❛capítulo iv❜

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Setsuka estaba contenta mientras su turno en el trabajo avanzaba, lento y esporádico, nada complicado ni muchos clientes molestos que causaran problemas, lo que era realmente bueno para no arruinar su buen humor. Lo sucedido en la academia quedó como parte del pasado, en un rincón oscuro al que no volvería a ver durante un tiempo considerando sus prioridades actuales.

Así que cuando su turno terminó y fue a casa, no le molestó lo vacía que esta se sentía, simplemente se puso manos a la obra e hizo la cena en la cocina, con la televisión siendo usado como sonido de fondo mientras se movía de un lado a otro, poniendo el cronómetro para ciertos platillos y alistando la mesa de modo que en cuanto su padre volviera pudieran comer juntos y Kazuo le contara sobre sus trabajos en el extranjero tal y como pasó el día anterior.

Fue entonces que Setsuka se encontró sentada en la silla que siempre utilizaba cuando comía, dedos entrelazados para disminuir su entusiasmo y viendo de vez en tanto hacia el reloj colgado en la pared. Su gato se frotó contra sus piernas bajo la mesa.

El noticiario hablaba sobre la academia, la noticia principal del día, sobre All Might como maestro y tapando los actos sucios que provocaron una oleada de pánico a la hora del almuerzo. Luego siguieron con las nuevas atracciones del parque de diversiones, en la repentina alta de precios en el mercado, los nuevos objetos electrónicos que serían lanzados a fin de año y una pausa de comerciales antes de regresar con el tiempo para el día siguiente.

Tamborileando la uñas sobre la mesa, Setsuka se paró y buscó uno de sus libros de medicina para leer en su espera, con las rodillas pegadas al pecho y cabello atado en una coleta al igual que su flequillo sujeto con un pasador.

El reloj marcó las ocho en punto en algún momento, luego las nueve, después las diez. La televisión comunicó que la programación ya no era apta para menores de edad y una película apocalíptica extranjera con subtítulos inició. La cena en el horno estaba medio caliente, a las diez con treinta Setsuka la recalento en el microondas, dejó el libro a un lado, dio las gracias y comió sin apuro, la mirada perdida en la pantalla, sin realmente ver la película. A las once de la noche, se hallaba bebiendo té caliente de manzanilla con porcelana estilo occidental para digerir su comida.

Eran las once veinticinco el instante en que apagó la televisión, guardo los utensilios limpios y metió las guarniciones en el refrigerador, apagó la luz y se fue al baño por última vez. A las doce cuarenta de la noche su móvil vibró y se iluminó en el escritorio, una mensaje de Kazuo visualizándose en la barra de notificaciones. Se leía:

Me llamaron del trabajo y tuve que partir, lo siento Setsuka. Papá te lo recompensará cuando regrese.

Cuídate hasta entonces.

—Papá.

Setsuka miró la luz en el techo hasta que se desvaneció, ojos entrecerrados en meditación, rojo y dorado brillando opacos en la oscuridad del cuarto, con los dedos jugueteando con un mechón suelto de su cabellera por sobre su cabeza sin poder encontrar la tranquilidad para reposar como corresponde.

Su cuerpo estaba cansado y sus párpados pesaban, pero su mente estaba más despierta que nunca. Podía sentir la fátiga del día permanente en sus miembros, así como una tempestad de diversas emociones arremolinándose en su corazón, provocando un punzar molesto que se volvió físico. Su mano frotó el lugar distraídamente, sin un amago de mostrar otra expresión aparte de su impasivilidad.

El silencio en su hogar ya se había vuelto una costumbre, no hay razón existente para que el silencio le fuera ajeno. Sin embargo…

Sin embargo.

Setsuka se mordió la mejilla, soltando un pesado suspiro mientras se acomodaba de cara a la ventana cubierta por una pesada cortina, acurrucándose en sí misma bajo las colchas.

暁 ; bnhaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora