9. El peor día de Ginger

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Hay días que...

Ginger y Hermione llegaron al Gran Comedor y se sentaron para desayunar. Al poco rato llegaron las lechuzas con el correo. Levantaron la vista y vieron cómo una lechuza parda con manchas blancas descendía hacia ellos, posándose al lado del zumo de calabaza de Ginger y le extendía la pata. En las puntas de sus plumas brillaban algunos copos de la primera aguanieve del año.

- Hola Aletea, ¿me traes algo? -le preguntó. Le quitó el sobre que llevaba sujeto, la lechuza bebió de su zumo y se fue volando de nuevo a la lechucería.

Ginger le dio la vuelta al sobre, que tenía una media luna dibujada en un lateral, y no se sorprendió al ver la letra de su padre en el remite, ya que la escribía a menudo. Abrió el sobre y leyó la carta en silencio. Tras leerla, se quedó estática, sin despegar la mirada del papel y sin mostrar emoción alguna. Su cara aparentaba estar leyendo un idioma extraño, como si no entendiese bien lo que significaban las palabras. Tuvo que pasar varias veces la mirada por las letras hasta comprender lo que su padre le decía.

Hermione se la quedó mirando, preocupada, esperando a que la pelirroja diese alguna señal de vida.

- Ginger, ¿qué pasa? -le preguntó, viendo cómo de sus ojos salían lágrimas silenciosas. Respirando con cierta dificultad, se levantó y se fue corriendo, cogiendo la carta y el sobre.

Marilyn sorbía lentamente el café de su desayuno, mientras Luna hojeaba un periódico muy concentrada, cuando vio a su hermana corriendo por el pasillo hasta salir del comedor. Algo la hizo pensar que eso no era normal, su instinto casi nunca fallaba. Se levantó bruscamente de la mesa ante la mirada de sus dos amigos y se encaminó hacia el hueco que había dejado Ginger en la mesa.

- Hola Hermione -saludó al llegar a su altura -¿Qué le pasa a Gigi?

- No lo sé -dijo ésta, preocupada, sin dejar de mirar por donde se había ido la pelirroja. Marilyn se la quedó mirando, así que decidió explicarle. -Le han mandado una carta a tu hermana y tras leerla se ha ido llorando.

- Voy a buscarla.

- Te acompaño -dijo Hermione levantándose, cogió su mochila y la de Ginger y siguió a la morena.

***

Nada más salir del Gran Comedor apretó el paso, sentía tanta tristeza e iba tan cegada por las lágrimas que corrían por su rostro, que cuando quiso darse cuenta, estaba en el campo de quidditch. Era como si sus pasos la hubiesen conducido hasta allí aposta, el único sitio donde se encontraba bien. Respiró profundamente e intentó relajarse, pero no podía.

Se metió en el vestuario y se sentó en uno de los bancos, con la carta en las manos. No pudo aguantar más, y rompió a llorar.

***

Marilyn y Hermione salieron a los terrenos. Dieron una vuelta por ellos para ver si la veían, pero en vano.

- Nada. No está por ninguna parte. ¿Dónde se habrá metido esta criatura? -protestó la morena.

- Ni idea. Pero se la veía muy angustiada. Estoy preocupada por si comete una locura -comentó Hermione.

Ante esas palabras, Marilyn se paró de repente mirándola fijamente.

- ¿Has dicho... una locura? -preguntó, desviando sus ojos a nada en concreto.

- ¿En qué estás pensando?

- Una locura... -repitió para sí misma y alzó la cabeza hasta el encapotado cielo. -En que ya sé dónde está -contestó ésta, empezando a correr.

Al cabo de unos minutos estaban entrando en los vestuarios del equipo. No había nada en el mundo que a Marilyn le pareciera más locura que volar en escoba. Por lo que al oír esa palabra en seguida recordó la afición de su hermana por ello. Así la había encontrado. Llorando desconsolada en uno de los bancos, como si las escobas pudiesen consolarla.

La noche de las dos lunasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora