Capítulo 5

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El frío de la noche atentaba con la comodidad que había sentido Sakura al permitirse relajarse y dormir, sin embargo, había algo más que socavaba su sueño, el movimientos de su reciente compañero, ya que como la última vez en algún momento de su descanso comenzó a quejarse.

          —¿Te duele algo, pequeño? —musitó medio adormilada sin saber realmente a quién le hablaba—. ¡Shhh! Calma, yo te aliviaré.

          Así el ninjutsu-médico empezó a invadir ese cuerpo diminuto, tal y como fue la última vez, aunque en esta ocasión era diferente, sentía el calor y la reconfortaba el lugar para descansar, porque extrañamente sus miedos estaban pausados y eran invisibles, tanto que no podían llegar a ella.

          En tanto su poder curativo se trasminó en el pequeño cuerpo durante el tiempo que la luna se mantuvo en lo alto del firmamento, pero la noche siguió su curso y el frío se desvaneció, puesto que ahora su cuerpo fue protegido por un calor que no era desconocido.

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Dos shinobi nuevamente eran testigos del descanso de Sasuke y la Hiel-Rosa...   

          —No de nuevo. —Se lamentó Suigetsu. —¡Te das cuenta, Jūgo!, el destino nos da la oportunidad de descargar nuestras burlas contra alguien, pero por qué tiene que ser Sasuke, él nos descuartizará si lo volvemos hacer.

          —¿Tú crees?

          —No lo creo, lo afirmo, así que lo dejamos a la suerte. ¡Vamos, juguemos! —dijo arremangándose unas mangas imaginarias—. ¡Piedra, papel o tijeras! ¡Vamos! ¿Qué sucede Jūgo? —preguntó ya que la vista de su compañero iba dirigida hacia la pareja que aún dormía a sus espaldas—. No de nuevo...

          —¡Oh sí! —afirmó con una sonrisa.

          Sakura comenzó a moverse y suspirar, delatando su despertar.

           Por lo que en cuanto abrió los ojos y se lo topó nuevamente era el ninja perteneciente al clan Uchiha, había dejado de ser un niño.

          —¡Hola! —le saludó sonriendo—. Creo que me están agradado despertar a tu lado, pero algún día tú estarás sin ropa, no me molestas amanecer así, solo que es incómodo ser el único desnudo.

          —¡Sasuke! ¿Qué haces aquí? —preguntó saliendo de su trance, mientras trataba de levantarse avergonzada de la situación, al tiempo que sin intención rozaba con el Uchiha.

          —Por favor, no hagas eso, porque alguien más va a despertar y por mucho que agradaría que lo acogieras, que no acogieras, yo...¡oh!, por favor, no pongas esa cara, jamás te haría nada sin tu consentimiento, además tenemos visitas no deseadas, ¿qué hacen aquí, Suigetsu, Jūgo?

          La pelirrosa dejó de forcejear, muy sonrojada por la situación, tratando de desviar la mirada adonde no la pudieran ver, toda esa palabrería del Uchiha le sonaba a burla.

          —Tu padre mandó por ti y claro por la chica.

          —¿Cómo supieron que estaba aquí?

          Quiso saber, sin apartar la vista de Sakura que aún mantenía atrapada bajo su cuerpo y que sinceramente no le era desagradable.

          —Itachi.

          Sasuke chasqueó su lengua. —Claro, Itachi. Nos podrían dar un momento.

          —Por supuesto, Sasuke —contestó Suigetsu, sin moverse del lugar donde estaba junto con Jūgo.

Sakura, la Hiel-RosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora