Ten.

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Rubius se dirigía enojado a la casa de Auron, dejando a Vegetta al cuidado y consuelo del castaño. Este realmente estaba destrozado.

Al llegar tocó varias veces la puerta, cada vez más fuerte que la anterior. Pero nadie salía, como si nadie estuviese ahí.

Le envió varios mensajes, estos tampocos fueron contestados. Ya con poca paciencia, el de orbes avellana busco la manera de entrar al hogar del pelinegro.

No le tomó mucho, pues no era la primera vez que entraba de manera "ilegal". Paso por toda aquel búnker, protegiéndose de las torretas que tenía.

No había nadie. Decidió buscar en el consultorio o en la habitación de al frente. Nadie.

Se estaba empezando a preocupar. No había rastro alguno de su amigo y no tenía un buen presentimiento. Vio la mascota de este intranquilo.

Se puso nervioso, algo definitivamente no iba bien. Salió rápidamente de alli, pensando en donde podía encontrarse el de orbes oscuros.

Fue al pueblo a ver si allí estaba, pero otra vez nadie, nadie más que algunos pueblerinos. Siguió caminando, como si fuera a su antigua casa pero más alejado de esta hasta que pisó algo.

Era un celular, la pantalla estaba completamente rota. Lo recogió, confundido.

¿A quién se le había caído?, se preguntó el de sudadera blanca. La imagen de Auron se cruzó por su mente.

Sin dudar y siguiendo su instinto, camino por donde parecía estar la respuesta. Casi se cae, al no darse cuenta del gran boquete que había en el piso.

Iba a pasar de largo hasta que su vista se fijó en el interior. Sorprendido y asustado vio como el azabache se encontraba inconsciente en el interior de una trampa.

Con cuidado, ingresó al agujero y se acercó al contrario. Este tenis varias heridas, no dudó en intentar sacarlo. Pero era imposible.

Hasta que recordó que tenía el remover y lo aplicó. Suspiró cabreado al ver que este tampoco funcionaba hasta que recordó que ciertas cosas solo podían ser removidas por el mismo propietario.

Pero ¿quién coño la podía haber puesto? Pensó en Alex, pero lo descartó de inmediato, el niño hacía bromas pero no era para tanto. Y así pensó en cada integrante hasta que recayó en sus hermanos.

Sin dudarlo, les escribió a ambos y les contó lo sucedido, también les envió su dirección. Unos 20 minutos después llego Willy. El propietario.

Este quito la trampa sin decir nada e indiferente a la actual situación, se retiró. A Rubius le cabreo su actitud pero lo ignoro.

Gracias al cielo, Fargan también había ido, luego de que el albino se retirase. El de máscara de búho lo ayudó a llevar al pelinegro a su casa. Rubius le agradeció para después despedirse.

El de ojos avellana, acomodó al mayor en su sofá y decidió curar sus heridas. O lo que podía.

Llamo a Vegetta para decirle todo lo sucedido, ninguno sabía que podía haberle pasado al azabache para que terminase así. Pero estaban seguro de que esa habia sido la razón por la cual no había asistido a donde Luzu.

El de melena clara, dejo descansar a su compañero. Pues al despertar, este tendría que responder muchas preguntas y no solo suyas.

¿El lado positivo de todo esto? Pues que quizá no todo estaba perdido para aquel par de chicos. La diferencia es que ahora recibirían ayuda pues recuperar lo que habían logrado las últimas semanas no sería tan sencillo de conseguir pero tampoco complicado.

Después de todo, se lastimaron de la manera más tonta e inconsciente que podía existir. Y su amor era sincero, ciego pero sincero.


InexpugnableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora