14. Lo que soy, lo que seré

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Abrí los ojos sin reconocer el lugar en donde estaba, me quedé quieta y poco a poco los recuerdos comenzaron a llegar a mi mente. Me giré en la cama y a mi lado no había nadie, me decepcioné por un momento. Pero era mejor, tenía que pensar en todo lo que había sucedido y ordenar mis ideas.

No podía perder el control de esa manera de nuevo, estuve a punto de echarlo todo por la borda, de arruinarme y arruinar a Isaac y a mi padre por un momento de sinceridad. Las cosas Adrien eran tan naturales y espontaneas; yo había querido que fuera así, no tenía excusa, pero aumentaba el riesgo de dejar partes al descubierto.

Todavía estaba usando mi ropa de la noche anterior, me calcé mis botas y decidí salir de ahí. Tenía que presentarme con Isabella y estaba segura que no era muy temprano, ya iba retrasada. Tomé mi móvil y las demás cosas que cargaba conmigo, el móvil tenía muchas llamadas perdidas de Isabella. Hice una mueca al ver la hora, ya pasaba del medio día.

Salí de la habitación y bajé las escaleras que me llevaban al piso de abajo con calma. Fue entonces cuando me encontré con Adrien, a pesar de que se había quedado dormido igual que yo con la ropa de la noche anterior, él ya estaba usando ropa limpia y parecía más fresco que yo.

—Buenas tardes Jo, ¿descansaste? —saludó con una sonrisa de oreja a oreja.

—Buenas tardes, sí, descansé. Veo que tú también.

Con un movimiento de cabeza me insto a que lo siguiera, entré a la cocina en dónde ahí mismo se encontraba un comedor con vista a la ciudad. La mesa estaba puesta y había comida

—Sí, fue una noche muy extraña, pero divertida —dijo mientras se sentaba en la mesa.

—Estoy de acuerdo contigo, tenía tiempo que no me divertía tanto —musité sin quitarle la mirada de encima.

—Siéntate, te invito el desayuno.

Comenzó a servirse en su plato un poco de fruta y un pan tostado.

—En realidad debo irme, Isabella ya me ha llamado mil veces así que... —me mordí el labio.

—Bueno, el daño ya está hecho, que te quedes un poco más no lo hará peor.

—Quien sabe—. Me encogí de hombros—. ¿No trabajas hoy?

—Es mi primer fin de semana libre después de volver a arreglar los pendientes de mi padre.

—Eso es genial.

—Jo, quédate, iré a ver mamá y puedo llevarte en un rato.

Hice como que me debatía en mi interior, pero la verdad era que moría de hambre y quería quedarme un poco más.

—Es fácil decir eso cuando tu estas completamente fresco, bañado y vestido. Yo aún huelo a noche de fiesta —dije con ironía.

—Basta, creo que ya nos tenemos la suficiente confianza como para que esas cosas no te den vergüenza. Dormimos juntos ¿recuerdas?

Sentí un vuelco en el estómago.

—Sí, te quedaste dormido.

Por fin decidí moverme hasta la mesa y tomar asiento a su lado.

—Y seguramente escuchaste mis ronquidos, así que no tienes de qué avergonzarte. Además, no quiero que te sientas como una de "mis conquistas", como tú lo llamas, ya sabes que eres bienvenida.

—Entonces... ¿qué soy? —pregunté mirándolo fijamente.

Él clavó la mirada en mí y no dijo nada, claramente sorprendido por mi pregunta. Pensé que diría rápidamente que era su amiga pero su silencio me lo decía todo. Estaba comenzando a sentir cosas por mí.

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⏰ Última actualización: Jan 07, 2020 ⏰

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Mentirosa { #2 Saga Peligrosas }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora