Capítulo V

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Celos

Para mi aún limitada imaginación las cosas estaban por empeorar. Habían pasado varias horas, y la mujer de rojo no había aparecido. Incluso cuando el sol se opacó y luego volvió a asomarse por la ventana. Apenas pude dormir esperando su llegada, y sin remedio gruñía notablemente inmersa en mis celos, ¿Qué podrían estar haciendo por tantas horas?, sus energías no podían durar por siempre, o tan solo, ¿Estaban experimentándose de otras maneras? Riendo quizás, jugando o tan solo cenando como dos buenos amantes "Que infamia" afirme. Pero, sin importar lo que hicieran, me negaba a perder la partida, iba a esperar hasta que Ruby apareciera y luego le haría saber que tenía competencia, sin embargo, una conversación más allá de mi habitación me alertó de que algo sucedía. De inmediato me levanté y apenas crucé la puerta la primera noticia que escuché al salir era que Ruby había regresado con la única intención de irse. Sin más que decir o hacer, la ojiverde dejaría esa vida para nunca más volver.

El miedo y la felicidad, me golpearon en el rostro de iguales formas, pues esa mujer era lo más cercano a una ayuda que tenía en ese momento, y realmente no deseaba perderla en un punto en el que, solo podía llegar a depender de Regina. Pero eso no era lo importante, debía saber más, por lo que, me acerqué a la habitación de Ruby, sin saber qué podía decirle o qué pensaba hacer allí, pero mis pies se guiaron solos a un destino que nuevamente no parecía ser guiado por mí.

-Pasa princesa. - dijo Ruby detrás de la puerta mucho antes de que tomará valor para tocar.

Así que sin más abrí y entré, para encontrarme a una Ruby diferente a la que había visto antes, probablemente una Ruby nueva, una casi completa. Ella estaba recostada sobre una silla de madera cubierta con terciopelo, observando melancólicamente la ventana, sosteniendo una copa de vino de la que bebía de vez en cuando, mostrándose tan divina como podía llegar a ser, humana, más que cualquier otra cosa.

-Al fin soy libre princesa. - Me dijo sin voltearse a mirarme. – ya no tengo por qué tener miedo.

-Pensé que habías dicho que ya eras libre. - Le respondí. – que no éramos iguales por ese motivo.

-Esto es diferente princesa. - Levantó entonces su mirada hacia mí y me extendió un papel con el sello reluciente de la reina sobre él.

Era un comunicado del reino oscuro, una aprobación de ley. Al parecer el consejo de ministros que se oponían a las nuevas leyes de la reina había sido eliminado por misteriosos motivos. Por lo tanto, las propuestas de cambios eran posibles. La principal de esas leyes no era otra sino la aceptación de las comunidades de medios humanos, los metamorfos, cambiaformas, hechiceras, híbridos, hadas y cualquier otro ser con uso de razón sería ahora bienvenido en el reino, siempre y cuando se apegaran a las leyes del lugar.

Inconscientemente lleve mis manos a la boca, no creí que algo así fuese posible, todos esos seres que habían sido perseguidos y dados por muertos, ahora saldrían de sus escondites para hacer vida junto a los hombres. Si tan solo mi padre estuviera allí, haría oír la superioridad de los humanos, pero en su ausencia, solo apreté el papel observando la admirada expresión de Ruby, que era ahora superior a mí, libre y sin ataduras, simplemente era inconcebible.

-No sé a dónde ir. - Interrumpió la mujer roja mis pensamientos. - Es decir, tengo el dinero suficiente para ir a donde quiera y el reino oscuro es extenso, pero ¿Qué lugar podría llamar mi hogar?

-Puedes ir a vivir con Regina. - Solté despectiva y aún molesta. – estoy segura que ella sabrá cómo tratarte.

-Ella me lo pidió. - soltó sin preocupación. - ¿Te imaginas? Yo, una dama de la corte, paseándome de la mano de la reina, saludando y mostrando gracia. Simplemente terminaría por volverme loca con su protocolo.

Las Dos ReinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora