Ha Muerto el Rey
"Ellos nunca nos permitirán estar juntas", comentó ella de forma apenas audible, a medida que se arrancaba la flecha con su punta cubierta de sangre rojiza. Que grave error se había cometido, uno que me convertía en solo un cabo suelto en medio de la lucha que había iniciado más de cincuenta años atrás. A razón de eso, la reina me aparto de su lado con desdén a medida que iniciaba su encuentro contra mi madre, solo que ahora no estaba fúrica como momentos antes, muy por el contrario, ella esbozaba un rostro de completa calma, casi idéntico del que tenía al despertar a mi lado. Ella, se mostraba nuevamente digna frente a todos los hombres, que la vitorearon de inmediato por no caer ante una herida como esa, ante una traición como la mía.
Por otro lado, su intención era clara. Regina iba a clavar esa misma flecha en el pecho de mi madre, momentos antes de caer muerta. Mi madre por su parte, notando apenas lo que había hecho, dejaba de lado su arco, con impaciencia, haciendo que sus manos temblaran, sin entender realmente las consecuencias del acto que había cometido y lo que representaba para toda su gente, para sí misma.
Esa es la cuestión con las acciones desesperadas e inconscientes, suelen ser abrazadoras en sus consecuencias y el hecho de herir a un monstruo, trae consigo un despertar que nadie puede detener, ni siquiera David, que una vez más, tomaba su espada, estando ahora por completo solo, con la única intención de defender a su reina. Solo que la mía... mi reina, ya no negociaría nuevamente. Ella tan solo clavo su mirada en él y sonrió con elegancia. Parecía como si estuviera cercana a abrazar a un querido amigo.
-Seremos sólo tú y yo David. – soltó la amenaza sin miedo. – A menos que desees entregarme a Showhite.
-Siempre supe que las cosas terminarían así. – respondió él. – Solo cuando esté muerto, llegaras a ella.
De la mano de Regina se formó entonces una llamarada de fuego azulado, que uso para cubrir cada escape que pudiera tener David. Él ya no podría huir, ni tenderle una trampa, no solo porque no podía, sino porque estaba solo, dado que los pocos soldados sobrevivientes, habían dejado atrás a sus reyes para que fueran carne de lobo. Cada uno de esos soldados, se despojó de sus armas y se rindió ante los hombres de Regina. Sin embargo, la reina ya había dado una orden. Tanto los soldados oscuros como los lobos, destrozaron con ferocidad a los sobrevivientes, y con eso, se aceptó la rendición de forma tácita para formar un círculo alrededor de los dos monarcas. Iniciando un ritual del reino oscuro donde solo uno debía vivir. Era la ley y pese a su victoria, Regina la iba a honrar.
David fue el primero en moverse, tomando posición de ataque, protegiéndose con su escudo, ocultando como su espada temblaba, aun así, rápidamente el hombre corrió hacia ella, abalanzando su arma sobre su cabeza. El ataque más común dentro del ejercito blanco. Uno tan básico y predecible que para nadie fue repentino el momento en que la reina sostuvo el filo del arma con su propia mano libre, demostrando que tenía varias cartas bajo la manga todavía. Eso marco el miedo en el rostro de mi padre. Sin embargo, cuando ella giro la espada mandando al hombre al suelo, y en un gesto de poder rompió la hoja en su rodilla, el rey supo al instante que todo estaba perdido.
Mi padre rápidamente se levantó y trató de golpearla torpemente a puño limpio, pero al impactar la carne con la magia, sólo terminó con sus manos rotas. Aunque golpeara una y otra vez con todas sus fuerzas, gritando desesperado, "Maldita bruja, ¿Por qué no terminas con todo esto?", sus actos eran tan vacíos como el peso de sus puños.
Regina estaba triunfando, no había duda en eso, pero quería extender el dominio de su venganza, disfrutarla finalmente después de todos eso años. Así que, en lugar de atravesarlo con su magia, solo recurrió a propinándole una patada en el pecho a David, que sonoramente le rompió varias costillas, haciéndolo escupir sangre, a medida que se arrastraba por el suelo, tratando de alcanzar a mi madre, que ahora más que nunca lloraba por su esposo caído. "¿Lo sientes Showhite?", grito la reina, reclamando una nueva patada y un par de huesos rotos, "¿Sientes lo que es perder a quien amas?", continuo, solo que ahora, de su mano libre el ardiente fuego azulado se tornaba en una daga, lista para arder sobre la piel del hombre que más amaba, quemándole primero las piernas, alentado el grito en ambos reyes, en un dolor desesperado que golpeaba mis oídos con fuerza. Era un acto que al parecer solo yo despreciaba. Hasta en el último de los soldados había una sonrisa disimulada de complacencia.
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Las Dos Reinas
FanfictionLa prominente princesa Emma Swan, ha caído del pedestal de la corte real de sus padres, a una casa de Burlesque. Vendida y pronto subastada al mejor postor, el futuro de la princesa la llevara a conocer a la Reina Malvada, su descorazonada enemiga...