Recuerdos (2/3)

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Desperté en una sala blanca y luminosa, y cuando mi vista se enfocó supe que estaba en el hospital.
Giré mi rostro y vi a Danielle mirándome con pena, como si yo fuera la persona más miserable de este mundo. Tal vez lo era...

-Eres una idiota. -me dijo enfadada. -¡Mira tus manos!

Bajé la vista a mis manos, encontrándome con estas envueltas en vendas rojizas a causa de la hemorrágia.

-Te has desmayado mientras casi dejas ese restaurante sin pared. Dicen los médicos que tuviste un ataque de ansiedad. -se acercó a la camilla y acarició mi brazo.

-Era Billie... era ella. -dije con la voz rota. El pelo azul, las lágrimas negras, su rostro...

-Lo se, a mi también me ha sorprendido. Pero no estás bien _____... le he explicado al doctor tu situación y cree conveniente que visites al psicólogo en cuanto...

-¡No! ¡Estoy perfectamente! -mentí. -¡No necesito a alguien que intente pintar mi vida de color de rosa cuando la vida es una mierda y todo se basa en sufrir! -grité, respirando pesadamente cuando acabé de hablar. Me había quedado sin aire.

Danielle tragó hondo.

-Pues vas a ir, mañana mismo. Te he cogido el móvil y he llamado a tu jefe, dice que te dará unas vacaciones y tu te vendrás conmigo a Filadelfia. Mi tío es psicologo y es el mejor de la ciudad y te vamos a sacar del agujero en el que te has metido. -me dijo firme.

No quise contestar, no tenía ganas ni fuerzas para discutir.

Cerré mis ojos y mi mente se teletrasportó.

-Estaba deseando que lo hicieras. -susurró contra mi boca mientras yo me perdía en ese profundo mar azul.

-Simplemente bésame, no te negaría nunca un beso. -le dije rozando mis labios con los suyos. Suspiró.

-Como dijiste que necesitabas tiempo, no queria presionarte. -dijo dándome un casto beso.

-Pues ahora ya sabes que aunque necesite tiempo, necesito besarte o me dará algo.

Acabé de decir eso y no sé ni cómo ni cuando pero Billie estaba sobre mi, besándome como nunca nos habiamos besado aún, con pasión.

Ese día... cuando nos encontrábamos comiendo un sándwich en el suelo de ese hotel en medio del desierto, en sujetador y con el pelo húmedo.
Podía recordar exactamente cómo se sentía su piel contra la mía, el sabor de sus labios, la forma exacta que formaban sus hoyuelos cuando sonreía, el rápido latido de mi corazón cuando mi boca encontraba a la suya, sus manos enredadas en mi pelo, su olor, su respiración, la felicidad que sentí entre esas cuatro paredes. Mi corazón se encogió con ese recuerdo, ese entre otros muchos...

Mi mente viajó a otro lugar, uno mucho más lejano.

-Tranquila mi amor, podrás subir la nota en verano. -mi madre se sentó al borde de mi cama y acarició mi pelo.

-Pero no quiero que veas un suspenso en el papel de las notas... -contesté.

-He visto cuánto te esfuerzas, y no me importa ver ese suspenso porque lo que importa en esta vida es el empeño que le pones a algo, salga bien o salga mal. -besó mi frente.

-Entonces... ¿no te enfadas? -pregunté temerosa.

-Claro que no mi niña. Ahora duerme, y no te preocupes por eso. -mi madre sonrió. Me gustaba ver su sonrisa, me daba tranquilidad y sentía que todo estaba bien. Se levantó de la cama y se dirigió a la puerta.

-Mamá. -ella giró su rostro. -Te amo.

Su sonrisa se ensanchó.

-Yo te amo más cariño.

Tendría que haber sabido que esa fué la última vez que escuché su "Te amo", me hubiera quedado toda la noche abrazándola y diciéndole que la iba extrañar todos los días de mi vida.
Abrí mis ojos y comencé a llorar.
Danielle tenía razón, no estaba nada bien, estaba traumatizada.

Hola Filadelfia, seguramente vuelva temporalmente.

In the deep ocean | Billie Eilish Donde viven las historias. Descúbrelo ahora