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Joshua cerro sus ojos con fuerza intentando no llorar tanto, pues recién se daba cuenta de cuán importante era para él ese humano que tosía sangre y en vez de preocuparse por eso, usaba sus manos para secar las lágrimas que caían por sus mejillas.


El ángel de repente se tensó al recordar algo. Se inclinó para darle otro beso y que se curara un poco, a lo que Jeonghan suspiro contra sus labios, cansado, pero disfrutando de los labios del mayor.


- ¿Me amas, Jeonghan? ¿Correspondes mis sentimientos? – Le cuestiona con seriedad, provocando que el hada y la señora Yoon le miraran con confusión, pero a la vez se sentían incomodos por lo íntimo que se volvió de repente el ambiente entorno a ellos, como si estuvieran en su propio mundo. El humano de rubios cabellos avergonzado quería negarlo, pero no podía, a pesar de que encontraba tan incorrecto el desear de esa forma a uno de los hijos del Dios que tanto adoraban y además se tratara del ángel que fue roto por su padre. Trago saliva antes de hablar, saboreando su propia sangre.


- Algo así – Dice en un débil susurro, inseguro de aceptar esos sentimientos tan fuertes. Los que eran testigos de eso pusieron los ojos en blanco, ¿Qué fue esa estúpida respuesta? Joshua frunció el ceño, pensativo ante eso sin lucir decepcionado.


- ¿Algo así? Por como tus besos me recuperan a mí, ahora no estoy debilitado a pesar de que te he estado curando todo este tiempo, por lo que estoy casi seguro de que me amas. Habrá que intentarlo – Explico confundido, pues la respuesta de Jeonghan no reflejaba exactamente lo que sentía, así que se imaginaba que solo no encontraba las palabras correctas. Eso a todos les puede pasar, así que no importaba.


Jeonghan se sentía tan expuesto frente a Joshua, quien dentro de su ingenuidad era directo. Quiso replicar, pero el ángel le beso de nuevo callando lo que fuera a decir, dejándolo sorprendido y triste, porque joder, ¿Acaso también iba a provocar que se rompiera algo dentro de Joshua al irse? No quería que sufriera más, se suponía que iba a sanarlo, ayudarlo a que se recuperara, no sacarle de un agujero para meterlo en otro.


De repente el ángel le pidió a Jihoon que sostuviera al humano y no le soltara, quienes extrañados lo vieron arrodillado en el suelo y que, tras persignarse, se abrió su camisa exponiendo sus pectorales en los que al medio llevo su mano con fuerza, enterrándose sus propios dedos. Jeonghan con pánico intento detenerlo, pero estaba débil y el hada no lo soltaba, así que aterrado vio como Joshua hundía cada vez más sus dedos en su piel, su carne, la cual se rasgaba pero en vez de sangrar, parecía irradiar luz de su interior.


El ángel tensaba su expresión con dolor, en donde a pesar de que no era lo peor que había sufrido su cuerpo, era la primera vez que se provocaba daño a sí mismo, sintiendo su carne abierta amoldarse con fuerza contra sus dedos en un intento de regenerarse. Jihoon y la señora Yoon estaban atónitos, que al igual que Jeonghan no entendían que intentaba hacer el ángel, sin intentar nada porque sabían que esos seres son inmortales, pero les provocaba escalofríos e incomodaba verlo.


Finalmente, tras tener casi la mitad del largo de sus dedos enterrados en esa parte de su cuerpo tras abrirse camino con dolor, se detuvo porque encontró lo que buscaba ahí dentro así que con su último gran esfuerzo, se lo saco de su interior y resulto ser un orbe de pura luz blanca que provocaría quemaduras en cualquiera que fuera a tocarlo, pero en las manos de su dueño solo se sentía muy cálido. Cuando levanto su rostro sonriente a haberlo conseguido, se encontró con los rostros de pánico y preocupación del resto.

Remedium meum (JIHAN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora