Anton Black

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Vivía en el edificio del Hole, en el tercero.
Llegué en menos de diéz minutos, aparqué donde pude, subí las escaleras del edificio y ya me encontraba dando puñetazos en la puerta del tercero C.

-¡Abre la maldita puerta! ¡Sé que estás ahí! -gritaba. ¡Abre la puta puerta!

Tras varios gritos, la puerta se abrió y apareció Sam en un camisón largo.

-Vaya, eras la última persona que pensaba ver en mi...

No la dejé acabar porque le planté un puñetazo en su pómulo, haciéndola retroceder.

-¿Qué coño haces? -dijo dirigiendo su mano a su mejilla.

Di un paso dentro del apartamento y cerré la puerta.
Sentía mi rostro arder, mis puños estaban blancos y mis uñas se clavaban en la palma de mi mano.
La sonrisa maliciosa de Sam se borró en cuanto me miró a los ojos. Seguramente estaba asustada.

-Lárgate de aquí, Wolf. -dijo dando un paso atrás.

-Me has hundido la vida, estúpida. -estaba estática en el sitio, en la misma posición. Mis ojos estaban clavados en los suyos y deseaba partirle la cara.

-Oye, si esto es por esas fotos... me pagaron, ¿vale? Y nunca me gustó esa chica para ti. -se cruzó de brazos.

-¡¿Y quién coño eres tú para decidir con quien estoy?!-di un paso hacia ella. -Pagarás por ello si no me dices quién fué. ¡Que quién fué he dicho! -mi grito hizo temblar a Sam.

-No puedo decírtelo, lo siento. -dijo retrocediendo.

-Dímelo ahora mismo. -di otro paso al frente y la acorralé entre la pared y mi cuerpo.

Se quedó en silencio, y la rabia que había en mi interior la saqué a puñetazos.
Pegué su rostro, su estómago, su rostro otra vez, hasta que calló de rodillas al suelo.
La tumbé en el suelo y me puse sobre ella, no podía parar, esa zorra había hundido mi vida, debía pagar por ello.
Sus gritos ya no podía oirlos, la rabia me consumia.
Su nariz sangraba y mis puños dolían, pero no paré.
Otro puñetazo, otro más...

-¡_______! -alguien gritó tras la puerta. -¡_____ abreme la puerta! No hagas nada de lo que te puedas arrepentir. -era Justin.

Miré el rostro de Sam, estaba irreconocible y lleno de sangre. Mi mente quedó en blanco cuando recordé el rostro de Gonzalez manchado en sangre y la piedra ensangrentada en mis manos rojas. Recordé el rostro de terror con el que Billie me miró.
No quería ser ese monstruo de nuevo, y justo ahora lo volví a ser.

-En...en mi teléfono. -balbuceó Sam, haciéndome volver al presente.

Me levanté y busqué en un bolso que había sobre la mesa, encontré su teléfono.

-1616. -susurró.

Puse la contraseña.

-Dime el nombre. -le dije sin poder mirarla.

-Anton... Anton Black. -dicho eso, Sam quedó inconsciente en el suelo.

Fuí a abrir la puerta, encontrándome con todos mis amigos allí.
Cuando su vista enfocó el cuerpo inconsciente de Sam, me apartaron de un empujón y Justin se cercioró de que la chica respiraba.

Noah se quedó quieta en la puerta mientras me miraba con los labios entreabiertos.

-Me hubiera gustado que conocieras a _____ Woods, no a esta persona. -le dije volviendo a entrar al piso y apuntando el número de ese tal Anton Black.

-¿Por qué has hecho eso? ¡La podrías haber matado, _____! -gritó Danielle. -Marie, llama a una ambulancia y larguémonos de aquí.

Pasé todo el camino de vuelta a casa de Justin mirando mis manos ensangrentadas. Las heridas que tenía casi curadas de cuando casi destrozo esa pared, volvían a estar recientes.
Sin evitarlo comencé a llorar, pero no era un llanto silencioso... sino de esos que gritas y te duele la cabeza, el dolor hecho lágrimas.

Sentí una mano en mi pierna, era Diego.

-Tranquilízate, Sam estará bien. -me dijo.

-No es eso, es que soy un horror de persona, soy un monstruo. -dije entre sollozos.

-No lo eres, _____. -dijo Justin mientras conducía mi Ford.

-Estás pasando una mala época, eso es todo... -añadió el pelinegro.

-Pues ya van dos años. -sequé mis lágrimas con la manga de mi jersei. -Vivir así es una tortura.

-Debes controlar tu temperamento, autocontrolarte un poquito más. -esa era Noah. La miré. -Sé que eres una buena persona, _____.

-Recuerda que salvaste mi vida, y eso ha sido lo más bonito que han hecho por mi jamás. -dijo Marie, sentada en el copiloto.

Cuando llegamos a casa de Danielle ella me llevó a su cocina, noté que estaba enojada.

-¿Puedes explicarme qué coño te ha pasado? -me dijo cruzándose de brazos y apoyándose en la encimera.

-Necesitaba nombres. -dije simplemente.

-¿Y para eso es necesario dejar inconsciente a una persona? ¡Qué coño te pasa! -gritó.

-¡Me drogaron, Danielle! Esa noche hicieron lo que quisieron conmigo, ¡y a saber qué cosas más!- mi amiga agachó su csbeza. -Todo por venganza, por salvar la vida de una de las mejores personas que conozco. -en ese momento vi que Marie estaba en la puerta de la cocina, mirándome con los ojos cristalinos.

-Si no te hubieras entrometido... ahora serías feliz con Billie, _____. Nunca entenderé porqué hiciste eso por mi. -se acercó y cogió mi mano.

-Porque eres mi amiga, Marie. Y porque eres demasiado buena persona como para que siguieras sufriendo ese infierno. No me arrepiento de haberte salvado la vida, pero si de no haber matado a ese hombre. -dije con la voz firme.

Marie se acercó y me abrazó con fuerza, Danielle se unió.

-¿Qué has conseguido saber? -preguntó Danielle, se separó del abrazo pero Marie seguía rodeando mi cintura con fuerza.

-Un nombre, el tipo que pagó a Sam para que me drogara y seguramente el que hizo las fotos, Anton Black.

Cuando pronuncié su nombre, Marie se separó de mi abrazo abriendo mucho los ojos.

-Conozco a ese hombre. -dijo.

***

Me pasé la mitad de la noche mirando el techo de la habitación de invitados de Danielle. No podía dormir.
Es rostro desfigurado de Gonzalez, la cara de terror de Billie, el rostro ensangrentado de Sam, el rostro se Iceburn burlándose de mi, los besos de Billie, sus manos, su pelo, mi madre diciéndome que me amaba, mi padre jugando a futbol conmigo en el jardín, el nombre de Anton Black.
Demasidas cosas pasaban por mi mente y no pude pegar ojo.

Decidí pasear a las cinco y media de la mañana, y cuando me di cuenta mis pies me llevaron hacia un lugar donde tuve momentos muy felices, la casa de Billie.
Cuando vi su ventana, aquella en la que una vez ella saltó para hacer su primera travesura conmigo, salí corriendo de allí mientras lloraba hacia casa de Danielle.
Fué mala idea ir a dar un paseo.

Dormí dos horas, y en esas dos horas tuve un sueño... tuve todo lo que quería.

In the deep ocean | Billie Eilish Donde viven las historias. Descúbrelo ahora