Las Dos Reinas

Capítulo XV

Vive por mi

La eternidad nunca parece caer encima de nada, todo es efímero, instantáneo y disuelto. Al tener a la reina entre mis brazos pude entenderlo realmente, su sangre sobre mi cuerpo, su pesadez y su ausencia, ¿Así se sintió ella cuando me levanto en brazos en aquel bosque?, ahora puedo entender el motivo de su desesperación, de su dolor y de su miedo. Es como si todo el mundo se derrumbara a tu alrededor. Por supuesto que al momento en que los lobos entraron en la batalla, los pocos soldados huyeron despavoridos, pero ya era tarde, tan solo podía ver como la reina recibía la cortesía, de ser cargada entre un grupo de hombres que vitoreaban su nombre. Haciendo que, al cerrarse las puertas, solo quedara una última mirada atrás, para notar como el velo de flechas terminaba con los pocos sobrevivientes. Ya no había ventaja de tres a uno, estábamos iguales después del primer encuentro.

Sentí desesperación y por eso no pude separarme de su lado, su acto final había reivindicado sus pecados y sus acciones. Puede que fuera una asesina, una mujer sin alma, una bruja y un monstruo, pero también era la mujer que yo deseaba terriblemente. Su cuerpo fue tratado de la mejor forma, desde que cruzo la entrada, de inmediato los médicos comenzaron atenderle desprendiendo su armadura, y cociendo con delicadeza la herida, evitando que más sangre se perdiera, luego continuaron con una revisión exhaustiva, debido al pésimo estado en el que se encontraba, pero no encontraron diagnostico razonable. Yo tampoco les di uno, tan solo les pedí que nos dejaras a solas, para poder limpiar toda la sangre de su cuerpo. Todos obedecieron excepto Sir Erick que permaneció discretamente junto a la puerta de la tienda de campaña y Ruby, que simplemente no aceptaba que ella estuviera por morir.

La primera noche fue la peor. Regina se agitaba constantemente en sueños, murmurando palabras sueltas que no llegaban a tener sentido, "Por favor no", era la más frecuente, y el sudor se le marcaba por toda la piel al instante, de una forma en la que tenía que colocarle comprensas frías para apaciguar su fiebre. Por supuesto Ruby hizo su parte, cubriéndome cuando ya no podía soportarlo más, ayudándome sin decir nada. Era únicamente la compañía que la reina necesitaba dentro de su miseria. Y fue así, que estando prácticamente junto a la amante de mi mujer, (quien dormía en una silla al lado de la cama), que yo decidí acariciaba el cabello de la reina que deseaba y temía. Note finalmente, el significado de esa frase, sin duda alguna la miseria ama la compañía.

Para el segundo día, los rumores de una posible muerte de la reina se habían esparcido con rapidez, algunos incluso hacían una extraña vigilia frente a la entrada de la tienda de campaña aguardando torpemente noticias, mirándome constantemente a la espera de algo que yo no podía informar. Al tercer día, la falta de un líder comenzaba a notarse, por lo que Ruby y Erick se hicieron de inmediato cargo del asunto. Cuestión que agradecí. No quería separarme de ella, ahora que había dejado atrás las pesadillas, no obstante, los médicos afirmaban que ella no mostraba realmente ningún signo de mejoría. No había nada que me diera una esperanza, dadas las historias de sueños tan largos y profundos que duraban décadas. Regina sin duda era una mujer tan cansada que podría dormir toda una vida, e incluso más que eso.

En la noche, esa tercera noche, por alguna razón la luna que estaba por completo llena había perdido todo brillo, La oscuridad se cernía por todo el campamento al igual que un frio de muerte. Eso me hizo extrañarla más que nunca, su compañía, su calor, su cuerpo perfecto que ahora tenía una venda cubriéndolo que necesitaba ser cambiada constantemente debido a la sangre que aun emanaba. Fuera de eso, mi desesperación llego a tal punto que cuando finalmente estuvimos a solas, me acosté a su lado en esa enorme cama, y comencé a acariciarle las manos, como lo hacía ella con mi espalda cada mañana, "¿Sientes esto?", interrogué buscando encontrar al menos un movimiento de respuesta, pero no hubo nada. Repetí entonces la acción, acariciando desde la palma hasta su hombro, obteniendo finalmente que su piel se erizara ligeramente.