- Prepárate a las nueve de esta noche.
Nunca me lo perdonaría si no la conociera. Mi cuerpo pedía el de ella, por todas las razones del mundo. Por el calor de la piel, por la intensidad de su mirada, por las respuestas, por las dudas, por las certezas. Los que me llevarían al fondo, pero que antes me llevarían a una superficie llena de paz. Esa era una de las dudas. ¿Podría lidiar con tenerlo todo y luego no tener nada? Ese era un riesgo que estaba segura de que estaba dispuesta a asumir.
Y corrí, perdiéndome en pensamientos casi volví a mi patrón y perdí el tiempo. Pensé en mi madre, sus palabras, mi pasado, lo que hice hoy. Golpeé a alguien y ¿por qué? Me preguntaba si mi cura, la que nunca creí que existiera hasta que apareció ese ser perfecto, era necesaria o podría sobrevivir sin ella.
Podría sobrevivir, pero ya no sabía si quería hacerlo. La quería a ella. Era la persona más lenta del universo, no entendía cómo funciona el mundo, pero ella me ayudaba a entenderlo todo. Yo quería eso. La quería por completo y no me rendiría fácilmente.
A las ocho cuarenta y siete de la tarde había terminado. Llevaba pantalones negros con una rotura en la rodilla, una blusa blanca y una chamarra verde encima. No sabía cuál era el atuendo correcto para esta reunión, ya que no tenía más información que la que debería estar lista. Lista era relativo, porque por fuera, lo estaba, sin duda estaba en orden, pero por dentro, solo tenía fragmentos. Valentina aún no se había puesto en contacto conmigo y me preguntaba si estaba siendo una idiota al creer que aparecería. El celular no servía de nada porque tenia su numero. Lo único que podía hacer fue esperar.
Esperé. Casi sin respirar hasta las nueve y seis de la noche, cuando mi celular vibró en la cama. Era un número desconocido.
- ¿Bueno?
- Juls, soy yo. - Me morí. Esa voz y ese aliento me volvieron loca.
- Val, ¿dónde estás?
- Estoy a una cuadra de tu casa, hacia el café al que fuimos ese día. Ahora estoy en un teléfono público, pero quiero que mires al otro lado de la calle cuando llegues aquí. Verás un auto negro parado. Te estaré esperando, ¿de acuerdo?
- De acuerdo. Dame unos minutos para que llegue.
Tenía que deshacerme de mi madre de alguna manera. Dormía temprano, ya que se despertaba a las cinco y media de la mañana para comenzar sus tareas antes de ir a trabajar. Recé para que este fuera uno de esos días en que llegaría a la habitación y ella estaría durmiendo profundamente, pero por supuesto no tuve tanta suerte. Tenía sueño, pero tendría que esperar hasta que se durmiera.
Unos quince minutos de espera y sucedió. Ella cayó como piedra. La cubrí con una manta desde la sala de estar y me escabullí por la puerta, haciendo poco o nada de ruido. Creo que nunca fui tan ninja como lo estaba siendo ahora y nunca había hecho nada malo o en contra de las órdenes de mi madre. Por esta razón, ella creía que su última palabra sería suficiente para que yo no hiciera lo que ella me había prohibido. Lo siento y por eso me disculpo, mi madre.
Me apresuré por el edificio, casi corriendo hacia el teléfono público. La vi desde la distancia y ya estaba mirando al otro lado de la calle, ya imaginando que tal vez el auto negro ya no estaba allí. Para mi alivio, ella aún estaba allí y ya podía ver una hermosa figura desde la distancia detrás del volante. Crucé la calle y me dirigí al asiento del pasajero. Abrí la puerta y confirme lo que ya sabía. Había tomado la decisión correcta.
- Hola Juls. - Dijo con una sonrisa de oreja a oreja y cierta vergüenza de enfrentarme.
- Hola, Val. - Ni siquiera pude ocultar mi deseo de tocarla. Me estaba muriendo de anhelo.
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Lo que queda atrás | Juliantina I Terminada
RomanceRecomendisima, algo super diferente a lo que han leído. ¿Sabes cuándo creemos que estás listo para seguir adelante? ¿Qué ha sucedido en el pasado y ya no nos afecta? ¿Que quien alguna vez fue importante hoy es solo la sombra de una vieja realidad? A...