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Pov. Jimin

Estoy soñando, no cabe duda de eso. Genial, ahora estoy riendo históricamente porque incluso en sueños él sigue apareciendo. Me pellizco el brazo repitiendo en mi mente "Despiértate, despiértate, despiértate", pero eso no ocurre y el dolor se siente tan real.

Todo se siente tan... a tierra. Desde el olor a la freidora, hasta la textura de sangre que cae por su nariz. Todo es tan vivido que da miedo. Escucho la diminuta gota caer al suelo y me doy cuenta de que también estoy sangrando. ¡Detesto este sueño!

–¿Jimin?

No, no, no... No digas mi nombre

Pero él se ve diferente, hay tantos cambios que me es imposible creer que esto se lo haya inventado mi mente, por Dios, mi mente es peor que la de un pájaro, ¡Literalmente tengo cerebro de ave! Este tipo y el niño que recuerdo no pueden ser la misma persona, no hay punto de comparación.

Y como un estúpido, lo único que hago es repetir su nombre una y otra vez, hasta que me doy cuenta de que no puede sostenerse de pie por su cuenta. Bien, ahora no importa si es un sueño o si es una clase de clon adulto de Jungkook, solo me interesa que no se desangre en el piso de mi trabajo.

–Vamos, déjame ayudarte– murmuro, pasando un brazo por su torso y ayudándole a sentarse en la silla donde ese idiota estuvo antes.

Quiero gritarle que no debió de haberse metido, que podía haberme encargado de ese imbécil, al igual que me he encargado de muchos otros idiotas. Pero luego recuerdo que él ya no es un niño y que no soy yo quien debe protegerlo.

Es extraño, huele diferente, es su mismo aroma, pero hay otros olores que solo he sentido en un hombre, como loción para después de afeitar o cigarrillos verdaderos, no los mentolados que Yoongi me ha enseñado a fumar. No me gusta lo que le causa a mi pecho, hay muchas agujas imaginarias clavándose en el centro del órgano que mantiene mi circuito sanguíneo funcionando con normalidad. También hay un zumbido en mis oídos, una clase de alarma que no me permite relajarme.

–Levántate la camisa, puedo ver que te ha hecho y-

–Solo siéntate, Jimin– pronuncia alejando mis manos. Me paralizo por un instante al darme cuenta de lo mucho que su voz ha cambiado.

Es más profunda de lo que recuerdo, ya no hay rastro de esa tonalidad infantil, pero sigue siendo suave, igual al susurro que viene con el viento y la marea alta.

En cinco años, los cambios son pequeños en mí. Pero en él, Dios, sus cambios son demasiadas cachetadas repentinas. No sé por cuanto tiempo le observo en silencio. Está construido ahora, de hombros anchos y piernas largas, manos que se notan ásperas en contraste con las mías, las cual son tan pálidas y frágiles que parecen de papel. Sus facciones son lo peor, ya no hay casi cachetes abultados, esos que le hacían ver como un inocente conejito, ahora es todo rasgos fuerte y mandíbula definida.

Y sonrío viendo que hay una cosa que aún no ha cambiado, y que creo, nunca cambiará.

–¿Qué te sucede?– pregunta sonando ¿desconfiado? O ¿Irritado? No lo sé, siempre fue difícil leer a Jungkook.

Yo dejo de sonreír estirándome por sobre la mesa, para tocar uno de sus ondulados mechones.

No deja de mirarme. Me recuerda a un cachorrito que ha sido tratado mal en el pasado, desconfiando de todo y de todos.

–Tienes el cabello más largo– murmuro recomponiéndome a mí mismo. Vuelvo a darle una sonrisita– pareces un salvaje.

–Tu madre dijo lo mismo.

ANIMALS ~ KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora