Siempre he detestado sus silencios. Es imposible quedarse por completo en silencio, pero mi madre era experta en los silencios aterradores, esos en los cuales estás siempre esperando a que una bomba estalle o a que una tormenta se desate.Jungkook se ha quedado dormido al fin en su recamara, está tan empestilladlo que dormirá hasta la cena del día siguiente. Yo me encuentro en la sala, donde mamá me observaba de mala gana.
–No ha sido mi culpa...– susurro sin levantar la mirada.
Antes de que Jungkook llegara, la casa siempre había estado en perpetuo silencio. No sé cómo explicarlo, es como cuando vas a un cementerio y de alguna forma no puedes escuchar el ruido de los autos, ni de la ciudad, solo el murmullo de los árboles, siempre con esa sensación de angustia asfixiante.
–Ponte de pie, Jimin– dice, y suena la bruja mala de los cuentos de hadas.
Obedezco, más por inercia que por otra cosa. Y recibo la bofetada a la cual estoy acostumbrado. Sus anillos de oro y plata cortan mi mejilla, siento la herida escocer y la sangre deslizase por el parche de piel caliente.
Me quedará la marca de su mano por un buen rato.
–¡Dos años más y te largarás de esta casa, sigo maldiciendo el día en que te pusieron en mis brazos!
Aprieto los puños, ya no es la herida lo que arde, sino mi propio corazón que se está incendiando.
Padre no suelta palabra alguna. Tiene la contextura de un perro grande, y doy gracias a Dios que haya sido mi madre la que brinde los correctivos, porque la mano de mi padre me enviaría fuera de la casa con un solo golpe. Noto al pasar, la satisfacción brillar tras sus ojos, el cómo disfruta verme ser maltratado.
Cuando tenía diez años, yo seguía corriendo hacia mi padre, mostrándole las estrellitas que en clase me habían dado, esperando ser querido o reconocido, pero él le gritaba a mi madre que le repugnaba verme. Ella me llevaba con sus amigas y la veía adorar con envidia a los hijos que las otras tenían.
Recorro el pasillo hasta mi habitación, solo cuando mi cabeza toca la almohada, me permito llorar. Me gusta hacerlo, en algunas ocasiones debo obligarme a ello, porque es la única manera que encuentro de aligerar las voces de mis demonios.
He escuchado a mamá irse a acostar. Papá muchas veces pasa una noche en algún bar. Es una de esas madrugadas en la que ella se traga un par de pastillas para dormir, supongo que no quiere pensar en su marido con otra mujer.
Son cerca de las tres de la mañana cuando dejo el libro sobre la mesita de luz y me abrazo a la almohada para dormir, pero Jungkook aparece balanceándose en mi habitación, su cabello largo se le pega a sus mejillas sonrojadas, se mantiene mirándome angustiado y debo maldecir en voz baja.
–No puedes estar aquí– susurro cubriéndome con la fina sabana.
–Pero d-duele mucho y la señora Park no se despierta.
Suspirando hondo acepto que venga hacia mí y al correrme contra la pared, él se acuesta a mi lado, pidiendo que le abrace con mis brazos. Es cuando noto que su piel está hirviendo, pero también se encuentra erizado por el sudor frío que le recorre el cuerpo.
–Ey, mamá se enojará si te escucha llamarla así.
No me contesta, la verdad es que no quiero que eso cambie, es divertido ver a esa mujer fría perder los nervios por el rechazo de su tesoro.
–Hyung... se siente bien– su cuerpo se voltea y sus ojos grandes me miran cansados. Está respirando desenfrenado, sus ojos tornándose dorados y su frente apoyándose contra mis labios.
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ANIMALS ~ KookMin
FanfictionPuedes conocer a alguien más, huir de mí tanto como quieras. Puedes engañarte en mente y cuerpo, incluso fingir que estaban predestinados, pero tu y yo sabemos, que no puedes alejarte demasiado. 🦋Leer bajo su responsabilidad (material sensible) 🦋...