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Cuando la criatura de perfecta piel decorada con brillitos rosados y verdes abrió sus rasgados ojos que escondían dos orbes de un color celeste brillante, sin moverse mucho, miro a través de su flequillo rubio al humano de antes, quien le daba la espalda al estar ocupado haciendo algo en una mesa.


En voz muy baja como si fuera un susurro del aire, empezó a recitar una maldición para ese distraído humano que mato tan fríamente a los orcos y luego lo capturo a él. Sin embargo, se calló al darse cuenta de que no servía, no podía invocar el poder de la naturaleza. Confundido y asustado se miró a sí mismo y con sospecha miro los grilletes que lo sostenían por las muñecas, en donde al acercárselas al rostro y oler, arrugo su nariz, pues el metal contenía trozos de carbón calcinado y huesos de topos ahumados, elementos que absorbía sus poderes e impedía que la naturaleza le escuchara.


Jeonghan escucho unas palabrotas que le hicieron mirar al hada, tranquilizándose al saber que ya despertó, pues hace tiempo no veía necesario el noquear a otros así que tuvo miedo de que le hubiera pegado muy fuerte. Se acercó a este y se agacho a una distancia prudente lejos de su alcance por si tenía una naturaleza violenta - ¿Estas bien? No estaba seguro de si la información que teníamos es correcta, sobre que la esencia de flores silvestres diluidas en agua de río servía para curar tus heridas, así que, ¿Aun te duelen los cortes que te hicieron esos orcos o no sirvió de nada? – El de ojos pequeños se sorprendió ante la sincera preocupación del humano y que además supiera aquello. Extrañado se tocó el estómago que fue donde le dieron el corte más profundo, notando que ya había cicatrizado como resultado de las correctas curaciones.


- Y-Yo... ya no duele y es correcto eso, aquello es la medicina más simple de conseguir y una de las más eficaces para las heridas más superficiales de las hadas – Murmuro, sorprendido. Con los ojos entrecerrados se fijó en el humano que sonreía feliz ante aquello, para luego ir a la mesa y traer un frasco de agua en la que dentro había unas flores de variados colores. Esta lo dejo cerca del de piel brillante además de un paño limpio, para luego retroceder unos pasos.


- Tengo entendido que los humanos no somos muy populares entre ustedes así que... lamento las cadenas, pero he aprendido que debo asegurarme de que no saldré dañado. Espero que estas no te dificulten el poder seguir curándote a ti mismo, pues supongo no quieres que yo un humano, te toque más – Murmuraba algo tímido, pero feliz de poder ayudar a una criatura que estuvo en peligro.


El hada fruncía el ceño con confusión, pues juraba que los Yoon eran de las familias más crueles en lo que respecta a seres sobrenaturales, así que por la zona en la que estaba y ese rubio cabello, estaba seguro que ese humano pertenecía a dicha familia, pero aun así ahora le ayudaba, contradiciendo la imagen que tenia de ellos.


- Ah, note que te torcieron un tobillo y rompieron una muñeca, así que no sabía bien como ayudarte, así que solo te inmovilice un poco con vendas. Iré a ver si puedo conseguir más ayuda – Se levantó entusiasmado para bajo los curiosos e intrigados ojos del hada, salir de la habitación con varias y pequeñas celdas para entrar a donde estaba el ángel, sin darle tiempo a la criatura del bosque preguntar por esa única pulsera en su muñeca que tantas dudas le provocaba, ya que significaba que era un aliado de alguna criatura del bosque, probablemente los centauros que amaban ese tipo de artesanias – Hola, Joshua, disculpa pero quiero pedirte algo – El de azules cabellos le miro con cierta frialdad, pues interrumpió su meditación bajo los rayos de sol que entraban por la ventana pintada.

Remedium meum (JIHAN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora