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JIMIN (LOBO DE LA DERECHA) TAEHYUNG (LOBO DE LA IZQUIERDA) EN LA IMÁGEN DE ARRIBA

...

Suspiro antes de girarme y mirar al lobezno de pelaje hermoso.

Este tiembla del miedo, agacho la cabeza hasta estar a su altura, doy un golpe muy suave a su cabeza y consigo que por fin levante su hocico, sus ojos son azules, es un omega  y huele a… a… a ¡Fresas con Chocolate!... Pero… el olor a chocolate, no era capaz de describirlo del todo, pero supongo que el miedo podía influir en su aroma.

—Ya está, se han ido. — mi voz suena aún algo grave, pero ya mucho menos, intento mantenerme calmada frente al lobezno. —Te acompañaremos hasta tu casa, ¿vale?

Veo como el lobezno gira un poco su pequeña cabeza mientras posa su vista entre TaeHyung, Jimin y yo.

—E-es… Está bien...— asiento y trato de simular una sonrisa que no diera miedo, me agacho junto a él, lamo una pequeña herida que tiene tras la oreja derecha. —¿Cómo te llamas pequeño? — pregunto y le veo mirar aún hacia atrás, hace que me de curiosidad y seamos los dos que miremos hacia la misma dirección, Jimin y TaeHyung han vuelto a tomar sus formas humanas.


—A-ansel— le tiembla la voz, es imposible no darse cuenta.

—¿Vives junto a los demás niños verdad? —Taehyung le pregunta y Ansel no dice nada solo vuelve a mirarme, se acurruca junto a mí y me divierte que se esté escondiendo de TaeHyung. —Como en todas las aldeas... —TaeHyung me explica y lo agradezco porque no sé a qué se refiere con la pregunta que le ha hecho al pequeño. —Hay lobeznos que por cualquier razón han perdido a sus padres y no tienen a alguien que cuide de ellos legalmente. — Dice y aquello me entristece, antes no era así, jamás.

—Entonces, —Jimin continúa con la explicación de TaeHyung. —Hace unos años creamos un programa de adopción y crianza, todos los lobeznos y lobos menores de edad viven juntos en una gran casa bastante cerca del centro de la ciudad, se les deja salir libremente por la ciudad y buscar ellos mismos a una familia que quiera cuidarles.

Asiento y me encanta esa idea, es perfecta para poder conocer el mundo sin sentirse raro por algo.

Pero… el pequeño aún no ha dicho si el pertenece aquella casa de lobeznos.

—¿Llevan haciéndote eso mucho tiempo? — mi pregunta sorprende al pequeño quien se resguarda aún más en mi pelaje blanco.

—S...sí —escuchar eso me cabrea y tengo ganas de seguir el olor de Hoon para desgarrarle cada uno de los músculos y huesos, pero no lo hago.

Cojo el pellejo del pequeño lobo y después de haberme levantado le poso con cuidado en mi espalda, el lobezno se aferra a mí.

—Bien, Serás mi guía pequeño.— asiento para mí misma y los chicos me sonríen, aparto la vista, me encantan sus sonrisas, sin embargo no quiero llorar.

Los chicos cogen las bolsas y comenzamos el camino hacia la gran casa que comparte Ansel con otros cachorros o lobeznos, pero… luego de ver una casa enorme, el lobezno en mi lomo me indica girar hacia la derecha, por lo visto a los chicos parece sorprenderle y piensan que el lobezno les han mentido o que quizás fingirá que fue acogido por una familia, pero a mí no me sorprende, el no dijo pertenecer aquello, él se quedó callado, quizás ya fue acogido por una familia.

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