12-La boda

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El anuncio de la boda entre el futuro rey Kristoff y la reina Elsa se expandió de manera veloz por el reino. Ella quería dar el si quiero antes de que algún enemigo del reino o príncipe tratase de impedirla. Los encargos de las flores, pastel, ropa y el resto de cosas de la boda fueron encargadas con algo de antelación pero aún llevaría su tiempo.

Casi tan emocionada como la pareja estaba Anna que se pasaba horas enteras en su habitación pensando que vestido se pondría para la ocasión. Todos los ciudadanos estaban invitados a la ceremonia, aunque solo unos pocos al banquete real, también hecho por seguridad.

—¿Nerviosa mi reina?—pregunto Samuel rellenando unos documentos.

—Si, esto es tan...irreal.

—Yo creo que es bastante real alteza.

—Ojalá todo el mundo aceptase mi relación con Kristoff—agacho la mirada de nuevo al papeleo.

—Cuenta con muchos aliados y el beneplácito del pueblo—contesto.

—Lo sé, solo quiero vivir en paz mientras gobierno mi reino de la mejor manera posible.

Allí se quedo un par de horas más rellenando junto a su más fiel y veterano consejero el papeleo de la boda, requería que ella misma lo rellenase y firmase. Se preguntaba que estaría haciendo su esposo en aquel preciso momento.

Lejos de allí y en un barco se encontraba Hans con sus hombres planeando toda la estrategia a seguir. No sabía nada de la boda por lo que su plan posiblemente fallaría, aunque en la bodega llevaba muchas armas y los suficientes soldados como para provocar un conflicto si fuera necesario. 

—Señor, ¿cree que el plan dará resultado?.

—Por supuesto, ese reino ya es nuestro, con sus recursos y los de la Islas del Sur, seremos los más poderosos del mundo—respondió apretando el puño.

El poder era lo que más deseaba, si cumplía con su cometido, superaría a sus hermanos.

Mientras tanto, Kristoff paseaba por el mercado junto a Sven y echaba un ojo a todas las mercaderías, iba vestido con su antigua ropa, la echaba de menos, incluso le gusto picar hielo salvo por la avalancha. Aunque algunas de las personas no tardaron en darse cuenta de que se trataba del prometido de la reina, se les hacia raro verlo allí sin escolta ni nada, como si se tratase de una persona mas.

—Las hortalizas tienen un buen aspecto—dijo parándose a mirar.

Elsa se tomo un pequeño descanso ya que había completado un montón de papeles, aunque aún le quedaban una buena pila acumulada en su escritorio. Dio una vuelta por los pasillos del castillo agradeciendo la suave brisa que entraba por las ventanas, divisó a su hermana mirando en una de ellas.

—¿Qué miras tanto Anna?—ella se sorprendió.

—Nuestro reino, esta precioso en esta época del año.

—Si tienes razón—ella se colocó a su lado para ver también su reino.

—Oye, ¿no es ese Kristoff?—pregunto señalando el lugar—desde luego mira que le gusta salir al mercado—comentó feliz.

—¿Qué demonios esta haciendo ahí solo?—pregunto sorprendida y asustada.

—¿Qué ocurre?.

—¿No ves que le pueden hacer algo?, ¡va sin escolta!—salió corriendo ante los gritos de su hermana quien la llamaba.

La tranquilidad del joven duro muy poco ya que unos guardias se presentaron ante él completamente armados hasta los dientes.

—¿Ocurre algo?—pregunto.

—La reina os llama.

No tuvo otro remedio que acatar y volver al palacio. Allí le esperaba ella muy seria, de brazos cruzados y en compañía de Anna quien estaba casi pálida. Los guardias les dejaron a solas.

—Elsa.

—¿Sabes lo que has hecho?—pregunto seria y molesta.

—¿Ir al mercado?.

—No seas muy duro con él—susurro Anna.

—Yo no entiendo que ocurre aquí.

—Kristoff—dijo algo asustada—te has puesto en peligro, eres el futuro rey...alguien podría querer matarte, un espía...un asesino...por favor...entiende que si quieres estar conmigo...debes cambiar tu forma de vida—aquel tono era de preocupación.

—Lo...lo siento...no lo volveré a hacer—dijo arrepentido.

—Gracias—ella regreso a su trabajo aunque el remordimiento le carcomía al joven.

Aquella noche Elsa regresó algo tarde a la habitación, ahí le esperaba Kristoff.

—¿Aún despierto?.

—¿Aún trabajando?.

—He avanzado mucho trabajo—dijo desprendiéndose de su túnica.

Entonces el chico le beso el cuello mientras le abrazaba la espalda.

—Quiero pedirte disculpas por lo de hoy.

—No pasa nada, solo es que...estaba asustada.

El joven le dio media vuelta y le planto un gran beso, tenía que compensar el daño hecho aquel día por haberla preocupado tanto.

Y el día de la boda llegó. Todo estaba preparado, flores, adornos, los invitados bien vestidos y presentados en la iglesia. Kristoff llevaba un esmoquin a medida, vigilado por los guardias por si acaso echaba a correr en el último momento, ordenes de Anna. El cura terminaba de arreglar el pequeño altar, era un día muy especial, recordaba cuando caso a los padres de Elsa. Los invitados susurraban y hablaban alegremente esperando la entrada de la novia.

La temperatura era ideal, ni frío ni calor. Kristoff miraba la enorme sala de la iglesia, siempre le había asombrado la decoración y su amplitud, aunque aquel día le parecía infinito.

—Tranquilo, respira...dios no puedo creer que me vaya a casar...¡con Elsa!—pensaba mientras recordaba que hasta hace nada era un simple peón.

Sven iba vestido con una pajarita y en un rincón para no chocar con el resto de invitados aunque le sonreía desde la distancia.

Mientras tanto, en los embarcaderos del reino llego un pequeño barco escoltado por muchos soldados. Un hombre y una mujer bien vestidos bajaron por la pasarela hasta tocar tierra. Eran altos, con buen porte, con algunas joyas de gran calibre encima suya y una mirada de felicidad.

—¿Así que Kristoff ha crecido eh?.

—Si querido, por fin hace algo útil nuestro hijo.

—Espero que se alegre de vernos.

—Estoy segura de que si.

Unos hombres vestidos de mayordomos descargaron las maletas y cajas del barco ante la mirada de algunos marineros que tenían que trabajar aquel día.

Regresando con la boda, el joven escucho como los murmullos cesaron, la música comenzó a sonar mientras la enorme puerta se abría camino con una intensa luz que entraba desde la calle. Elsa, vestida con un precioso vestido blanco y un capa dorada, entraba a paso lento agarrada por el brazo de su hermana Anna. Esta llevaba un vestido verde con adornos de flores y el pelo recogido, a diferencia de ella, su hermana Elsa tenía el pelo suelto. Algo que se le hizo raro ya que estaba acostumbrado a verla recogido en una larga trenza.

Kristoff se tuvo que frotar varias veces los ojos porque no daba crédito a lo que veía, esbozó una sonrisa y ella hizo lo mismo. Al llegar al altar, Anna le cedió su mano a él y con una sonrisa se puso a un lado de ellos.

Ahora, tomados de la mano, solo quedaba esperar a que el cura hiciera la pregunta.

Continuara.

Rompiendo el hielo (Elsa x Kristoff)(Frozen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora