—Esta ciudad está muy devastada —dijo Guillermo al pasar por la metropolis, Lima, y, recibir una vista panorámica del centro de Lima; estaba lleno de Graffitis y edificios de madera derrumbados o con restos quemado de un incendio—. Que locura —comentó fuera de sí Guillermo.
—¿Qué cosa? —preguntó el taxista—, oh disculpa debe ser privado —El taxista tiene un aspecto bonachón y amable.
—Bueno, verá, este periódico dice que una docena de adolescentes han adquirido superpoderes y causan caos en la ciudad —explicó Guillermo frotando su mano contra el periódico.
—Ah, eso —El taxista se queda pensando y analizando que debía decir; era muy complicado el tema para alguien que acaba de venir del extranjero.
—¿Pasa algo? No tengo problema si no quiere decirme —aclara con una faz de sarcasmo.
—No, es solo que... Bueno ya se dará cuenta cuando lo vea. Algunas de esas noticias son exageraciones, no crea todo lo que lea, ya se acostumbrará si se queda un año, cada día estamos más cerca de salir del agujero del conejo.
—¿Agujero del conejo?
—Sí... Este lugar a veces parece el país de las maravillas, por las noches se pone aún peor. Tenga cuidado.
—Claro, ¿algún consejo? Ya casi se hace de noche —Convinó Guillermo.
—Mmm, ¿Irás a Puente Piedra, no? —Se volteó el taxista como con algo de pena—. Bueno, si es así, será mejor que te lleves esto —aconsejó el taxista.
—¿Qué es esto? —alzó la voz Guillermo—. Espero que no sea una bomba en esta ciudad de fantasía
—Es un abimómetro, te servirá mucho. Al llegar la noche consigue un hotel lo antes posible y no salgas hasta el día siguiente o morirás, ah y consigue un manual de supervivencia... Te hará mucha falta.
—¿Estas bromeando verdad? —Guillermo le siguió el juego y bajo del taxi en una calle del centro de Lima. Ya eran casi las seis. La trompeta comenzaba a sonar como alarma de prisión y el cielo se tornaba rojo con nubes de color rosa.
Guillermo se acerca a un paradero atestado; las personas veían su abimómetro como si se tratara del coco o algo peor; tenían la necesidad de mirar su reloj de mano o celular cada par de minutos que veían que el bus que esperaban estaba lleno y no podían entrar para llegar a su casa. De pronto, se dio cuenta que la paranoia lo llenaba de inseguridad y una incomodidad que parecía señalar que el tiempo se acababa; paró u taxi y se subió en el diciéndole que iba a Puente Piedra.
—Puente Piedra, eh, tenga cuidado el Charqui se pone muy loco si no vas en uno de esos buses regulados y promovidos por el estado.
Guillermo se abstuvo de preguntar, no quería echarle más fuego a su inseguridad; para él esto eran juegos que podían formar parte de la cultura popular de la ciudad. Le parecía demasiado fantasioso para ser verdad, casi parecía ensayado
Eran las 6:30 p.m. y la luna era visible con naturalidad, casi como el sol desapareciendo en el ocaso. Las personas se veían un poco apuradas. Casi parecía que el inicio de la noche estaba sacando con celeridad a todos de las calles. El taxi me avisó que bajará, con un tono estresado, me bajé y comencé a buscar un hotel, la noche caía y las nubes tomaban un color más azul y tenue.
Guillermo caminó por tres calles y llegó a una plaza principal, al llegar allí preguntó al encargado de la vigilancia municipal. El encargado le avisó que vigilará el abimómetro y entrará a una casa pronto. Si el Charqui no lo atrapaba; lo harían las jóvenes pandillas. Guillermo se apresuró en entrar al primer hostal disponible, entró y reservó sin detalle ni criterios una habitación y se sentó en la cama. Se sentía exhausto, como si la psicosis de la ciudad le hubiera dejado cansado, la paranoia que transmitía era evidente y contagiosa.
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La mirada puesta en la mosca que vuela
FantasiJavier es el nuevo portador de los secretos de la carne(existencia material a base de polvo de la tierra y aliento de vida). Muy pronto él y su amigo Jacob deberán buscar a sus bastones, recipientes del gran poder que Javier recibe de un ángel caíd...