Capítulo 13

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Orochimaru golpeó la mesa de su escritorio con gran fuerza y furia; aun cuando el dolor de sus brazos seguía siendo insoportable. No era para menos, la noticia de que esa malagradecida niñita a quien cuidó y procuró durante tanto tiempo lo había traicionado, dejándolo realmente muy enojado. Una cosa fue ayudar a escapar a su rehén y lo podía pasar, claro, con su respectiva reprimenda, pero otra muy distinta que se casara con su enemigo.

No, el día no pintaría bien para nadie.

—¿Cómo sucedió esto, Kabuto?

—¿Suceder? No lo sé, me engañaron. Jugar al diplomático no fue bueno.

—Estoy realmente enojado y decepcionado. Tenías que traerla. Esa pelirrosa...tengo ganas de matarla, pero aún no puedo. La necesito para que cure mis brazos. —Su enérgica voz retumbó. —La quiero de regreso y no me importa a qué costo.

La sonrisa de satisfacción ante esas palabras, tenían un significado que le gustaba: sangre. ¡Por fin! Algo que le agradaba hacer, aunque su líder lo miró y dijo: —Sé discreto. Tal vez un asesinato o dos como tentempié. Lo demás vendrá después, pero tráela. La quiero aquí y no quiero fallas, ya no.

Seguramente, Sakura estaba feliz. Bueno, o eso es lo que ella pensaba. Que disfrutara su libertad. Ella regresaría a su lado le gustará o no. La mirada cómplice entre Kabuto y él, no auguraba nada bueno.

Al final de esto. Ellos triunfarían, sería un paso para la destrucción de Konoha y sus habitantes. Lo deseaba tanto. Ver sufrir a todos esos imbéciles que habían subestimado su ingenio y conocimiento. Él solo buscaba ayudar incrementando la forma de mejorar el rendimiento shinobi. Hacer que Konoha triunfará sobre las aldeas. Debían de comprender que era lógico hacer experimentos y no bastaba con animales. Los experimentos tendrían que hacerse con humanos.

Todos estaba de acuerdo con usar sus técnicas. Cuantas victorias se sumaron gracias a él y sus grandiosos experimentos. Pero la hipocresía de los grandes líderes fue suficiente para desterrarlo y no matarlo, argumentando que se le concedía el perdón por su servicio a la Aldea. Idiotas, solo eran unos idiotas que al final pagaría por todo como Tsunade. Sonrió al recodar el dolor que le provocó al drenarle todo su chakra; como cada día se debilitaba más y más hasta que no pudo más. ¡Ah! Fue muy satisfactorio.

Luego pasó lo de sus brazos, la intromisión de esa niñita y todo se fue al carajo. Error tras error. Tal vez no estaba todo perdido. Sakura estaba en Konoha, en el Distrito Uchiha y él requería un nuevo cuerpo. Un abanico de posibilidades se abría ante sus ojos.

Ya casi era mediodía y las horas no se detendrían. El momento de actuar había llegado. El marcador ya había estado demasiado tiempo a favor de sus enemigos.

—¿En qué está pensando, mi señor?

—¡Oh! Algo que sinceramente te gustará.

La mortífera ambición por una venganza hacia la aldea que lo vio nacer sería suficiente motivación.

—Te escucho. —Acomodando sus lentes.

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Sakura se despertó antes de que amaneciera, pero no se levantó. Decidió quedarse todo el tiempo posible acurrucada entre aquellas mullidas mantas. El lugar seguía siendo muy extraño para ella y las dudas seguían rondando su mente y sus pensamientos. Miró su mano adornada con una sortija de matrimonio.

Y se preguntó nuevamente: ¿Había hecho lo correcto? No es que se arrepintiera. Sasuke era bueno, muy guapo, la protegía, la quería o al menos eso decía. ¿Y si todo esto fuera solo una ilusión provocada por la fusión de su chakra? No, no, nunca debió de aceptar; pero sus besos y su voz la había hechizado. Una sensación cálida pasó por todo su cuerpo. Ya no podía mentirse: Se estaba enamorando.

Sakura, la Hiel-RosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora