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Cuando Joshua acabo de comer bajo los curiosos ojos del humano, se levantó y dirigió hacia el centauro, seguido de Jeonghan que se preguntaba cómo lo iba a curar, ¿Quizás le besaría sobre la herida? Seokmin cuando vio aparecer al ángel, quiso echarse atrás porque recordaba cómo casi mata al otro, pero sus heridas le impedían moverse.


Se quedó congelado cuando el tal Joshua lo sujeto por las patas, provocándole un escalofrió por cómo sus ojos le observaron al completo, ¿Por qué Jeonghan se quedaba quieto y no lo ayudaba? ¿O acaso para que no lo matara lo ofreció de sacrificio a él? Estaba imaginándose tantas malas cosas que podían pasar, que casi grita de sorpresa ante lo que le hizo el ángel. Unas grandes manos lo sujetaron de las mejillas para mantenerlo quieto y luego Joshua se acercó a besarle los labios.


El centauro estaba paralizado, procesando lo que acababa de pasar mientras que Jeonghan miraba confundido al de cabellos azules que retrocedía y con una pequeña sonrisa le daba unas suaves palmadas sobre donde tenía los vendajes el de castaños cabellos.


- Listo – Fue lo único que dijo para luego volver como si nada a su celda en la que sentía que lograba contener su ira, como si encerrara al animal alimentado por odio de su interior. Jeonghan se encontraba algo molesto, ¿Qué fue eso? El centauro se recompuso al notar que efectivamente, no tenía adormecidas sus patas así que con ilusión se puso de pie para gritar de emoción por notar que no le dolía, ¡Estaba curado! Igual debía mantenerse algo agachado para no chocar con el techo del sótano, debido a que los centauros son altos. El de rubios cabellos quería sentirse muy feliz por eso, pero algo se lo impedía y no sabía descifrar que era.


Seokmin que ahora se sentía totalmente revitalizado, se fue hacia la puerta por la que desapareció el ángel para asomarse dentro, ya que no alcanzaba a entrar - ¡Muchas gracias, señor ángel! – Agradeció muy feliz, esperando que esa fuera la real naturaleza del ser y no la cargada de odio con la que lo había visto antes. Jeonghan fruncía el ceño, pensativo por todo eso, ¿Acaso esa era la forma de curar de los ángeles? ¿Besando? Pero en su caso solo beso su cuello, así que... Bufo molesto – Ahora no habría problema de volver con mi manada – La voz animada de la criatura más joven le saco de sus pensamientos.


- Si, pero lo mejor sería llevarte al bosque mañana en la madrugada, porque ahora es peligroso y en la noche también – Este mantuvo congelada su sonrisa ante eso, pero tras pensarlo asintió. Como un buen niño, se acomodó de nuevo sobre la cama que le improviso el humano, sintiéndose algo inquieto al ahora saber que podía moverse, pero no debía.


- Sabes, hace tiempo no me encontraba con un humano tan amable. Antes ya me había hecho amigo de uno que tenía unas mejillas rellenitas y espero reencontrarme con él cuando pase por el reino del Norte – Jeonghan estaba algo aliviado de que hubieran por ahí humanos que demostraran que podía haber amistad entre humanos y criaturas mágicas – No puedo esperar a decirle a mi manada y amigos sobre como sobreviví a rondar cerca de la tenebrosa y peligrosa mansión de los Yoon – Eso dejo perplejo al rubio.


- ¿Cómo es mi familia vista por ustedes, las razas que viven en manadas de forma pacífica? – Eso le provocaba mucha curiosidad de saber.


- Ah, nos dicen que los Yoon son demonios de aspecto frágil y engañoso al igual que otras familias que parecen tener todo un arsenal contra nosotros – Eso le provoco escalofríos, pero se sentía extraño por la gran sonrisa con la que Seokmin decía eso.

Remedium meum (JIHAN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora