Te lo debo

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¿Qué hacía Finneas en casa de Danielle? ¿Cómo sabía que yo estaba aquí?
Ver su rostro me recordaba a Billie, ellos tenían el mismo color de ojos. Se me hizo un nudo en la garganta.

-¿Qué...qué haces aquí? -me senté en el sofá del frente. Quedamos cara a cara.

-Em... espero que no te moleste que haya acosado a uno de tus amigos para que me dijera tu paradero. -dijo rascando su nuca.

Negué con la cabeza y sonreí. Me gustaba tener a Finneas delante de mi, me recordaba a esos tiempos cuando Billie y yo estábamos en su habitación y él cantaba para nosotras.

-Me alegra verte. -le dije. Él me devolvió su sonrisa, pero rápidamente se puso serio.

-Venia a decirte que... que por favor no vayas a ningún concierto de Billie. -mi corazón se paró. -Ella anoche te vió y... como un buen hermano mayor debo protejerla.

-Finneas yo... yo no quería que ella me viera. -dije con la voz rota, intentaba con todas mis fuerzas no llorar. Últimamente era una magdalena andante y mis ojos estaba rojos e hinchados todo el día. Todo me hacía llorar.

-Ella ve a todo su público, y te vió a ti y ella no ha estado nada bien. Sólo queria decirte que si alguna vez la quisiste, no le hagas sufrir. -me dijo firme, pero con el tono entristecido.

Mi labio temblaba mientras mirana a Finneas. ¿Ella sufría por mi? ¿A ella también le dolía aún?

-No la quise, porque aún la quiero Finneas. La amo.- una lágrima bajó por mi mejilla.

El chico suspiró y se levantó del sofá.

-Solo vine a decirte eso. Gracias por escucharme _____. -se dió media vuelta y se fué por la puerta. No, no, no, y no.

Salí detrás de él, escuchando el aviso de Danielle para que volviera a la casa, pero como siempre no le hice caso.

-¡Finneas! ¡Espera! -corrí hacia él, que estaba apunto de subir a un Mercedes negro muy bonito.

Se giró sin decir nada.

-Esto es una mierda, Finneas. Las dos estamos sufriendo por amor, un amor que después de dos años aún duele. Esas fotos... -tragué hondo. -Esas fotos fueron producto de una venganza. Fíjate en ellas, ni siquiera estaba con los pies en la Tierra. Me drogaron Finneas, no sé que le pusieron a mi copa para dejarme hacer de todo. Lo peor es que no sé como demostrarlo...-comencé a llorar.

-Todo esto es muy raro, _____. Y quiero a mi hermana, y le has hecho mucho daño. -esas palabras calaron hondo en mi corazón. Yo la amaba... yo queria cuidarla todos los días de mi vida, quería hacerla feliz.

-Sólo intenta creerme... yo no le haría eso a Billie. Mírame. -me señalé. -Estoy hecha una mierda porque un tipo al que metí en la cárcel quiso vengarse de mi. Díselo a Billie, tu solo dile aue Iceburn se vengó. Ella sabrá de lo que hablo.

-Ella no sabe que estoy aquí. -me dijo. -Debo irme _____. Adiós.

Dicho eso, cerró la puerta del coche y me quedé de pié en la calle viendo como el mercedes se alejaba.
Entré al interior de la casa de nuevo, y Danielle me esperaba en el sofá.

-¿No vas a rendirte, eh? -me dijo con una sonrisa triste.

Negué.

-Ella es mi vida Danielle, sin ella el mundo se me viene encima. Sin ella no soy feliz y todo duele mucho...

-Lo se mi niña, anda ven aquí. -abrió sus brazos y me recosté en su pecho, lloré en silencio hasta que me quedé dormida.

Me desperté de un salto. Mierda. ¿Qué hora es?

Al abrir mis ojos vi que Justin y Diego estaban en el sofá del frente mirando la TV.

-Hasta que despiertas. -dijo Diego.

-Pensé que entraste en coma. -bromeó Justin con su blanca sonrisa.

-Qué susto, no os esperaba. -me froté los ojos.

-Pareces una niña pequeña cuando duermes. -dijo Justin sentándose a mi lado. Metió un mechon de mi revuelto pelo tras mi oreja. Sonreí.

-¿Te he dicho alguna vez que eres muy guapo? -dije peinando su tupé.

-Me alagas Woods. -sonrió y apareció Danielle con unas cervezas.

-Buenos días, o buenas noches. -me dijo. -Te traeré una. -señaló la cerveza.

-¿Qué hora es? -pregunté a los chicos.

-La hora de cenar, casi. -respondió Diego sacando su teléfono.

-¿Y dónde habeis dejado a vuestras novias? -pregunté extrañadas.

-Se han ido al centro comercial, supongo que cenaran allí así que mejor que no las esperemos pra cenar. -dijo el rubio.

-Diego. -el me miró. -No te he dicho aún cuánto me alegra que hayas encontrado el amor. Noah es genial. -sonreí de verdad. -Me alegro mucho por ti, hermano.

-Gracias _____, me alegra saber que estés de acuerdo.

-¿Cómo no iba a estar de acuerdo? ¿Te has visto la carita de enamorado que tienes? -le dije saltándo sobre él y haciéndole cosquillas.

-¡Eso no es verdad! -gritaba entre risas.

Acabamos tirando las cervezas al suelo, acabé riéndome a carcajadas porque Diego logró aplastarme en el sofá y me mató a cosquillas.
Hacía tiempo que no me reía, hacía tiempo que no pasaba un buen rato con mis hermanos.

Calmé mi respiración y Diego sonrió satisfecho. Justin nos miraba divertido.

-Os quiero chicos, muchisimo. -les dije mirándo a esos tres con cariño.

-Y nosotros a ti, llorona. -me dijo Justin revolviéndome el pelo.

Esas dos horas que estuvieron allí, logré desconectar de todo durante un rato. No pensé en nada, no lloré. Me reí muchisimo porque Justin tenía un humor muy gracioso, y Diego y Danielle se peleaban todo el rato. ¿Es malo que ame a mis amigos? ¿Si los amo...ellos se irán de mi lado?

Cuando estaban por irse, llamaron insistentemente a la puerta. Danielle se levantó y abrió y Marie y Noah aparecieron entrando a toda prisa.

-¡______! -dijo Marie cogiendo aire.

-¿Todo bien? -pregunté extrañada.

-Uf, si, genial. Venimos corriendo desde hace veinte minutos. -contestó Noah tranquilizando su respiración.

-Anton Black. -dijo Marie. Sentí una punzada en la cabeza al escuchar ese nombre. -Lo tenemos pillado, sé como hacer para que vaya a la cárcel.

Me quedé en blanco. Si ese cabrón se pudriría en la cárcel podría dormir mejor por las noches, sinceramente.

-¿Cómo? ¿Pero vosotras no estábais en el centro comercial? -preguntó Justin.

-No mi amor, fuimos a solucionar unas cosas. -le dijo, luego me miró y se acercó a mi. Me cogió las manos. -_____, tengo un trato con él.

-¿A qué... a qué te refieres? -pregunté. Sin saber porqué me comenzó a temblar el cuerpo.

Miré a mis amigos, todos nos miraban a las dos sorprendidos. Noah sonreía mientras estaba cruzada de brazos.

-Te lo debo, _____. Ahora vístete y vayamos a recuperar a Billie.




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Mentiría si no he llorado escribiendo algunas partes de esta historia.
¿Qué os parece?

In the deep ocean | Billie Eilish Donde viven las historias. Descúbrelo ahora