Hay juegos peligrosos...
Marilyn se levantó demasiado pronto, siempre lo hacía. Le encantaba ir a "su" laboratorio antes de que todos los demás se despertaran y pudiesen molestarla. Había veces que le sobraba tanto tiempo que regresaba a su cuarto para poder estar un rato antes de las clases con su compañera de habitación.
Una vez preparada para irse se encaminó al laboratorio de pociones, ese año les habían cambiado de profesor y a la chica no le había hecho ni un poco de gracia, por lo que no quería que la encontrase. Marilyn detestaba los imprevistos sobre todas las cosas, era buena improvisando, pero odiaba que el resto lo hicieran. Quería tenerlo todo perfectamente atado y bajo control. Ella ya estaba acostumbrada a Snape, sabía como debía tratarlo para conseguir lo que pretendía. Y por ese mismo motivo no le gustaba nada de nada el nuevo profesor. Por eso y porque parecía darle tanta importancia a los buenos alumnos y tan poca a los demás que en él se detectaba cierto clasismo odioso. Aunque la verdad es que Marilyn era buena con las pociones, era lo único que la motivaba. De las demás asignaturas apenas estudiaba el día antes de un examen, casi nunca entregaba los trabajos ni las tareas... era bastante vaga, tampoco le era necesario trabajárselo.
Llevaba ya un buen rato mezclando y unos líquidos con otros totalmente distraída, mientras se comía una de esas piruletas Mil Colores que había encargado y que hacían que sus labios cambiasen de color. Removía las probetas y matraces perdiéndose en los colores de sus experimentos cuando escuchó unos pasos. No eran solo de una persona por lo menos había dos y hablaban. Se colocó junto a la puerta. No podía escuchar lo que musitaban pero sí distinguir dos voces, una mucho más joven que la otra. De pronto se abrió la puerta haciendo que la chica diera un respingo quedándose totalmente pegada a la pared y oculta tras la puerta. Miró quien había entrado de ese modo casi aplastándola. Y una sonrisa traviesa con sus ahora verdosos labios se dibujó al ver quién era. ¡El rubio! Era el destino que le ponía las cosas en bandeja de plata, jugaba en casa.
-Draco... Malfoy... -habló melosa saliendo de detrás de la puerta haciendo que el aludido diese el mismo salto de sorpresa que ella -. ¡Qué nombre más raro!
-¡¿Tú?! -exclamó al ver a la chica del café.
-Sí, yo -contestó ella jugueteando con la piruleta.
-¡¿Que haces aquí?!
-Eso debería preguntarlo yo, puesto que siempre estoy aquí, no es extraño que esté, ¿dónde iba a estar si no? El intruso eres tú -siguió acercándose demasiado a él.
-Para que lo sepas, tengo permiso para estar.
-Para que lo sepas, me da lo mismo. Estoy muy enfadada contigo. ¿Sabes que eres un mal educado? No te tomaste el café.
-Te dije que no lo quería.
-Ya pero los regalos no se desprecian. Listo.
-¿Quieres dejarme solo? -se quejó él haciendo como si no la oyese.
-Umm... No -contestó mientras se sentaba encima de la mesa en la que él empezaba a cacharrear. Ahora tenía los labios amarillos -Por cierto me llamo Maryan Linda Sheridan. Aunque prefiero Marilyn.
-¿Y que me importa?
-Pero la gente me llama poco y de lejos.
-No me extraña.
-¿Y tú? ¿Cómo te llamas? -preguntó acercándose un poco más a él.
-Ya sabes como me llamo -contestó en un tono que comenzaba a parecer desesperado.
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La noche de las dos lunas
FanficLas hermanas Sheridan son extrañas. Ginger es tímida, reservada y se preocupa demasiado por su hermana menor. Tanto que se ha olvidado de relacionarse con nadie más. Puede que porque siempre la han sobreprotegido a ella. Sus padres nunca la han dej...