Son una cantidad enorme los correos que recibo casi a diario de ustedes. Gracias por ellos y por los comentarios me animan mucho. Sin más aquí el siguiente capítulo:
"Solía tartamudear muchísimo. Cuando era más joven." Elsa jugueteó con sus manos, presionando un pulgar contra su palma. "Me asustaban algunas palabras, porque simplemente no podía decirlas bien." Entrelazó sus dedos, mirando a la mujer frente a ella. "Así que leía. Leía tantos libros como podía, para aprender otras palabras, diferentes maneras de decir lo que quería decir. Así no tendría que usar las que tartamudeaba más."
La terapeuta asintió como si entendiera. Es una jodida doctora, señora. Apuesto a que nadie le ha dicho que es estúpida o retrasada porque no podía decir una palabra en particular. "Ya veo. ¿Crees que es por eso que tus compañeros te molestaban?"
Elsa resopló. "Ojalá." Un suspiro ahogado. "No, ellos jamás me escucharon tartamudear. Porque no hablaba. Nunca." Estiró una pierna, echándose hacia atrás en la silla, cruzando sus brazos y mirando al muro sobre la cabeza de la terapeuta. "Mis maestros decían que era 'dolorosamente tímida'." Se río secamente. "Como si mi timidez los estuviese hiriendo." Cerró los ojos. "Traté de acercarme a la gente... tantas veces. Pero nada parecía volver a mi manera. Así que supongo que- supongo que solo me rendí, y decidí que estar sola era más fácil."
Elsa abrió los ojos de nuevo, con una fija y dura mirada hacia la mujer. "Los chicos me llamaban mierdas estúpidas como 'mutie'. Un pequeño idiota incluso pensó que estaba siendo inteligente cuando me dijo que el apodo era perfecto porque no solo era una muda, sino también lucía como una mutante." Una modesta sonrisa cruzó su rostro. "Lo que sea. Solo pretendí que el quiso decir que lucía como Emma Frost o algo así." Un flash de confusión cruzó el rostro de la terapeuta. "Ya sabe, ¿de los X-Men? ¿Mutantes?" Reconocimiento eludió a la mujer. Elsa hizo un ademán con la mano. "Olvídelo. No funcionó de todas formas. Aún me sentí como basura cuando él lo dijo."
La doctora se inclinó un poco hacia adelante. "Me alegra que me estés diciendo esto, Elsa. Pero, ¿puedo preguntar por qué escoges compartirlo ahora?"
Elsa entrecerró los ojos. "Pensé que querría saber el porqué era una fenómeno solitaria en la preparatoria, " espetó. "¿No es lo que a los psiquiatras les gusta saber?"
La terapeuta exhaló suavemente. "Sí, algunas veces. Si sentimos que tiene repercusiones en la manera en la que el paciente se percibe a sí mismo." Se quitó los lentes y los subió a su cabeza, colocando su libreta y pluma en la esquina del escritorio. "Pero, siento que hay algo más acerca de tu tartamudez que tuvo mucho mayor impacto en ti que chicos poniéndote apodos."
Elsa apretó la mandíbula, evitando la mirada de la mujer, golpeando un pie contra el suelo. Por el amor de Dios, solo dile. Ya sabe que estás enamorada de Anna. No hay nada más que puedas decirle que la sorprenda.
Jadeó un poco, aprovechándose de la pequeña llama de coraje lamiendo sus entrañas. "No pude decir el nombre de Anna como por cinco años, " dijo rápidamente. La llama murió y sintió un nudo formándose en su garganta. "Como desde los once a los dieciséis, siempre me tropezaba en la primera maldita sílaba. Pero, mierda, " Elsa luchó por contener sus lágrimas, " Anna... ella solo- nunca dejo que le molestara. Me defendió de todas las pequeñas mierdas en esa escuela, a pesar de saber que le destrozaba el hecho de que yo no pudiese decir 'gracias, Anna' ni una vez sin echar a perder las palabras como una retrasada."
La terapeuta frunció el ceño, pero su rostro era comprensivo. "¿Eso te hizo sentir desmerecedora de lo que ella hacía por ti?"
Elsa sintió una caliente lágrima caer por su mejilla. "Doc, no tiene idea." Se limpió con rabia. "Y encima de eso, podría decir que ella seguro pensaba que había hecho algo terrible que me hacía estar asustada de decir su nombre. Así que ambas nos sentimos como basura por un largo tiempo."