivo. Todo el lugar era amplio y si hubiese sido de día, el sol se haría paso por las grandes y amplias ventanas de cristal, dando más profundidad al ático. El salón y la cocina se encontraban unidos y el estilo era bastante minimalista, por muy raro que me pareciese me imaginaba la casa llena de un auténtico caos haciendo tributo a su nombre pero todo estaba perfectamente colocado en su sitio.

- ¿A qué viene esa cara? –Dijo Seth mientras avanzaba encendiendo las luces de la estancia.

-No sé, me espera que estuviese lleno de momias y de ataúdes de faraones. –Respondí haciéndome la decepcionada.

-Sarcófagos. –Me corrigió alzando el tono como lo haría un profesor.

Por primera vez en toda la noche me reí de forma sincera. Me sentía tan relajada después de la experiencia con aquella moto tan infernal que la leve carcajada salió de mi sin ser consciente del todo. No pase por alto la sorpresa que se hizo presente en el rostro de Seth y que intentó disimular.

-Venga, Brujita, no tienes toda la eternidad. –Dijo mientras me guiñaba un ojo y acto seguido desapareció caminando por un pasillo.

Reaccioné y le seguí sin ser del todo consciente de que me estaba acercando a la "verdad". ¿Y si Seth está loco realmente? Aún no me había parado a pensar en la parte en la que los dos chicos resultaban ser unos dioses egipcios que llevan en el mundo tanto tiempo que no quería ni imaginármelo, sin embargo, una parte de mi ser le parecía lógico y ni siquiera me sentía asombrado por lo poco que me habían contado.

Al final del pasillo, había una puerta que se encontraba a mi derecha y estaba abierta, así que me adentré a esa habitación. Me encontraba en un despacho en el que la mayoría de las paredes estaban cubiertas de libros. Me acerque a las grandes e imponentes estanterías y pase mi dedo por el lomo de todas aquellas reliquias, bueno, o al menos lo parecían.

- ¿Te gusta leer? –Quizás sonase ridículo preguntarle después de ver toda esa colección, pero estaba tan maravillada que ni me planteé pensar en las palabras que habían salido de mi boca.

-Un poco, tengo demasiado tiempo libre y los sudokus ya no me llenan. –Dijo encogiendo los hombros, pero sin perder en su voz la típica chispa de diversión típica de él.

Seth se encontraba dándome la espalda, abriendo los cajones de su escritorio. Los músculos de su espalda se hicieron presentes en su camiseta negra de manga corta y poco a poco comenzó a sacar una serie de piedras y objetos extraños hasta que por último, se dirigió a un gran armario y de este extrajo el motivo por el que yo estaba aquí: el papiro.

SethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora