Interés Creciente.

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Aquella palabra resonó en los tímpanos de la joven, capturando su completa atención en un segundo. Enfocó su mirada en el serio semblante de la persona que pronunció aquel nombre para encontrarse con una expresión ardiente. La joven casi podía sentir cómo su propio corazón había detenido inclusive su latir para no entorpecer su audición.

Plantado ante Genna mientras sostenía entre sus dedos un pendiente dorado con detalles en rubí estaba Kurapika, mirando al anciano oribe con una intensidad palpable... Una que (T/N) nunca había advertido en el joven rubio.

El ambiente parecía muy tenso mientras el hombre respondía las cuestiones del chico con bastante menos concreción de la que les hubiese gustado oír. Aun así, el joven parecía satisfecho y tomó la llave que le tendió el contrario para luego desaparecer de la vista de todos. Los ojos de nuestra joven protagonista no abandonaron ni por un segundo la espalda del chico; taladrando en él su mirada con interés e ignorando su entorno.

«Kurta... Es un nombre muy viejo y desconocido. Uno colmado de dolor y belleza. ¿Qué os relaciona, Kurapika?»

Aquello era algo que (T/N) ansiaba descubrir... Con todo su corazón.

No. No solo quería hacerlo...
Tenía que hacerlo.

No fue hasta que la mano de Pokkle le tomó por el hombro que la nube de pensamiento se evaporó para traer de vuelta a la realidad a la joven.

—¿Qué ocurre? —formuló el arquero al ver aquel repentino e intenso interés en la joven.

Ella guardó silencio al tiempo que volvía a echar un rápido vistazo a la dirección que había tomado Kurapika.

—Nada importante... —soltó ella, poco convincente—. Solamente que creo que este lugar es cada vez más interesante...

El joven la miró sin comprender sus palabras, pero tampoco insistió al llegar a la conclusión de que no obtendría más que respuestas ambiguas por parte de la fémina. Por lo cual, Pokkle se aferró a un silencio lleno de connotaciones de decepción que (T/N) ni siquiera llegó a advertir... Un silencio mucho más expresivo que cualquier palabra.

Ella, en cambio, sacudió un poco su cabeza para espabilarse del atolondramiento y le sonrió al arquero de vuelta; ciega ante el anterior suceso que ahora yacía maquillado en una nueva expresión divertida y expectante.

—Bueno... ¿Qué tienes pensado hacer ahora? —preguntó el chico.

Ella trazó un exagerado gesto cómico simulando pensar detenidamente hasta que sobreactuó una pose de agotamiento.

—Creo que iré a ducharme... No sabes las ganas que tengo de quitarme la mugre de encima —mencionó mientras intentaba sacudir a la susodicha de sus ropas, inútilmente. Un gesto de repugnancia se adhirió a su faz—. Doy mucho asco...

Pokkle se carcajeó ante las caras nauseabundas que gesticulaba la chica con el empeño de un actor.

—No estás tan mal... —observó el arquero—. Hay otros aspirantes a los que es imposible acercarse sin arriesgarte a morir por su olor... Lo tuyo es poco más que barro, polvo y sudor. Algo normal para cualquiera de nosotros.

(T/N) alzó la cabeza abruptamente en un gesto altivo mientras chasqueaba la lengua, molesta. Se cruzó de brazos y le dio la espalda con los ojos cerrados de forma ofendida.

—Tsk... No me compares con esos hombres zarrapastrosos. Soy una señorita, y por lo tanto es inconcebible que alguien de mi calibre permanezca en una posición tan lamentable.

El chico volvió a reír.

—Por supuesto... —dijo mientras se inclinaba en una reverencia burlesca, siguiéndole el rollo—. No sé cómo he osado en hablar de esa manera, siendo que usted representa la cumbre de la elegancia... —Se irguió y comenzó a andar hacia el hotel, no sin antes añadir una última línea—: Una lástima que carezca de modales, señorita (T/N).

Lo ilegible. (HxH y Reader) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora