All I Want

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Luego de ese día, Jungkook comenzó a refugiarse conmigo en las noches de tormenta. Incluso cuando tan solo es una llovizna ligera, él corre descalzo por el pasillo de la gran casa donde vivimos y se mantiene de pie apenas asomado en el marco de la puerta. Nunca habla conmigo, solo se mete debajo de mis sabanas y entierra la naricita en mi cuello.

No sé lo que ha vivido, nunca le he escuchado hablar sobre como era su vida antes de que mamá le trajese a casa. Pero en los días en que vamos a la playa, donde arma sus castillos de arena y escribe su nombre con letras chueca, en esos días puedo notar las cicatrices que le recorren la espalda. Ahora mismo, soy capaz de ver su brazo donde hay una fea quemadura ya olvidada.

Y sé, realmente soy consciente de que no debería odiarle de esta manera, pero hemos sufrido de maneras diferente. Ambos estamos destrozados en cuerpo y alma, la única diferencia superficial es nuestra edad. Y a pesar de ello, detesto que ahora esté a salvo, que haya podido escaparse de su infierno, mientras yo sigo atrapado en el mío.

No es justo para él, de verdad lo sé, pero no lo puedo evitar.

Yoongi me está esperando fuera del edificio cuando llego en la tarde. Tiene un par de bolsas en la mano, me extiende una y la sostenga encontrándome con una barra de chocolate en rama y coca cola en lata. El otoño por fin está llegando a su fin, él ha comenzado a usar suéteres más abrigados, solo me hace imaginarlo en los millones de sacos largos que tiene y mi mente se confunde con las emociones que atacan mi corazón.

No te encapriches.

–Estuve componiendo anoche, pero el gato se ha tragado mi partitura... Casi lo arrojo por la ventana– me cuenta dejándose caer en el sofá, evitando el resorte salido a un lado–. Y hoy le he visto olfateando a una gatita vagabunda, adivina quién será padre.

Mis ojos se agrandan al mirar a Zen, estoy seguro de que puede entendernos, ya que se lame su patita como si quisiese pasar desapercibido.

–¡Oh, eres todo un picaflor!– canturreo sosteniéndolo contra mi pecho y besándole la cabecita, el minino ronronea y cuando quiero pasárselo Yoongi, sus garras se sujetan a mí camisa como si fuese un escudo protector– Bien, bien, te quedarás conmigo, Yoongi el gruñón no puede hacerte daño.

–Ja, gato inteligente– susurra.

Sonrío al sentarme en el suelo. Yoongi prometió ayudarme con mi tarea de ciencias, pero no estoy seguro de que sepa crear un volcán de yeso, aun así, es demasiado orgulloso como para decírmelo, sin embargo, dice que lo haga de papel higiénico y que ponga gaseosa con mentos.

Es un buen plan, pero estoy seguro de que reprobaré, la señorita Yang me odia demasiado como para dejármelo pasar.

–Joder, comenzó a llover otra vez.

Mis ojos pasan de Yoongi hacia el ventanal. Las gotas resbalan por el cristal dándole una lugrube apariencia a la ciudad. Incluso Zen sabe que me he tensado, sale de mi regazo y se dirige hacia el cuarto.

–D-debería irme– murmuro poniéndome de pie, pero la voz de Yoongi es ronca y un tanto peligrosa al responderme.

–Quédate conmigo.

Es difícil. Nadie nunca me había dicho eso, nadie me ha mirado de esa manera, él, quien es al único que tengo a mi lado, puede provocar un huracán en mi corazón. No sé si es cariño, dependencia o... amor. Lo que sea, me mantiene de pie en mitad de una pequeña sala de estar, dudando entre quedarme donde me hacen sentir como que valgo algo, o ir hacia donde sé que alguien más me está necesitando.

Te has vuelto loco, estás loco de remate.

Pero en los días que he pasado con Jungkook, he notado algo, él también me detesta, lo noto por la manera en que intenta alejarse, en lo mucho que se resiente cuando inconscientemente me abraza. Es extraño, pero creo que a pesar de odiarnos, nos necesitamos.

ANIMALS ~ KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora