Aléjate, mi Amor
Cuando la reina quiso acabar por completo conmigo y todos mis planes, con los gustos que solo su cuerpo podía dar, nuevamente hubo silencio en mi corazón. Aquel miembro erecto que deslumbraba ante mis ojos era la cúspide de lo que no podía soportar. ¿Un hijo? Realmente podía ser tan sínica como para pedir algo como eso. No podía entenderlo, no obstante, para mi fortuna ella se retiró en el momento en que se lo pedí.
En un principio temí que en cualquier momento regresara y me tomara por la fuerza. Pero no lo hizo. Tampoco regreso a esta habitación o a la suya. Señalando que su noche iba a transcurrir muy lejos de allí. ¿Regina había regresado a la casa de Burlesque? ¿Estaba ahora penetrando con fervor a otra mujer? A Ruby quizás, con quien podía entenderse tan fácilmente al parecer.
Esa duda hizo que no pudiera dormir, ¿Había cometido un error? Es decir, estábamos enamoradas la una de la otra, pero completamente separadas por dos reinos. Algo que llegaba a ser tan abrumadoramente cruel que parecía una broma del destino. ¿Acaso la reina no podía entenderlo? Realmente la amaba, pero no podía ser suya de esa manera. Sería su victoria final.
Cuando llego la mañana, por primera vez desde que regresé, no sentí los dedos de Regina acariciándome la espalda. Estaba por completo sola. Eso significaba entonces, que aun planeaba abandonarme para ir a la guerra. Temí la respuesta, por eso tan solo salí de allí con la idea de conversar con ella. No me llevo mucho encontrarla. Regina estaba sentada en la mesa del salón, leyendo tranquilamente. Rápidamente corrí a ella y la besé con todo lo que tenía, pero su rostro estaba frio y sus labios muertos.
- ¿No es un poco temprano para esas caricias? – murmuro. – Buenos días alteza.
-Nunca es temprano o tarde para las caricias. – respondí besándola un poco más. – Los días a su lado siempre son buenos.
-Lamentablemente no puedo quedarme mucho más. Debo alistar a los soldados. – comento de inmediato con algo de impaciencia. – Partiremos a la muralla en un par de horas.
-Sus intenciones no han cambiado. – temiendo lo peor, jugué a estar molesta. – No puedo creer que quiera hacerme el amor cada noche, mientras piensa en como asesinar a mis padres.
-Mi reino está en guerra, ¿Cómo podría cambiar de idea en una noche? – continuo ella. – Yo no pienso en asesinar a sus padres, ellos son los que vienen aquí buscando muerte. Yo solo los complaceré.
No le respondí. De hacerlo probablemente hubiera comenzado a llorar y hubiera terminado por decirle la verdad, una que ella hasta ahora tan románticamente había ignorado. Siempre supe que tenía curiosidad de saber porque había regresado, de saber lo que había pasado durante esos días de regreso en mi castillo, pero nunca fue más allá. Confiaba en mí de forma ciega y yo estaba cercana a arruinarla. Por eso, solo me levante sin mirarla, y me retire dejando atrás una estela de ira, que sabía que ella podía sentir, una que la haría sentirse por completo culpable. Haciendo que buscara complacerme a como diera lugar.
Estaba segura del todo que ella me seguiría. Como en ocasiones anteriores, pero no lo hizo. Después de esa discusión tan solo se dirigió a su estudio privado, donde se encontraban todos sus libros de magia, los que hasta ahora no me había permitido leer, dado al poder que contenían, entonces lo supe, buscaba armarse recurriendo a su Dios Oscuro una vez más. Puede que no lograra entender del todo cómo funcionaba esa complicidad, pero entendía perfectamente que la sangre reclamaba sangre, y la capacidad de ganar una guerra como aquella, equivalía a derramar más del preciado líquido rojo, de lo que estaba dispuesta a aceptar. Debía detenerla, pero ¿Cómo?
Me llevo un par de minutos idear una nueva jugada, estaba segura que realmente podría convencerla si tan solo apelaba a Regina, a mi Regina y no a la reina malvada. Mi Regina me escucharía, porque no deseaba perderme de ninguna forma, por eso la espere con ansias en el salón (el lugar donde sabía que se reuniría con Sir Erick) Allí mire, por la ventana y vi nuevamente ese jardín perfecto, el jardín donde podría descansar tranquila y amada hasta ser anciana con ella a mi lado. Una realidad que podría alcanzar si lograba ser reina. Puede que muchos no lo entendieran ahora, (incluidos la propia Regina) pero solo había una forma de unir ambos reinos en uno, y eso no era a través de un hijo mío con la reina malvada, los nobles del reino blanco jamás lo aceptarían. Pero que la princesa Emma Swan fuera dueña y señora del reino oscuro. Eso seria un punto final para todo el conflicto.
![](https://img.wattpad.com/cover/210155977-288-k683523.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Las Dos Reinas
Hayran KurguLa prominente princesa Emma Swan, ha caído del pedestal de la corte real de sus padres, a una casa de Burlesque. Vendida y pronto subastada al mejor postor, el futuro de la princesa la llevara a conocer a la Reina Malvada, su descorazonada enemiga...