Abandono y División.

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—(T/N)...

Un susurro en la lejanía, era su nombre. No le prestó atención. No le importaba la voz que pronunciaba aquella palabra, por mucho que supiese que era su propio nombre y por ello significase que sería el llamado de alguien conocido. Estaba demasiado cansada como para preocuparse por una minucia como esa... Ahora era tiempo de descansar.

—(T/N).

«¡Arg! Qué irritante...», pensaba sin abrir los ojos mientras sus manos tiraban más de las sábanas y tanteaban en busca de aquello que se escondía bajo el hueco frío de la almohada. La voz parecía estar murmurando algo, pero no quería escucharla. Se negaba a despertar del todo y confiaba en que, si permanecía quieta y en silencio, la dejaría por fin en paz. Las personas necesitan dormir y descansar para poder afrontar los problemas y las pruebas a las que les somete la vida; una vocecita molesta no iba a perturbar su calma, no lo permitiría.

—¡(T/N)!

Una mano le agarró acompañando al grito y la chica abrió los ojos de golpe al sentir aquellos dedos sobre la piel desnuda de la redondez de su hombro, por lo que la adrenalina le hirvió en la sangre justo desde el punto concreto en que el intruso le estaba agarrando para viajar por todo el cuerpo de la chica; exhortándole a la fémina que reaccionase con alarma y movimiento ante aquel contacto que solo podía interpretar como peligroso, por lo que hundió su mano más en el hueco de la almohada y tomó la dura empuñadura que halló para, acto seguido y aprovechando la velocidad de reacción, cortar el aire e intentar clavar el cuchillo de caza en el cuello del intruso.

Lo hubiera logrado de no ser por los vertiginosos reflejos del joven, quien se las apañó para bloquear el ataque de la chica al parar su muñeca cuando la punta del cuchillo estaba a menos de un par de centímetros de su yugular. Ambos exaltados aún, se observaron con cuidado antes de relajarse al ver como (T/N) reconocía al joven.

—¿Se puede saber qué demonios estás haciendo? —increpó furiosa, aún jadeando un poco por contener la respiración.

—Intentaba despertarte, y la verdad, ahora agradecería que bajases ese cuchillo. No pensaba hacerte nada. No guardo mala intención en mis acciones. —Se excusó.

—Abalanzarte sobre mí en mitad de la noche con tus vestimentas inexistentes y tu falta de decoro no me parece la mejor imagen de una persona falta de "mala intención". —La joven empuñó con más firmeza el cuchillo, acortando la distancia del acero con la piel de Hanzo—. Te dije que me dejaras en paz...

—Pensé que te gustaría saber esto —interrumpió el chico—. Si me escuchases lo entenderías... Está pasando algo... ¿No lo oyes?

Ella le miró sin entender.

—¿Escuchar qué?

Afinó el oído para, efectivamente, captar el sonido estruendoso de las hélices de la aeronave en marcha. Dejando de lado todo, ambos se levantaron para salir corriendo hacia la cubierta a ver qué estaba sucediendo, encontrándose allí con los otros 35 aspirantes restantes viendo cómo se alejaba el transporte con la venerable pareja de ancianos apostados en los ventanales, mirándoles desde la lejanía.

Enmudecidos por la escena, tanto Hanzo como (T/N) permanecían inmóviles con la vista clavada en la decreciente silueta, tan incapaces de reaccionar como el resto. Al poco, Pokkle apareció, acercándose a ambos con el mismo semblante demudado.

—Estás aquí... —murmuró a pesar de la obviedad, como para asegurarse del bienestar de la chica con aquella afirmación. Ella se limitó a asentir mientras le observaba con atención, cerciorándose del estado de su amigo con una mirada rápida.

—Yo de ti tendría cuidado, resulta que nuestra princesa es peligrosa —mencionó Hanzo, intercediendo en el reencuentro con la advertencia a Pokkle sobre la joven. El arquero parecía confuso.

Lo ilegible. (HxH y Reader) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora