1. Dos novios y muchos cambios.

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Me coloqué un vestido carmesí para esa noche, tenía los hombros descubiertos y era suelto hasta unos centímetros arriba de mi rodilla. Traté con mucho esfuerzo que mi cabello no fuera un desastre, los chinos rubios desaparecieron después de haberles pasado la secadora. Utilicé una nueva técnica de maquillaje que me dejó el rostro como si lo hubiera hecho un profesional.

Sabía que la ocasión ameritaba que me viera de esta forma porque esta noche iba a cenar con Damien, uno de mis novios, el cual había estado de viaje y me propuso tener una cena romántica. Me sentía nerviosa porque el tono de su voz fue un poco seria cuando me avisó que venía. Presentía que algo tenía que decirme. ¿Y si había descubierto lo de Isaac? Había sido extremadamente cuidadosa en esa cuestión, ninguno de los dos podía saber que los estaba engañando, no sabía que se me pudo haber escapado.

Mentir era fácil para mí, me fui entrenando cuando de pequeña fingía ser otra persona actuando para salir de la realidad; luego en la secundaria fue fácil mentir sobre mi procedencia, mi familia adinerada y amorosa, en algunas ocasiones encontraron contradicciones en mis historias y me daba tanta vergüenza que empecé a manejar la información para que las mentiras no se me salieran de control.

Ahora a lo que me dedicaba era estar en la organización de la mafia más poderosa de los Estados Unidos, siendo un elemento importante por mi gran manera de infiltrarme en los movimientos más peligrosos de los negocios de la droga. Día a día era una aventura y eso me llenaba, sabía que había nacido para esto, para sentir adrenalina, para escapar de las balas, para aventurarme en misiones dónde mi vida estaba en juego.

Isaac también era mi novio, un chico sexy, rudo, bromista, pero un completo inmaduro. A veces era demasiado infantil y eso me exasperaba. Lo conocí en la organización y me embelesó por completo su sentido del humor. Me gustaba que fuera simpático, que tuviera pensamientos lujuriosos conmigo, que pudiéramos arriesgarnos a hacer locuras, pero no me gustaba que cuando le entraba la gana él podía dejarme de lado, tomarle más importancia a sus amigos y a su fiesta. Era mi compañero fiel en las misiones, mi complemento perfecto y desbordábamos mucha pasión. Nunca pensé en traicionarlo, tal vez estaba despechada, enojada y muy dolida cuando conocí a Damien.

Damien, al contrario de Isaac, era el chico más detallista, romántico y educado que hubiera conocido jamás. Se portaba de forma tan caballerosa, me bajaba la luna y las estrellas, compartíamos secretos, besos suaves y noches complacientes. Un hombre que era más serio pero completamente encantador, que me hacía temblar y me derretía con su forma de tocarme. Un hombre que no pertenecía a mi mundo de mafia, algo que ocasionaba un conflicto pues se preocupaba por mí y en cualquier momento en que podía me incitaba a que abandonara ese mundo.

Nunca pensé que fuera tan fácil llevar dos relaciones al mismo tiempo, para mí era como tener al hombre perfecto porque lo que no tenía uno el otro me lo daba.

El timbre sonó justo cuando terminé de colocarme las zapatillas doradas. Me levanté de la cama y, aún con el nerviosismo a flor de piel, fui a atender la puerta.

Damien llevaba un atuendo espectacular esa noche, un traje hecho a la medida color gris y camisa negra debajo, con dos botones desabrochados que lo hacían parecer relajado. Llevaba la barba un poco larga pero que a mí no me molestaba pues lo encontraba más atractivo.

—Te ves más que hermosa esta noche, Johanna —dijo mi nombre completo con ese acento británico y me derretí por dentro. Creo que era el único que me llamaba de esa forma.

—Y tú te ves muy apuesto, querido. —No esperé un segundo más y me lancé a él para besarlo en los labios—. Qué bueno es verte de nuevo.

Mentirosa { #2 Saga Peligrosas }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora