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Joshua se encontraba tranquilo en esta ocasión meditando en medio de su celda bajo la luz que tomaba un color azulado por la pintura de la ventana. Sus alas las tenía extendidas para que también se curaran y de a poco recuperaran su movilidad, porque tantos años siendo maltratadas las dejo algo atrofiadas.


Ese día la señora Yoon había ido de nuevo al pueblo para trabajar con el segundo hijo y Jeonghan mientras cuidaba su huerta, se dio cuenta de algo en el bosque que sabía era propio de las hadas, así que suponía era una señal de Jihoon para contactarlo, así que le aviso que saldría y volvería en un rato para conversar. Se estaba demorando, pero no se preocupaba ya que la vez que le beso la frente bendiciéndolo, permitía que percibiera con mayor facilidad su aura para en momentos como estos, saber que estaba bien y no preocuparse.


El meditar le permitía mejorar aún más su percepción de los seres vivos a su alrededor, notando de paso que esta mañana Jeonghan regó demasiado las verduras de la huerta, además de que había unos conejos paseando por los alrededores de la casona de los Yoon. Era tan agradable esa sensación de plenitud.


Tembló cuando esta paz fue interrumpida por un aura que transmitía seriedad y molestia. Confundido intento concentrarse en esa presencia ajena, pero no podía centrarse. Le recordaba tanto a una que odiaba, así que aterrado rezaba para que no fuera su mente jugándole una mala pasada, porque se suponía que estaba muerto. Cuando escucho un portazo y ruidosos pasos, retrocedió a su esquina que le entregaba seguridad, esperando que no entrara ahí.


- ¡¿Jeonghan?! ¡¿Jeonghan dónde estás?! – Gritaba una voz más grave que la de los humanos que conoció esos meses. Escuchaba puertas abrirse y cerrarse, los botines resonar sobre el suelo de piedra y la respiración alterada que demostraba que estaba algo molesto - ¡No puedes no estar aquí porque dejaste la puerta abierta y tú no eres tan descuidado! – Se suponía que volvería pronto, así que entendía que dejara abierto, pero por eso aquel hombre buscaba con tanta determinación al joven de rubios cabellos.


Se abrazó las rodillas y escondió su rostro en ellas, murmurando que parara, que no le hiciera daño, de que... recapacito. No había razón para temerle a un humano, porque estaba seguro de quien gritaba era un humano. No debía dejar que lo pasaran a llevar, debía mantener la frente en alto y enfrentarse a quien se parara al frente para demostrar que no era alguien frágil a quien manipular y torturar. ¡Era un jodido ángel hijo de Dios! Cuando la puerta metálica se abrió con brusquedad, miro con frialdad a quien entro, encontrando unos rasgos de ese inmundo humano que lo torturo, pero eran unos rasgos que también tenía Jeonghan, así que ese quizás era... ¿Seungcheol? ¿El hermano mayor que heredo la armería de los Yoon? Esos grandes ojos escondidos tras largas pestañas, lo miraron fijamente mucho tiempo.


- ¿Qué mierda haces aquí? ¿Dónde está mi hermano? – Joshua rodo los ojos, pues si, era el hermano mayor.


- ¿Qué te importa? Sobre tu hermano, me imagino que ya te disté cuenta de que no está aquí, así que vete – Estaba orgulloso de sí mismo, pues mantenía un sereno tono de voz y no tembloroso. El de pobladas pestañas tenso su mandíbula y se acercó, empujando la puerta de la celda que lamentablemente no la habían cerrado - ¿Por qué luces tan alterado? ¿Es por el tema de las hadas? – Tanteo al agarrar confianza, porque parecía divertido molestar a ese humano que lucía cada vez más molesto.

Remedium meum (JIHAN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora